El otro día navegando por la web –lo cual quiere decir que estaba perdiendo el tiempo-, me encontré con una fotografía donde aparecían varios dulces y como pie de página la frase “Diabetes, ven a mí”. No hay algo peor que la gente a la que le gusta subirse al famoso tren, y no tienen idea de cómo es vivir con una enfermedad crónica.

Según datos del Inegi, a 2013 la Diabetes Mellitus era la tercera causa de muerte en el país. Con 89 mil 420 casos de defunción producto de las complicaciones generadas por esta enfermedad metabólica, en cualquiera de sus presentaciones (tipo 1, 2 y gestacional).

Tenía dieciocho años cuando me diagnosticaron con DM2. Las palabras que el médico pronunció son las que me arroparán el resto de mi vida.

Según la agrupación Tragones Anónimos 24 horas, en 2015 aproximadamente 60.6 millones de personas en nuestro país, presentaba algún grado de sobrepeso y obesidad. La asociación busca fomentar buenos hábitos alimenticios, porque el tratamiento de la enfermedad genera pérdidas económicas y reduce la productividad en el país.

Lo que los médicos no te advierten cuando vas a iniciar tu tratamiento es que tú, persona recién entrada a la etapa adulta, deberás dedicar tu tiempo la mitad a la escuela y la otra a estar en revisiones periódicas; que si quieres salir de viaje –como muchos de tus compañeros– tendrás que cargar con todo tu equipo de explorador: jeringas, insulina (refrigerada, por supuesto), pastillas y glucómetro en el equipaje; que gran parte del gasto familiar será destinado a cubrir los gastos propios de todos los especialistas a quienes deberás frecuentar; que es una enfermedad individual, pero que afecta a todo tu núcleo inmediato.

Según la Federación Internacional de Diabetes,  más de 371 millones de personas de entre 20 y 79 años tiene algún tipo de diabetes. Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), para 2012 México ocupaba el primer lugar en casos de DM entre la población de 20 a 69 años de edad.

Cuando una persona, a una edad tan temprana se entera de que tiene un padecimiento de este tipo, además de un fuerte shock emocional, adquiere una responsabilidad muy grande: la de salvar su vida.

Distintas instituciones como la Asociación Mexicana de Diabetes, refieren a que un tratamiento óptimo de la enfermedad implica: buena alimentación, ejercicio y un constante monitoreo de los niveles de glucosa en sangre. Fácil, ¿no?  Definitivamente no. Y es que ¿a qué joven de 20 años no se le antoja un dulce?,  Para mi festejo de cumpleaños, ¿pastel? No,  muchas gracias.

Tener que levantarte a diario para tomar una pastilla; no poder comer hasta que hayas insertado en tu cuerpo una aguja con insulina para poder utilizar la energía que los alimentos te proporcionan, es algo que definitivamente una fotografía producto del intelecto de algún zafio no te podrá explicar. En fin, yo sólo digo…


Colaboración especial por Cristina Ochoa García

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

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