Hace un par de años hice algunos programas de radio en Ibero 90.9 para la revista Gatopardo, donde trabajaba. Como ex alumna de la UNAM y de puras escuelas públicas, me impresionaron muchas cosas wuuuuu de las instalaciones de la Universidad Iberoamericana, como el lujo de la cafetería, la librería Gandhi, el elevadísimo precio del estacionamiento o que contaran en los salones unos como refris repletos de MacBooks a disposición de los alumnos. Pero lo más cabrón fueron los baños. Estaban LIMPIOS. Los escusados tenían TAPAS. Y no sólo eso: ¡había papel! PAPEEEEEEL. Me pareció insólito. Para que se den una idea de mis bajos estándares, en la primera primaria donde estudié ni siquiera había puertitas en los baños: cualquier otra niña podía verte mientras estabas sentada en el WC. Así las condiciones en las primarias públicas de los años 80, porque fuck el derecho a la privacidad, la chamaquiza es basura y hay que tratarlos como ganado.

Bueno, volviendo a la Ibero: cuando lo piensas, pues CLARO que tienen que estar así de bien los baños, si las colegiaturas cuestan un dineral. Pero si lo piensas todavía más, no hay razón para que los baños de mujeres de la UNAM estén en condiciones tan deplorables. Sí, sí, hay prioridades y un chingo de cosas que faltan en nuestra “máxima casa de estudios” (#SinónimosPendejos), pero, güeys, perdón, pero díganme cómo voy a pasar ocho horas al día metida en una escuela cuyos servicios sanitarios no tienen agua el 50% del tiempo, donde el suelo está perpetuamente cubierto de un líquido lodoso con alto contenido de caca (¿recuerdan lo especialmente asqueroso que era esto en los dosmiles tempranos, cuando se usaban los pantalones guangos? Había que enrollarlos hasta la rodilla, pero si se zafaban, ¡iuuuuugh!), donde los baños son insuficientes y les encanta cerrarlos a la menor provocación. No sé si ubiquen, pero las mujeres hacemos pipí entre seis y diez veces al día. A veces me tomaba más de 15 minutos o más encontrar un lugar donde vaciar la vejiga, porque había que atravesar media Facultad, y pues por fortuna yo estaba en “Ciencias de la Comunicación” y no había mucho de qué perderse en las clases, ¿pero qué tal quienes estudian carreras de verdad? Ah, porque a la peregrinación en busca de un baño había que sumarle que, si no llevabas papel, había que ir al puestecito de golosinas a comprar unos kleenex. Lo cual era exclusivo de las privilegiadas que traíamos lana, porque si no, no había ni una pinche enfermería para ir a pedir dos cuadritos de un rollo marca libre Aurrerá.

Como dice (que estudió en Ciencias, donde los servicios también están legendariamente puercos, aunque no tanto como los de Filosofía y Letras), ser mujer en la UNAM es como estar en Hidden Figures porque hay que ir al baño hasta punta de la chingada y, ya estando ahí, es un desmadre lograr tu cometido sin que sea una experiencia asquerosa: hacer “de aguilita”, no tocar nada, no pisar el charco de agua con popó, lavarte las manos y tallártelas en los jeans a falta de jabón.

Y aunque los baños de hombres también están asquerosos, éste sí es un asunto de género porque ellos orinan de pie y se sacuden el pito y adiós. Nosotras no podemos secarnos “al aire” ni agitar la cadera como Shakira para deshacernos del pipí. Si no tienes papel, aunque sea una página del Manual de Periodismo de Carlos Marín, te queda la panocha toda mojada. Se siente horrible y, por favor confírmenme los que saben, pero no creo que sea nada bueno para la salud. No lo pude corroborar yo misma porque...

NADIE HABLA DE ESTO.

Ni siquiera el internet. Hay foros en reddit y preguntas en Yahoo! Answers donde los güeyes preguntan qué hacen las chicas cuando van al baño. Hay una nota sobre unas familias hippies que sustituyeron el papel por trapitos. Pero no se encuentra información sobre lo que se debe hacer después de que las mujeres meamos. Se asume que nuestras mamás nos enseñaron y ya, fin de la historia, buena suerte, adiós, no se volverá a tocar el tema en lo que te resta de vida, bai.

Los resultados de Google relacionados con papel de baño tienen que ver con caca. Que sí, es un dolor de cabeza generalizado, y siempre me he preguntado qué hacen los bugas, que no conocen los kleenex y que jamás comprarían unos en la tiendita porque ES DE PUTOS GÜEY y mucho menos le preguntarían a sus compas si traen Charmín porque cagar fuera de casa es tabú, como todo lo relacionado con su ano. Pero en condiciones normales haces popó una vez al día y ya, no es una bronca que tenga que atenderse con tanta frecuencia.

El argumento más frecuente en contra de poner papel en los baños de escuelas públicas es que se lo roban. Quitarlo me parece una solución similar a la de eliminar el examen para la licencia de conducir “porque había mucha corrupción”: en lugar de atacar el problema de raíz, lo evades por tiempo indefinido hasta que la gente se acostumbre a andar con la entrepierna mojada y los peatones a morir atropellados por automovilistas que no saben para qué son los semáforos pero que sacaron su licencia en 10 minutos en el departamento de carnisalchichonería de Comercial Mexicana. Es decir: para combatir una bronca, creas una más grande.

¿Qué hacemos para que haya papel en la UNAM y en las universidades públicas, especialmente en los baños de mujeres? En serio. Que se armen las propuestas en los comentarios.

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