La problemática de la educación en México sigue entrampada en el contexto laboral, pues los maestros detractores de la Reforma Educativa sólo piensan en no perder privilegios conseguidos por la vía sindical, no por los méritos obtenidos a través de un trabajo de calidad.

La reciente declaración de AMLO respecto a que no se puede considerar válida una reforma educativa sin la participación de los maestros, sólo enrarece el ambiente pues le "da alas" a la CNTE.

A final de cuentas ya debiésemos estar acostumbrados desde hace casi doce años a las bombas andresmanuelistas, plenas de oportunismo político, como lo demostró con la vacilada de prometer a los tabasqueños que reconectaría con sus técnicos de MORENA, los diablitos cortados por la CFE, para luego tener que reconocer que eso significa burlar la ley.

El distractor laboral nos hace perder el foco de lo realmente importante, que es la definición del "modelo de enseñanza" que debe guiar la política educativa.

Continuar con el modelo tradicional, -caracterizado por un maestro que da información a los alumnos y con ello cumple su función-, lo que nos revela es que éste está fuera de lugar en la época de la WEB.

Mientras los maestros sustentan sus contenidos en la información acumulada en libros de texto impresos, -que de inmediato se vuelven obsoletos frente al dinamismo del mundo de hoy-, lo que se consigue es un lamentable desperdicio de esfuerzo y recursos para ofrecer un producto educativo desenfocado de los retos del mundo de hoy y como resultado, -el desinterés de los alumnos-, quienes saben que toda la información del mundo, -actualizada, filtrada y disponible sin esfuerzo-, se encuentra  a través de los localizadores gratuitos de la WEB.

El verdadero debate debe ser: ¿Qué tipo de contenidos debe tener nuestro modelo educativo?... Y ¿Cuál debe ser el rol del maestro?.

Una idiosincrasia tan compleja como la mexicana, merece un modelo educativo diseñado como "traje a la medida".

Un pueblo hiperactivo y creativo como lo es el mexicano, debe tener un modelo educativo que estimule el interés del alumno y de cauce a este potencial desbordante que tiene el mexicano.

Sin embargo, mientras continuemos replicando el mismo sistema arcaico de siempre, entonces tendremos los magros resultados que han puesto en crisis el pobre rendimiento de la mayoría de los estudiantes mexicanos, según consta en las evaluaciones que se siguen aplicando.

Con toda seguridad podemos afirmar que no es que los niños mexicanos sean pésimos estudiantes hoy, sino que el modelo educativo ya está desalineado de las motivaciones y expectativas de los estudiantes.

Ya es momento de superar la visión cuantitativa y mecánica, para entrar de lleno en el tema cualitativo.

Cualitativo exigiendo como primer requisito calidad moral y vocación en los maestros.

Cualitativo no construyendo más escuelas que no cumplen con los mínimos estándares de funcionalidad para crear las condiciones necesarias para el aprendizaje.

Las recientes evaluaciones muestran que un alto porcentaje de las escuelas públicas de provincia, -principalmente las de las zonas rurales-, no tienen lo básico ni para aprender, ni los servicios fundamentales y dignos que necesitan los educandos.

Calidad en los programas académicos, para que respondan a los retos futuros de México.

El eje de la educación es el compromiso con los estudiantes y no los maestros. De ésto depende la calidad humana de las nuevas generaciones de mexicanos y lo que ellos harán con el futuro de nuestro país.

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