Quienes éramos niños a inicios de los años sesenta recordamos muy bien la tensión generada por “la guerra fría”, entre Estados Unidos y sus aliados y la hoy extinta URSS, también denominada Unión Soviética. Ambos bloques se tenían amenazados mutuamente a través de misiles teledirigidos.

Eran los tiempos en que la mayor parte de las noticias las conocíamos a través de los noticieros que se presentaban antes de las películas en las grandes salas de cine.

En esa época la tensión que se generó entre John Kennedy y Nikita Kruschev se denominó “la guerra fría” porque no llegó incendiarse, A final de cuentas, ambos eran políticos de trayectoria y con sentido común y en 1962 representantes de ambos bloques políticos acordaron la paz, evitando así la tercera guerra mundial.

Sin embargo, hoy sí estamos ante grave riesgo de un conflicto de grandes dimensiones, puesto que Estados Unidos está encabezado por un presidente que apenas cumplió los 100 primeros días en el poder y quiere imponer su lógica y sentido común frente a las relaciones  internacionales. Corea del norte por su parte, es gobernado por un dictador omnipotente que reacciona según su estado de ánimo y además muy joven.

Entender el perfil psicológico de ambos nos puede dimensionar la gravedad de este asunto.

Kim Jong-Un, hijo del dictador de , se dice nació en 1983 y estudió en Suiza, usando seudónimo. Habla inglés y alemán. A los 28 años de edad, a la muerte de su padre, asumió el poder y desde entonces ha gobernado de forma caprichosa.

Porque no le gustó el diseño del aeropuerto de Pyongyang que le encomendó, mandó a ejecutar al arquitecto líder del proyecto en 2014.

Se dice que ya lleva ejecutados a por lo menos 70 altos oficiales del ejército por asuntos realmente irrelevantes como para merecer la pena de muerte, a quince funcionarios de su gobierno, a cuatro artistas y seguramente otros más.

Sus excentricidades y caprichos tienen siempre en tensión a todos los que forman parte de su gobierno. Las decisiones son sólo suyas y no pasan por ningún filtro institucional.

Por su parte Donald Trump gobierna como big star del show business, midiendo siempre el impacto de sus tuits, las encuestas y tratando siempre de tener ideas controversiales que acaparen la atención pública.

Seguramente el envío  del portaaviones USS Carl Vinson hacia las costas de Corea del Norte, significó un acto populista para inducir en los norteamericanos el patrioterismo que necesita para subir su índice de popularidad y seguramente pensó que el poderío norteamericano le impactaría, pero nunca se imaginó que aquel fuese aún más excéntrico que él.

Con uno de los dos que fuese mesurado y realmente tuviese la visión de estadista, que seguramente tuvieron Kruschev y Kennedy, el conflicto se desactivaría como tantos otros a través de la intervención de la ONU.

Sin embargo, dos gobernantes tan parecidos en su modo de ejercer el poder, con las debidas diferencias que da su país y además el índice de institucionalidad de sus gobiernos, pero muy parecidos en su temperamento caprichoso, unipersonal e impositivo, nos ponen en riesgo de una gran guerra si no logran las instituciones internacionales reducir el conflicto con su intervención oportuna.

Por su parte Kim Jong-Un ya amenazó a Estados Unidos de tener teledirigidos misiles poderosos y nunca vistos hacia su territorio.

El destino del mundo está en manos de dos personas que no se controlan a sí mismas, pero tienen el poder.

¿Usted cómo lo ve?

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