Subido en los hombros de su padre, un pequeño de apenas 3 años se esfuerza por no caer de nuevo al suelo. A su lado cientos, miles de padres, madres, hermanos, jóvenes dan su propia batalla para permanecer de pie y caminando. Para avanzar hacia el prometedor futuro que el mundo civilizado les ha quedado a deber en su propio país, en su propia tierra.

Los refugiados ambientales se cuentan ya por cientos de miles e incluso millones, sin embargo, para el final de este siglo sumarán más de 2,000 millones de seres humanos, huyendo porque las condiciones del clima les harán imposible continuar viviendo en su tierra originaria, de acuerdo con un estudio recientemente publicado por la Universidad de Cornell.

Huracanes, inundaciones, el aumento del nivel de los océanos son una consecuencia del aumento de la temperatura del planeta que ya vivimos en nuestro día a día. El 2016 fue catalogado como el año más caliente del que se tiene registro. Año con año, tristemente, vamos superando los récords y parece ser que es una espiral incremental que no terminará pronto.

En el 2100 más 11,000 millones de almas habitarán la tierra. Un número tan grande representa un gran desafío en términos alimentarios, de salud, de vivienda, educación y calidad de vida. A ese desafío se suma la escasez de la tierra que se pederá debido al aumento del nivel del mar que se llevará consigo las líneas costeras, las pequeñas islas y amenazará incluso a las medianas por el aumento de eventos climáticos.

2,000 millones de personas que buscarán en “tierra firme” un nuevo hogar. 2,000 millones que buscarán acomodarse en mucho menos espacio que antes. Hoy por hoy, ya vivimos de manera cotidiana esa invasión. Ciudades costeras como Miami se han comenzado a acostumbrar a vivir con inundaciones en sus calles aún en días soleados. En ciudades como Tabasco, Veracruz o Sinaloa, los efectos del cambio climático ocasionarán que se triplique el número de inundaciones.

La crisis climática es una realidad que resulta conveniente ser olvidada. Por eso acuerdos como el de Paris son tan importantes y tan significativos en términos de limitar la emisión de gases con efecto invernadero. México es signatario del Acuerdo de Paris, sin embargo, aún falta exigir un mayor compromiso, planes y políticas que conduzcan a una transición hacia un mayor uso de energías renovables. 2018 es un año electoral y como ciudadanos tendremos la oportunidad de premiar o castigar a quienes compiten por un cargo de elección popular. Tenemos la oportunidad de emitir un voto informado y que mejor si tomamos el tema del combate al cambio climático y la protección al medio ambiente para medir el desempeño de aquellos que quieren volver a ser elegidos y así obligarlos a hacer compromisos más firmes con el planeta.

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