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China usa el futbol para "colonizar" AL
China usa el futbol para "colonizar" AL

El futbol se ha convertido en un nexo de unión entre China y América Latina. No se trata de una relación exclusivamente deportiva, sino de una mucho más compleja. El balompié, de acuerdo con una vieja estrategia del país asiático, es ya un vehículo para llegar a pactos de otro tipo con los diferentes territorios del continente sudamericano.

Se trata, en definitiva, de una copia del proyecto One Belt, One Road para establecer vínculos económicos, comerciales y políticos con los países de Europa, África, Asia y Estados Unidos. Al quedar la región fuera de esta zona de influencia, para Latinoamérica aparecen los Cinco Principios, muy parecidos a los que vertebran el primer proyecto. Punto en el que aparece el deporte rey como instrumento para ayudar a mejorar la imagen de China, que aprovecha su capacidad de involucrar a casi todos los sectores de las distintas poblaciones. El futbol es universal y China quiere serlo todavía más.

Forbes repasa los últimos movimientos de China en la región. En 2017, el país firmó acuerdos con Brasil y Colombia. Con los primeros, aunque la cooperación futbolística copaba las atenciones, por detrás surgieron otras sociedades en materia de energía. Lo mismo sucedió cuando las selecciones colombiana y china se enfrentaron en un partido amistoso que sirvió de telón para el interés del gobierno de Xi Jinping en ampliar la influencia comercial sobre uno de los puertos de Colombia. El resultado del partido, un claro 4-0 para los locales. En todo caso, una goleada ventajosa para los perdedores [deportivos].

La tendencia ha continuado en 2018, año en el que China ha colonizado Uruguay con la creación, en Montevideo, del Instituto Confucio, una institución concebida como mucho más que un simple órgano cultural y que se entiende casi como un medio político. Una manera de llegar al país charrúa que se produjo tan sólo dos meses después de una coincidencia poco casual: un torneo de futbol que reunió, en las mismas fechas del cierre del acuerdo, a China y Uruguay, además de a República Checa y Gales.

Negocios y política. El patrón, por lo tanto, se repite. El futbol conduce los negocios y la política (y la diplomacia, ya que las tres van dadas de la mano) y lleva a situaciones extrañas: desde el comienzo del siglo XXI hasta 2013, China se encargó de construir diferentes estadios de futbol por el continente sudamericano y el Caribe... en países en litigio con Taiwán. Para muestra, un botón: China llegó a gastar 85 millones de euros en un estadio en Costa Rica, empleando mano de obra propia.

El modo de actuación chino tiene un precedente: el de la década de los 70, en la que el tenis de mesa pudo atenuar las relaciones con EU. La “diplomacia del ping-pong”, propiciando la apertura de contacto entre países tras dos décadas de embargo estadounidense, triunfó y consiguió lo que por aquel entonces parecía un imposible: que Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, visitase el país “enemigo” en 1972. Todo un triunfo conseguido con el deporte de por medio.

Casi medio siglo después, China emplea un viejo método para sacar adelante sus propósitos. Sólo ha cambiado las palas por el balón.

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