“No me dice nada nuevo”, comentó uno de los adolescentes con los que, por casualidad, hace unas semanas vi el estreno de Till it happens to you, el sencillo más reciente de Lady Gaga.

You tell me it gets better, it gets better, in time, así comienza la canción (¿reminiscencias de Diamonds are forever, con la legendaria Shirley Bassey?). El caso es que el video cuenta la historia de tres víctimas de violación e intento de violación en los dormitorios y las fiestas de las escuelas.

Una de las víctimas es una mujer que lleva el pelo corto y tal parece que, antes de vestirse, suele oprimirse los pechos con una venda para disimularlos. Esta escena es una de las más agresivas.

Nada nuevo, sin duda. He ahí lo más preocupante y lamentable. La misma Lady Gaga confesó hace poco que había sido violada durante la adolescencia y tal parece que la realización del sencillo representa una catarsis suya, a la vez que denuncia una realidad persistente.

En The Age of Sex crime (1987), Jane Caputi dice que los estereotipos negativos aplicados a la agresión son hipócritas, toda vez que, según ella, el hombre violento es el máximo exponente de la sociedad actual: ‘’El héroe subliminal de Occidente’’, donde la violencia sexual en contra de las mujeres es ‘’secretamente deseada, aprobada, institucionalizada y bajo mandato’’.

Ya en Against our will (1975), Susan Brownmiller considera el temprano descubrimiento de la genitalia masculina como uno de los más importantes de la Prehistoria, a la par del fuego, al tratarse de un arma para generar miedo: ‘’Desde entonces hasta ahora, la violación ha jugado una función crítica. Es un proceso consciente de intimidación mediante el cual todos los hombres mantienen a las mujeres en un estado de miedo’’.

El riesgo de tomar estos y otros conceptos al pie de la letra, sin balance ni contexto alguno, ya lo sabemos, ha derivado en generalizaciones (todos son violadores secretos o latentes o en la fantasía) que tampoco ayudan a la concepción de una masculinidad sensible y madura.

La narrativa en Till it happens to you logra pasar de la victimización a la unión, la denuncia, la solidaridad y el empoderamiento: al final del video, las protagonistas salen de sus refugios, al igual que otras muchas víctimas, que se les unen en el camino.

Observé la reacción de los jóvenes adolescentes que habían visto el video conmigo, y los cuestioné. A la mayoría de ellos les resultó perturbador, no sólo por las escenas un tanto explícitas, sino porque interpretaron este equipo de víctimas como una ofensiva. Otra vez ellos eran culpables por el solo hecho de ser hombres.

Yo no lo leí así. Si acaso, vi casos de violaciones, indicadores de una coyuntura que prevalece, pero de la que no todos forman parte ni de la que todos participan o que ni siquiera les es del todo indiferente. No obstante, eso no niega lo opuesto: otras narrativas en las que parece que existe una tradición heroica y glorificación de lahipermasculiidad, a la que se refiere Joanna Bourke (Rape 2007), y que de algún modo relativiza y condona las violaciones.

Así sea de manera metafórica.

En días pasados fuimos testigos del linchamiento virtual contra varios de los defensores y promotores de la iniciativa #AxanDecide: ¡No a los estereotipos de género en las escuelas!, relativa a la posible discriminación ejercida contra el niño Axan a quien se le negó el acceso a su escuela en Sonora por tener el cabello largo.

‘’¿Pasar de un corte de pelo a justificar desapariciones forzadas y violaciones sexuales?’’, se preguntaba una abogada, defensora de los derechos humanos, y quien, a pesar de la gravedad de casos con los que lidia de manera cotidiana, no daba crédito a tan virulenta serie de reacciones.

Unas más absurdas que otras, no obstante, más allá de exageraciones, insultos y faltas de ortografía, resulta, por decir lo menos, perturbador profundizar en lo que dispara ese tipo de comentarios: ¿mantener un ideal de mujer y abogar por el dominio del patriarcado social sobre ella?

Aun diseminado a través de comentarios anónimos o de muy breves y efímeros tweets, es un discurso cargado de prejuicios y estereotipos, empeñado no sólo en negar sino en aniquilar una realidad que le es diferente y, por tanto quizá, intimidante. Desmesura, estridencia y retraso, a la manera de las peores intervenciones del mismo Donald Trump (Los sirios traerán a ISIS. . . Si soy Presidente, así como llegaron, se irán. . .).

Cuando el fanatismo entra por la puerta, la razón sale por la ventana. En tiempos así de álgidos y de ánimos caldeados (vuelvo a parafrasear a Malesherbes), la razón lleva las de perder. Pero igual hay que hacerle un campo y reiterar más allá del cansancio el respeto por las libertades y los derechos básicos de t-o-d-o-s.

¿A quién beneficia la cultura de la violación que ''no dice nada nuevo''? Más nos vale no generalizar y desmitificar al violador a fin de que ‘’la violencia sexual no sea algo inevitable’’.

‘’Nunca permitas que tu sentido de moralidad interfiera con lo que es correcto’’, palabras de Isaac Asimov. La tortura sexual es un crimen, no importa si hay a quienes les sirve para justificar el imperio de su moral.

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