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México no solamente no logró alcanzar el 5% que se esperaba para fines de sexenio producto de las reformas, sino que en 2018 y en los próximos dos años se esperan bajos ritmos de crecimiento, de entre 2.1 y 2.4%, por el nerviosismo que genera el entorno complejo que se enfrenta, afirmó el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

“La incertidumbre ante el entorno internacional por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la reforma fiscal de Estados Unidos, así como por la posibilidad de que la inflación se mantenga fuera del rango objetivo del banco de México y ahora por la incertidumbre política por el periodo electoral, generan un ambiente de nerviosismo que propicia la percepción de un bajo ritmo de crecimiento no solo para este año, sino para los dos siguientes”, detalló el centro en su análisis semanal.

Para el CEESP, que dirige Luis Foncerrada Pascal, otros de los factores que obstaculizan el crecimiento de la actividad productiva en el país son: la incertidumbre política interna y los problemas de inseguridad pública.

“Las expectativas para el presente año son complejas, pero también las condiciones pueden ser las propicias para plantear soluciones contundentes en temas que son fundamentales para establecer un ambiente de libertad y seguridad para invertir”, informó.

De acuerdo con el Inegi, la actividad económica en México cerró con un PIB de 2.1%, un porcentaje que a pesar de ser similar al pronóstico de los especialistas, estuvo por debajo de la proyección de 2.3% de
los Criterios Generales de Política Económica.

A futuro, “el nerviosismo por la coyuntura económica y política limita una mejora en las expectativas”. El gobierno anticipa un avance de 2.5%;
los especialistas del sector privado consultados por Banco de México “anticipan un incremento del PIB de 2.19% para este año, 2.35% para 2019 y 2.41% para 2020, cuando en 2014 diversas opiniones oficiales y privadas anticipaban que, con las reformas estructurales aprobadas, a finales del sexenio estaríamos creciendo a tasas de 5%”.

Pero es evidente que estamos lejos del objetivo que se planteó de crecer a 5% y las posibilidades de lograrlo se debilitan ante un entorno complejo como el que se prevé para este 2018, añadió el análisis.

En materia de inflación, el CEESP considera que el riesgo está en la volatilidad del mercado cambiario y por el aumento del precio internacional del crudo, además de que refleja el efecto generado por la deuda total luego de 10 años consecutivos al alza. Todo ello limitará la recuperación del poder adquisitivo.

Por otra parte, el país registra debilidad en las fuentes de ingresos recurrentes; si bien bajó el gasto corriente, preocupa que el de capital, sobre todo el de inversión física, se redujo 26.3%, y ahora la principal fuente de gasto público es el no programable, es decir, el destinado al costo financiero de la deuda.

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