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El 2018 será un año clave para el rumbo político y económico de América Latina. Siete países de la región cambiarán de presidencias. Costa Rica, Paraguay, Colombia y Venezuela, al igual que los gigantes económicos de la zona, México y Brasil, acudirán a las urnas, además de Cuba, que también vivirá una renovación en su gobierno. La región tendrá una importante transformación política en sus poderes en medio de un periodo económico que podría ser definido como de “vacas flacas” y en la era de una “política global de agresión” del presidente de EU, Donald Trump.

A principios del siglo XXI, América Latina comenzó un periodo de prosperidad de la mano del alza de los precios de las materias primas. En 2004, la región tuvo un crecimiento económico de 5.9%, encabezado por la Comunidad Andina, cuyo PIB avanzó ese año 9.5%, mientras que el Cono Sur crecía a una tasa de 8.4%; Brasil, 4.9%; México-Centroamérica, 4.9% y el Caribe, 4%, según datos de la CEPAL. “Había la sensación de que en América Latina ya no habría crisis. Los economistas tenían la idea de que los políticos y los servidores públicos ya no tendrían que preocuparse por la tragedia permanente de la región”, dijo Alicia Puyana, profesora investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). “La tarea era distribuir la prosperidad”.

Pero con la llegada de la gran crisis económica mundial de 2008-2009 y la desaceleración de China, destino de la mayoría de las exportaciones de estos países, ese periodo de optimismo se terminó. “Ahora estamos atravesando un ciclo de precios bajos que difícilmente se recuperarán”, dijo la economista, que prevé que los precios deprimidos de las materias primas continuarán así por los próximos 10 o 15 años. Las economías de la región —que tras dos años de recesión logró avanzar apenas un 1.1% en 2017— se perfilan para continuar con expansiones bajas y con sus poblaciones “disgustadas porque no se aprovechó la bonanza de los años de crecimiento”, dijo Puyana.

Para 2018, el Banco Mundial espera que la región crezca 2%.

Conforme ha terminado el auge de las materias primas, autores como Puyana hablan ya de la instalación de gobiernos “de los grandes ricos”, que favorecerán a los grandes capitales como reacción contra la política distributiva de las épocas de bonanza. “Viene una contraofensiva”, afirma la investigadora; “es una reacción a una distribución de los ingresos y reducción de las grandes desigualdades, una reacción a la mejoría del tratamiento del trabajo”.

El factor Trump. Para Adalberto Santana, ex director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, 2018 estará acompañado del factor de la “política de agresión” que ejerce Donald Trump desde la Casa Blanca, la cual busca la confrontación no sólo con la región, sino de forma global.

El pasado noviembre Honduras acudió a las urnas. El resultado fue un polémico proceso electoral tras el que Juan Orlando Hernández obtuvo su segundo mandato consecutivo, luego de que la corte interviniera para resolver el conflicto. “Tal parece que el proceso en Honduras tiene que pasar por la validación del Departamento de Estado estadounidense”, explica Erick Fernández, catedrático de la Universidad Iberoamericana. La elección hondureña es la muestra de que el gobierno de Trump estará cerca en el desarrollo de los comicios de aquellas naciones con las que tienen “cierto compromiso de carácter político”, concluye el experto en América Latina.

Nuevos vientos políticos podrían tener un impacto sobre los acuerdos comerciales bajo los que opera América Latina. Fernández considera que con el factor Trump Estados Unidos buscará tratados directos, es decir, bilaterales, ya que considera que en los multilaterales su país pierde en temas de salario. Muestra de ello es la dificultad que ha encontrado la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con México y Canadá, que en unos días iniciará su sexta ronda en busca de encontrar una continuidad o determinar su fin.

¿El fin de una era? Las primeras dos décadas del Siglo XXI estuvieron marcadas por tres grandes proyectos político-económicos asentados en tratados comerciales multinacionales en América Latina, una época que “está terminando”, según el investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Arturo Oropeza. El primero es el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), liderado por Venezuela y que “como movimiento político, como visión integral de futuro hoy es un fracaso”.

El segundo, encabezado por Brasil con el Mercosur (Mercado Común del Sur) como brazo de su política de integración de América del Sur, y de un intento de Brasil por recuperar la hegemonía que sostuvo durante el siglo XX. Esta integración exitosa durante la primera década del siglo XXI implicó una división fuerte en América del Sur y la exclusión de México, y hoy se trata de un proyecto “con un declive muy fuerte ante la propia crisis de Brasil, cuyo conflicto económico y político aún no está resuelto”, dijo el especialista.

El tercer proyecto ha estado encabezado por México con la Alianza del Pacífico bajo un esquema de posicionamiento “marcado en términos del TLCAN, neoliberal, que no pasa por sus mejores días”, señaló Oropeza. Los tres proyectos, afirma, “están agotados y en espera de un relanzamiento hacia el futuro”.

En contraparte, Santana aprecia un panorama en donde los intercambios comerciales en el continente se van a consolidar.

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