A pesar que por algunos años se bajó perfil de los eventos relacionados con la inseguridad y violencia en la agenda de las autoridades y en los medios de comunicación, en el país la percepción de inseguridad ha ido en aumento. Y tal parece que el sentimiento de inseguridad seguirá creciendo en la medida que la autoridad siga enfocando la mayoría de sus energías en reaccionar para atender las conductas delictivas y no en solucionar otras variables que promueven esta sensación de miedo al crimen.

De acuerdo a la Encuesta de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del INEGI (ENVIPE) en 2014, el 58.1% de los encuestados mayores de 18 años indicó que su mayor preocupación era la seguridad, para 2016 este indicador creció a 59.1%. En lo que refiere percepción de inseguridad a escala municipal o delegacional, las proporciones de las personas creció de 64.2 a 65.1%, respectivamente.

Asimismo, la ENVIPE 2016 indica que 75.7% de los encuestados se percibe como posible víctima de al menos un delito; por su parte, 31% indicó que la seguridad pública en su colonia seguirá igual de mal, mientras que el 38.2% respondió que en todo el país el rubro de la seguridad empeorará.

El problema de la percepción de inseguridad no solo se limita a una instalación emoción o sentimiento de miedo al delito en el imaginario individual y colectivo, si no que el incremento de esta percepción puede tener efectos sociales y materiales negativos que en el corto y mediano plazo son muy complicados revertir. Ejemplo de estos impactos son la disminución de la cohesión social, segregación residencial en las ciudades y pérdida de dinamismo económico (Jasso, 2013).

Este sentimiento del miedo al delito tiene que ver con distintos factores, entre los que se encuentran las estadísticas delictivas, el conocimiento de la ocurrencia algún delito o incluso ser víctima del mismo, la información que proporcionan los medios de comunicación, las charlas que podamos tener sobre el tema de la inseguridad, las expectativas que tenemos sobre la seguridad que proporciona el estado, la cobertura de servicios de seguridad que  proveen actores privados y públicos, entre otros (Kessler, 2009).

En nuestro país, distintas son las fuentes que están influyendo para que la percepción de inseguridad tenga un comportamiento al alza. Aunque, uno de los elementos más importantes es la información que recibimos de los medios de comunicación. En las condiciones actuales de inseguridad es imposible no cubrir las decenas de homicidios que han ocurrido en los últimos días en Sinaloa y Chihuahua, los enfrentamientos armados entre grupos criminales y fuerzas del Estado, los homicidios de personas reconocidas, la desaparición de personas por partes de agentes del Estado, así como la privación ilegal de la libertad sin importar la condición social, entre otros eventos.

Por otro lado, el propio incremento de la violencia y la inseguridad, reflejado claramente las estadísticas delictivas, también está influyendo en la percepción de inseguridad, pues nos hace experimentar la sensación de estar más cerca del crimen. En los dos últimos años, el país, en su conjunto, registra un incremento importante de la incidencia delictiva, en particular, de la violencia homicida. De acuerdo a las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (SESNSP) de 2014 al 2015 las carpetas de investigación por muertes intencionales aumentaron 8.8%, mientras que del 2015 al 2016 el crecimiento fue de 20.6%. Y lo más preocupante de estos datos es que para el 2017, la violencia parece que seguirá creciendo. De acuerdo al Estudio anual de los delitos de alto impacto en México 2016, del Observatorio Nacional Ciudadano, se espera que el homicidio doloso crezca entre 7.39% y 16.41% al finalizar 2017 (ONC, 2017).

Así pues, no se puede seguir ignorando la presencia del elefante en la sala y en este sentido es importante pensar en políticas públicas que atiendan la percepción de inseguridad entre la población. Mejorar las condiciones físicas de los entornos de las personas, mejorar la relación con las policías y ciudadanía, promover la cohesión social y reducir las desigualdades socioeconómicas, son propuestas que podrían tomarse en cuenta para una política de seguridad más integral.

Jasso, Carmina, 2013, “Percepción de inseguridad en México”. En Revista Mexicana de Opinión Pública, Número 23, julio-diciembre, UNAM, México D.F pp. 13-29.

Kessler, Gabriel, 2009, El sentimiento de inseguridad: sociología del temor al delito. Siglo XXI editores.

ONC, 2017, Incidencia de los delitos de alto impacto en México 2016. En línea:

José Ángel Fernández Hernández

Coordinador de la Red Nacional de Observatorios Locales

@DonJAngel

@ObsNalciudadano

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