El dolor de de parto llegó mientras el suelo cimbraba. No lo sabían, pero si lograba dar a luz, su hijo compartiría aniversario con el terremoto del 85.

Con esfuerzos, Luz subió a la grúa, no era el mejor vehículo para una embarazada con contracciones, pero era todo lo que tenían. No importaba, era un viaje corto al centro. Su esposo tomó el volante y en la primera vuelta por fin se percataron: la gente ensangrentada, escombros y cuerpos.

No podían hacer nada, la suya también era una emergencia y como pudieron llegaron al hospital sólo para encontrarse con un rotundo “No” en la entrada. “Tenemos todas las camillas ocupadas hay muchos heridos”.

Don César se cansó de rogar, y sin dar más explicación a su esposa, condujo al siguiente hospital. “Vengo a mover los escombros con mi grúa”. Las puertas se abrieron de par en par. Atendieron a su esposa, y aunque la mandaron a casa pronto, para que no ocupara una camilla, Don César cumplió su palabra y junto a otros grueros, ayudaron a mover escombros y sacar gente.

Y así nació una tradición. Cada 4 de diciembre, desde el año del terremoto, grueros de todos los estados de México se reúnen en la Glorieta Peralvillo para llevar a su morenita a la Basílica de Guadalupe. No es la única, 6 imágenes más son cargadas por no menos de cuatro personas.

La llamada “Nacional” es la más importante por asemejar de manera exacta a la imagen ubicada en la Basílica. Con un metro veinte de altura y enmarcada por un baño de oro, avanza apacible entre grueros, choferes y sus familias que se mezclan sin importar estrato social o nivel económico. Para llevar a la Virgen todos son bienvenidos.

Ese día es recomendable evitar accidentes automovilísticos o esperar para mover ese auto que debe ir al mecánico. El 4 de diciembre la mayoría de las grúas de la Ciudad de México estarán cubiertas de globos y flores, presumiendo sus torretas y celebrando un año más de trabajo.

Cada año, la imagen de la Virgen de Guadalupe es resguardada por diferentes familias, quienes se comprometen a realizar mes con mes una fiesta para su morenita. No es fácil, cada quien da lo que puede, pero la presión de saber que antes se ofreció más, hace querer ponerse a la par.
Y pasó, nadie pudo gastar tanto. La comida, el salón, la música y por supuesto, la misa, no eran tanto problema, pero un día alguien llevó a Grupo Niche, otro más a Merenglass y para rematar, alguien se lució con la Sonora Dinamita y ¿cómo superar eso?

Daniel Hernández es un gruero cristiano, y aunque la peregrinación anual no va con sus costumbres religiosas, asiste cada año. A pesar de este hecho, a muchos les sorprendió que levantara la mano: “yo custodio a la Virgen, pero con lo que pueda ofrecer”.
A partir de entonces, y para facilitar la carga, varios custodios tienen la virgen en un año. Inclusive hay una cuenta de banco para aportar dinero a las fiestas o reparaciones.

Para recibir a la Virgen, se cierran las puertas de la Basílica de Guadalupe y se oficia una misa en agradecimiento. Viejos y nuevos custodios se reúnen en el altar, donde mediante la entrega del sirio se hace oficial el cambio de custodio.


Abigail Villagómez López

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, UNAM

Abigail.villagomez@hotmail.com

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