¿Conviertes camisetas viejas en trapos para sacudir? ¿Tratas de donar o regalar ropa que ya no te queda o que usaste sólo una vez? ¿Tampoco tienes prejuicios para rentar un vestido de noche o un traje, o incluso, ya te volviste fan de las nuevas tiendas de segundo uso? Enhorabuena, ya estás listo para participar en la de la moda.

En los últimos años se ha discutido mucho la cantidad de recursos naturales y humanos que utiliza la industria de fast fashion, esa ropa de moda relativamente barata que está diseñada para durar sólo una temporada y después ser desechada.

Las grandes cadenas de este segmento se expandieron mundialmente en los últimos 20 años y contribuyeron a que se incrementara la producción de prendas, pero también propician una mayor generación de residuos.

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Según el estudio Modelos de Negocio Circulares, de la Fundación Ellen MacArthur , entre 2000 y 2015 la producción de ropa se duplicó, mientras que el periodo de utilización de una prenda antes de tirarla bajó 36%.

Esto ocasionó que la industria de la moda generara 2 mil 100 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2018, es decir, 4% de las emisiones totales a nivel mundial.

Se calcula que 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria de la moda provienen de actividades en tierra, como la obtención de los textiles y preparación y procesamiento de ropa, por lo que urgen nuevas formas de desvincular los ingresos de la industria de la moda del proceso masivo de producción y el uso de recursos naturales.

Además, debido a los bajos precios de las prendas y pérdidas económicas ocasionadas por el exceso de inventario, desabasto y devoluciones, los márgenes de ganancia de los fabricantes de ropa disminuyeron en promedio 40% de 2016 a 2019.

Esa situación se vio exacerbada en 2020 por la pandemia, ya que puso en evidencia la fragilidad de las cadenas de suministro del fast fashion, pues la mayoría maquila en países asiáticos a bajo costo y sus ganancias se derrumbaron 90% contra 2019.

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“Los negocios circulares tienen el potencial de convertirse masivamente en tendencia, al mismo tiempo que proveen una transformación y crecimiento positivo para la industria de la moda”, dijo Marilyn Martínez , gerente de proyecto de la Iniciativa de la Moda de la Fundación Ellen MacArthur.

Así, fabricantes y diseñadores están buscando alternativas para crear un modelo de producción de ropa más sustentable, con prendas de mayor calidad y precio, pero más duraderas.

La economía circular de la moda comprende nuevos modelos de negocio como la venta de ropa de segundo uso, renta, reparación de prendas e incluso el diseño de ropa digital.

El estudio también estima que estas nuevas formas de comprar y usar ropa representan un mercado de 73 mil millones de dólares anuales.

De ese total, la venta de ropa de segundo uso se queda con 63% de los ingresos de la economía circular de la moda, mientras que al alquiler corresponde 20%. El 17% restante va a negocios de reparación y conversión de prendas.

El estudio destaca que estos modelos de negocio tienen el potencial de alcanzar 23% del valor de mercado mundial de la moda para 2030, lo que representaría ingresos por 700 mil millones de dólares, pues se espera que sigan creciendo conforme los clientes se convenzan de su conveniencia, conciencia ecológica y accesibilidad financiera.

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Nuevos negocios

Durante 2020, a pesar de la pandemia, siete empresas dedicadas a la venta de ropa de segundo uso y alquiler de prendas —Depop, Rent the Runway, The Real Real, Vinted, Poshmark, Vestiaire Collective y ThredUP— alcanzaron valuaciones de mil millones de dólares.

Además, grandes cadenas de ropa como H&M, Tommy Hilfiger, Ralph Lauren, Lacoste, así como Liverpool, en México, ya están probando estrategias de economía circular.

H&M promueve la personalización de prendas mediante consejos y guías para que la ropa se utilice por más tiempo.

La cadena sueca de tiendas de ropa lanzó la iniciativa M.IN.T Care, la cual promueve la reparación y el cuidado de ropa mediante tutoriales para que los consumidores lo hagan en casa, con la intención de que usen las prendas por más tiempo.

A través de la iniciativa Tommy for Life, se reciben prendas usadas de las marcas Tommy Hilfiger y Tommy Jeans, así como piezas dañadas de las tiendas departamentales, las cuales se reparan para volver a venderse o se convierten en un nuevo producto con un estilo diferente.

En México existen plataformas como Troquer dedicadas a la venta de ropa y artículos de lujo de segunda mano. El año pasado, por el Covid-19 tuvo que ampliar sus almacenes, pues el número de vendedores se incrementó 80% respecto a 2019.

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En tanto, la cadena de tiendas departamentales Liverpool ya incursionó en la renta de vestidos de noche y de novia.

El proceso se puede hacer en línea, en el sitio conspiracionmoda.com o en las sucursales de Insurgentes, Polanco y Parque Delta en la Ciudad de México, así como Andares, en Guadalajara, y Antea, en Querétaro.

El vestido se puede apartar al menos un día antes y hasta con tres meses de anticipación. La tienda se encarga de la limpieza de la prenda con ozono y de ajustar el largo y los tirantes. Para devolverlo, no es necesario llevarlo a la lavandería, ya que el proceso de limpieza y sanitización corre por cuenta de la empresa.

La marca Ralph Lauren también lanzó su servicio de renta de ropa mediante suscripción. La membresía inicia en 125 dólares al mes e incluye la entrega de la prenda, limpieza y sugerencias de expertos en moda para saber qué se puede rentar.

También hay aplicaciones como Hack Your Closet que, por una renta mensual, permite usar prendas de moda que no se vendieron de temporadas pasadas, lo que ayuda a que la ropa se utilice por más tiempo.

Moda digital

La propuesta de disminuir el uso de materiales para construir una prenda ya fue más allá, al prescindir de la prenda misma. Así, la plataforma DressX es una tienda en línea de ropa digital .

Los clientes envían una foto desde varios ángulos, su talla, peso y medidas, y la plataforma les configura a su medida alguna prenda de varios diseñadores de moda digital.

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La compra de la prenda se hace de manera digital y reciben una fotografía de ellos mismos usando la ropa. Las imágenes se pueden utilizar cuantas veces se quiera y son ideales para compartir en redes sociales como Instagram o Facebook .

Se espera que modelos como la ropa digital crezcan de manera significativa en los próximos años, por el beneficio de la reducción de tiempo y recursos para comprar ropa, como por la creación de identidades más inclusivas de género y el movimiento body positive.

Pese a los beneficios ambientales de la economía circular de la moda, la Fundación Ellen MacArthur advierte que, al incentivar la devolución de la ropa para su reventa, renovación o reciclaje a cambio de vales o descuentos por nuevos productos, su puede fomentar una mayor producción de prendas.

Por ello, de mantenerse el esquema tradicional de fabricación de ropa, se proyecta que la producción mundial se incremente 63%, pasando de 62 millones de toneladas anuales a 101 millones de toneladas en 2030, con emisiones de gases de efecto invernadero por 2 mil 700 millones de toneladas.