En el mundo, más de la mitad de la población está en el rango de edad de los 15 a los 29 años. En México, una cuarta parte de la población es joven. Este ejército tiene el poder de transformar el país y de ser un motor para el desarrollo, siempre y cuando logremos dar a la juventud conocimientos, habilidades e instituciones que les permitan enfrentar un futuro con oportunidades.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los cuales se pusieron de acuerdo los países, son un avance en cuanto a la definición de metas a alcanzar.

No obstante, aún hay muchos jóvenes en el mundo que carecen de oportunidades para educarse, para adquirir las habilidades que les permitan superarse y trabajar por la mejora de las condiciones de sus comunidades, regiones y países.

Conocer las preocupaciones e intereses de los jóvenes, entender sus realidades, nos ayudará a construir los entornos, a desarrollar las políticas públicas, a encauzar inversiones y, en general, a diseñar escenarios de oportunidad que propicien su crecimiento integral.

La International Youth Foundation en alianza con el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Hilton, creó desde 2014 el Índice Global de Bienestar Juvenil (https://www.youthindex.org/) que mide el grado en el que el entorno apoya a las personas jóvenes en los ámbitos de salud, educación, oportunidades económicas, participación ciudadana, igualdad de género, seguridad y tecnologías de información y de comunicación.

Para la elaboración del índice fueron seleccionados 30 países en los cuales habita 68% de los 1.8 billones de personas en el mundo que están entre los 15 y los 29 años. Según la versión 2017 del índice, la juventud mexicana se ubica en el rango medio de bienestar, entendido este como “un concepto multidimensional que incluye la salud física y mental, el estatus educativo, la posición económica, la seguridad física, el acceso a las libertades y la capacidad para participar en la vida cívica. En un sentido, es la abundancia o escasez de oportunidades de las que dispone un individuo”.

Vale la pena detenerse en cada uno de los ámbitos considerados en el índice. Cada una de estas dimensiones es determinante para el bienestar de los jóvenes y la deficiencia en cualquiera de ellos implica violaciones de uno o varios derechos fundamentales.

Los indicadores que tienen que ver con las oportunidades económicas, particularmente el producto per cápita y el índice de competitividad, tienen una alta correlación con los resultados en otras áreas. Uno de los grandes retos a enfrentar en el mundo entero es la creación de espacios laborales para los miles de jóvenes que se insertan en la vida laboral. No obstante, sin bienestar en la economía será imposible mantener cualquier esfuerzo que se haga para procurar la mejora en las otras dimensiones.

“Conseguir un trabajo, ganar un sueldo, vivir independientemente, son aspectos importantes de convertirse en adulto y en un miembro positivo para la comunidad”.

La evaluación de las oportunidades económicas considera los indicadores de ingreso per cápita, competitividad global, jóvenes que no están en la educación en el empleo, desempleo juvenil, actividad emprendedora, crédito a los jóvenes y las expectativas de los jóvenes con respecto a su futuro.

Hay que decir que el ingreso per cápita en México ha crecido sostenidamente desde la mitad de los años 90 y hoy en día alcanza a ser unos mil dólares más por año que el promedio de los países de Latinoamérica y del Caribe considerados en el Índice (México, Colombia, Perú y Brasil).

En cuanto al desempleo juvenil, el país se ha mantenido en un promedio de 10% durante la última década frente a 17% en promedio del índice. El 21% de la población mexicana se encuentra en el indicador de actividad emprendedora temprana que identifica el porcentaje de personas que tienen un emprendimiento naciente (15% para el promedio del índice).

El acceso a préstamos del sistema financiero refleja la capacidad de las instituciones crediticias de ofrecer productos atractivos para los jóvenes. En México 9% de los jóvenes ha pedido un préstamo a una institución financiera.

Existen sin embargo otras variables relacionadas con las oportunidades económicas para los jóvenes en las que los resultados para el país no son tan alentadores. El porcentaje de jóvenes fuera del sistema educativo que tampoco están trabajando o recibiendo algún entrenamiento (lo que en México conocemos como ninis) es de 20%.

Vale la pena revisar este y otros índices que atienden a la población juvenil, particularmente aquellos que consideran a la población mexicana.

En general, los jóvenes del mundo entero son optimistas sobre su futuro. El 74% de los encuestados cree que conseguirá el trabajo que quiere y 65% que conseguirá el dinero que quiere. 59% opina que su calidad de vida será mejor que la de sus padres (73% en el caso de los mexicanos).

Existe una correlación inversa entre los jóvenes de países con mayor PIB y sus expectativas de conseguir el dinero que desean o de tener movilidad social. Esto se explica por qué cuando los ingresos de los padres ya son altos, los jóvenes ven más difícil lograr superarlos.

Una nota de reflexión para quienes somos más grandes y muy particularmente para los funcionarios que elegiremos el próximo domingo: el optimismo de los jóvenes mexicanos en que alcanzarán sus metas económicas y laborales, se da muy a pesar de que tan solo 91% de ellos considera que el gobierno se preocupa por sus deseos y necesidades. Señor presidente electo, gobernadores electos, senadores y diputados electos: no podemos seguir construyendo un México en el que los jóvenes se sientan ignorados.

Directora de Responsabilidad Social
de Laureate México

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