El otro día me invitaron a un evento en el Centro Horizontal donde iban a hablar de agresiones en línea contra periodistas deportivas.

Les recuerdo que I don’t speak sports, lo cual supongo que tiene que ver con que soy toda buga y heteronormada, porque en lugar de irle al Necaxa me puse a comprar ropa en el Chopo y escuchar bandas darks. Tampoco es algo que me duela o moleste, porque si tuviera la necesidad de estar checando constantemente los marcadores de ESPN perdería valiosísimo tiempo que hoy invierto en checar constantemente si mis amigos ya tiraron en Apalabrados. Como sea, mi sexto sentido feminazi detectó que el evento iba a estar chingón, porque si a las que nos dedicamos a ramas del periodismo “aceptables” para “las mujeres” (como ir a restaurantes y hablar de pelo chino) tenemos experiencias horribles, no me quiero imaginar cómo les va las que se meten en terrenos “de hombres”. Por eso decidí ir. Y por el alcohol gratis.

Era una mesa redonda con , y . A Marion la conozco de la vida y amigues en común. A Jimena la ubico de que es tuitstar y la invitaban a todos los eventos cuando Twitter era algo chido. De Vero no sabía nada. La moderadora era . La idea era compartir cómo habían sido discriminadas, insultadas y amenazadas en línea, específicamente en Twitter, que ya nomás es un mazacote lleno de trolls. Pusieron a cuatro hombres, a dos comentaristas deportivos y a dos periodistas “de temas serios” a leer una selección de tuits especialmente culeros, desde “Pinche puta pendeja regrésate a la cocina y aparte estás fea” hasta “Te voy a violar hasta que te sangre el ano y luego te voy a descuartizar”. Casual, lo de todos los días.

Lo chingonsísimo fue que presentaron una plataforma para luchar contra este tipo de discriminación y violencia en el contexto específico de las coberturas deportivas. Es una ONG que armaron entre Marion, Gisela y otres colaboradores. Se llama . Parte de que este tipo de periodismo aparentemente nomás habla de balones y coches y el ovoide y el deporte ráfaga y gooooooooooool, pero también transmite otro tipo de mensajes y estereotipos. Lo definen como un Caballo de Troya que trae toda esta información “disimulada”. Y como le llega a un chiiiiingo de gente, es superimportante buscar la manera de hacerlo más incluyente.

Acá el video con el que lanzaron Versus:

Todo muy kermoso y muy inspirador y muy girl power hasta queeeee...

Invitaron a los hombres que habían leído los tuits a dar su opinión. CHAN CHAN CHAAAAN.

El primero fue un comentarista deportivo que decidió hacer un comentario personal sobre cada una de “las damas” (así les dijo, “las damas”). Fue algo así como: “Me tocó trabajar con Vero... ¡y se sabe los nombres completos de todos los jugadores de los dos equipos!, ¡incluso MEJOR YO! Con Marion cubrimos la Bundesliga y pronuncia muy bien los nombres en alemán... ¡y nos corrige! Y a veces hasta tomo en cuenta sus comentarios y los complemento. Y Jimena sabe mucho de futbol americano, ¡si ustedes vieran cuánto sabe entonces la respetarían y verían más allá de la vestimenta y se darían cuenta de que son humanos valiosos!”.

(Traducción: “¡Sorprendente! ¡Una mujer que puede memorizar los nombres de veintitantas personas! ¡Llamen a Semanario de lo Insólito, a Domingo Increíble, a la NASA! Luego, está esta otra mujer con la que puedo tener una conversación sin hacer mansplaining, ¡como si fuera otro hombre! ¡Es casi mi igual! ¡Y HASTA SABE PRONUNCIAR CORRECTAMENTE SU IDIOMA MATERNO! Por último, vaya que esta chava se ha ganado mi respeto por su conocimiento de deporte, porque de otro modo jamás hubiera sido capaz de reconocer que es un ser humano valioso ni de ver lo que hay detrás de su ropa –AHAHAHAHAHHA SUS CHICHIS AHAHAHAHAHAA–”).

Todo esto es real, yo estuve ahí, se los juro sobre mi Kindle. No estoy quoteando exacto pero no me dejarán mentir quienes estuvieron en el evento que esa fue tal cual la idea. Estuvo CABRÓN.

El segundo, un “periodista serio”, dijo algo chido sobre cómo todos éramos machistas porque era el sistema donde habíamos crecido y pues que estaba de la verga. Bien.

El tercero, otro “periodista serio”, empezó diciendo algo así como “Sí, nosotros pertenecemos al mismo género de los autores de los tuits, pero no al mismo equipo, no todos somos así”. Es decir, un #NotAllMen de manual, porque ante tanta violencia de género lo PRIMORDIAL es hacerle saber al mundo que tú eres bueno e intachable y que NI POR ERROR te deben meter en el mismo saco... ya luego vemos qué hacer con las amenazas de muerte a las damitas, pero pues equis.

El cuarto era otro güey de los deportes y ya no lo escuché porque me había explotado la cabeza y estaba recogiendo las rebabas de mi cerebro del piso las paredes el techo. En eso, un tipo del público pidió la palabra, mansplaineó lo que es el acoso y contó de cómo en la mañana a él lo habían “trolleado” en Twitter diciéndole que se tomara un té de manzanilla por publicar que Tom Brady no sé qué. (Es neto, en serio, les juro que no estoy inventando nada).

Entonces salvó la noche al señalar que el primer comentarista había sido megaultramachista al tratar con tanta pinche condescendencia a sus compañeras de trabajo y entonces mi cerebro se reconstituyó y aplaudí rabiosamente y ay.

Después, en algún momento Jimena dijo que los comentarios gachos que le llegan son tanto de güeyes como de chavas, y que “no es una cuestión de género” y que “las mujeres somos nuestras peores enemigas”. Al instante, a las feministas presentes nos dio el soponcio y el tramafat y el patatús y el telele y todas las enfermedad de las que . Sandra gritó “¡Eso es una construcción culturaaaaaaal!”, pero ya era demasiado tarde, todo estaba perdido.

(Las mujeres por supuesto que podemos ser aliadas del patriarcado y descalificar a otras chicas por el simple hecho de serlo; no dudo que el timeline de Jimena esté lleno de mil variaciones de “puta” y “pendeja” provenientes de otras usuarias, pero le apuesto un açai bowl con extra proteína vegana a que las amenazas de muerte y violación vienen, en su gran mayoría, de hombres. No porque los hombres sean “malos” de fábrica sino porque desde chiquitos les han enseñado a ser violentos y a que las mujeres son ciudadanas de segunda de cuyos cuerpos pueden disponer y etcétera).

El evento culminó conmigo bebiendo vino (GRATIS) y chismorreando con un amigo y una amiga. Ahí me di cuenta de que estábamos juzgando durísimo a Jimena por “no tener perspectiva de género” y por “prestarse a los juegos del patriarcado” en su chamba. O sea, NO ENTENDIMOS NADA. Cuando me atacan esos pensamientos prejuiciosos, me tengo que detener un momento a zangolotear mi cerebro y reordenar mis ideas para entender que no es culpa de ella, sino de la forma en que funcionan los medios, del MALDITOOO SISTEMAAA PATRIARCAAAAAL, de la demanda del público que pide personajes femeninos que nomás estén de adorno y hablen poquito. Es un esfuerzo cabrón, y que me cuesta casi tanto trabajo como hacer una oración secundaria con múltiples declinaciones en alemán. Para lo cual Marion me tiene que ayudar. O sea, en lo de no ser tan pinche prejuiciosa. Aunque también en die Grammatik. Pero más en lo otro. HILFE!

Me urge ver qué más hacen en Versus e ir a todos sus eventos y apoyar sus iniciativas y aprender la diferencia entre un fuera de lugar y un penal. Bueno, eso último no. En lo demás sí cuenten conmigo.

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