Aproximarse al homicidio de manera analítica puede parecer una tarea sencilla y quizás para algunos, baste con señalar que se trata de un indicador adecuado para identificar y medir la violencia social que se registra en algún país. Si bien dicha postura resulta un tanto general e imprecisa para el diseño de políticas públicas de control y prevención de este delito debido a que mediante ese enfoque se ignoran las circunstancias o factores que motivan la violencia homicida. Existen diversas maneras de aproximarse a esta caracterización más específica del homicidio y una prueba de ello son las distintas categorías que hemos escuchado durante los últimos años en México que de forma específica se refieren a los homicidios presuntamente vinculados con el crimen organizado. Bajo esta perspectiva, vale la pena retomar el planteamiento de Meneses y Quintana (2012) quienes mencionan que existen al menos tres enfoques que pueden ser abordados para comprender los elementos situacionales del homicidio:

El primero, que concibe al evento homicida como un ambiente microespacial del delito, en donde se involucran diferentes actores y acciones, en lugares y tiempos determinados, para dar pauta a la comisión del delito […]. El segundo, que concibe al evento homicida como un contexto delictivo estructurado en tres fases: un inicio violento o amenazante, una relación intermedia y un final letal […]. Y, el tercero, que concibe al evento homicida como una unidad de análisis específica, cuya estructura está definida por la combinación de sujetos, ofensas y transacciones

que subyacen en un homicidio […], es decir, por una convergencia de procesos y estructuras constitutivas y, al mismo tiempo, constituidas por el acto homicida.

Justamente a partir de la consideración y aplicación del tercer enfoque, Meneses y Quintana mediante su artículo Los motivos para matar: Homicidios instrumentales y expresivos en la Ciudad de México señalan que “una estrategia probada para distinguir y simplificar las causas o motivos que subyacen detrás de un homicidio es a través de la diferenciación entre homicidios instrumentales y expresivos. Detrás de esta distinción existe la idea de que tanto los homicidios instrumentales como emocionales involucran causas, agentes y circunstancias distintas”. En relación con esta clasificación que parte de la literatura especializada es importante apuntar que los homicidios instrumentales deben entenderse como aquellos que son cometidos con un objetivo claro, premeditado y determinado, es decir, implica la voluntad de una de las partes para llevar a cabo el ilícito.

Además, algunos especialistas indican que en muchos casos para quienes cometen este tipo de homicidio, la víctima se convierte en una especie de objeto a partir del cual consideran que pueden alcanzar el beneficio personal perseguido. Por otra parte, los expresivos son aquellos que responden a condiciones precipitadas no son planeados y que más bien son resultado de las emociones que surgen en el momento, diversos autores mencionan que quienes están involucrados en este tipo de homicidios usualmente se encuentran bajo los efectos del alcohol y carecen de la valoración racional sobre costo-beneficio del delito.

Si tomamos en consideración sólo los rasgos generales de estas dos categorías, es evidente que no se pueden generar políticas públicas de control y prevención que no reparen en los factores que impulsan la violencia homicida. Esto resulta mucho más claro si profundizamos y especificamos más los posibles motivos detrás de un homicidio que pueden ir desde aquellos vinculados con las actividades delincuenciales hasta aquellos de índole sociopolítico como ha sido abordado tanto por la Secretaría de la Declaración de Ginebra como por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

En este sentido es preciso mencionar que la ONUDD en el estudio Global Study on Homicide 2013 presenta una tipología de los homicidios que ayuda a identificar de manera estratégica y con perspectiva de política pública las diferentes caras del homicidio en el mundo. De acuerdo con la organización, las tipologías que la literatura maneja en torno al homicidio son diversas y en ocasiones no son exhaustivas pues es un hecho que los motivos detrás de este delito de alto impacto pueden ser múltiples. Para profundizar en dichas cuestiones, la clasificación propuesta incluye únicamente a los homicidios intencionales por lo que quedan excluidas aquellas muertes en defensa propia, muertes en intervenciones legales y los homicidios no intencionales sean estos negligentes o no.

Las tipologías sugeridas por la ONUDD y que serán empleadas en lo posible por el ONC son: homicidios relacionados con actividades criminales, homicidios interpersonales y homicidios sociopoliticos. Hay que señalar que, para la delimitación de estas, el organismo internacional no ignoro lo complejo que resulta determinar las categorías de homicidio, sobre todo porque reconoce que debido a la naturaleza del fenómeno, en muchas ocasiones los motivos de este ejercicio de violencia letal se traslapan. Sin embargo, plantea que las tipologías propuestas son particularmente relevantes desde una perspectiva de prevención criminal.

La primera categoría propuesta por la ONUDD concentra todos aquellos homicidios intencionales relacionados con alguna actividad criminal sea esta de la delincuencia organizada o no. Se identifican dos subcategorías la primera de las cuales hace referencia a aquellos homicidios vinculados con actividades del crimen organizado, es decir, a las actividades de organizaciones más complejas y cuyo objetivo es el de obtener ganancias.

Un ejemplo de este tipo de homicidios se ubica puntualmente en los asesinatos de miembros pertenecientes a organizaciones criminales rivales o en contra de autoridades. Usualmente este tipo de homicidios no se cometen con un fin estrictamente económico, aunque exista un pago a quien lo ejecuta, en ocasiones estos homicidios sirven para refrendar las posiciones estratégicas de carteles o para mandar señales a otros grupos del crimen organizado o a las autoridades. Bajo esta perspectiva, los homicidios pertenecientes a esta subcategoría tenderán a reportar correlaciones con delitos propios de las actividades del crimen organizado.

La segunda subcategoría incluye a todos aquellos homicidios relacionados con otros actos criminales generalmente de naturaleza convencional. Se trata de homicidios asociados a delitos más cotidianos como un robo a transeúnte o a casa habitación; el homicidio no es, en definitiva, la meta última del delincuente, pero sirve para eliminar testigos o como parte de una amenaza que aumente la probabilidad de éxito del delito.

Es importante señalar que, de acuerdo con el estudio elaborado por la ONUDD, la primera subcategoría de los homicidios relacionados con actividades criminales es más volátil o variable entre países, mientras que la segunda subcategoría tiende a mostrar cierta estabilidad. Este comportamiento se podría deber a que los homicidios relacionados con actividades del crimen organizado necesariamente responden a la dinámica territorial de los grupos en cuestión, en tanto que los de la segunda subcategoría son más uniformes dada su diferente naturaleza que se vincula propiamente con la actuación de la delincuencia tradicional.

Por su parte, la segunda gran categoría propuesta por la ONUDD reúne a los homicidios interpersonales los cuales se distingue de otros debido a que carecen de instrumentalidad, es decir, la acción de matar a una persona no se vincula con meta secundaria alguna. De esta forma, los homicidios de esta categoría son medios para resolver un conflicto o castigar a la víctima a decir del reporte.

La primera subcategoría incluye aquellos homicidios interpersonales cometidos por una persona familiar sea esta la pareja o algún pariente. Lo que caracteriza a esta subcategoría es que la víctima está vinculada emocionalmente (hasta económica y legamente) con el atacante.

La segunda subcategoría es un tanto más complicada pues se refiere a homicidios no vinculados a actividades del crimen organizados o a otras actividades criminales, ni tampoco implica una cercanía entre víctima y victimario ni responde a un móvil político o social determinado. Sin embargo, prevalece la falta de instrumentalidad propia del homicidio interpersonal. Se incluyen en esta subcategoría riñas entre vecinos que desemboquen en homicidios, homicidios por venganzas, homicidios en masa o bien homicidios aleatorios.

Por último, la tercera categoría incluye todos aquellos homicidios cometidos con un fin político o basados en cierto tipo de prejuicio de raza, etnicidad, género, religión o preferencia sexual, homicidios cometidos por autoridades cuando estas no desarrollen actividades de su competencia (ejecuciones extra judiciales), linchamiento de criminales, asesinato de periodistas o de personal de ayuda humanitaria.

La primera subcategoría incluye aquellos homicidios basados en prejuicios sociales de raza, etnicidad, género, religión o preferencia sexual y se pueden enmarcar en los llamados crímenes de odio. Cabe destacar que en la práctica es difícil conseguir información de este tipo de homicidios pues las víctimas se muestran reacias a reportarlos o bien no es posible distinguir su muerte de otro tipo de homicidios. Un ejemplo de esta subcategoría son los feminicidios.

La segunda subcategoría incluye a todos aquellos homicidios cometidos con fines propios de una agenda política determinada. En este sentido, podemos ubicar asesinatos de alcaldes, diputados, funcionarios de gobierno, líderes e integrantes de partidos políticos.

Sobre dicha subcategoría consideramos pertinente retomar la investigación realizada por Schatz (2011) sobre el tema, quien de manera específica analiza el caso mexicano de los perredistas asesinados y refiere que mediante el análisis del pasado “podemos mirar hacia el presente de una manera más profunda. Los asesinatos políticos son importantes porque el fracaso de la policía, de las instituciones judiciales y políticas que se derivan de los asesinatos políticos de perredistas significó que las élites políticas podían desaparecer a otras élites por razones políticas”. Bajo esta perspectiva señala que este tipo de delitos como suelen quedar sin castigo estructuran un sistema en el cual existe una alta percepción de probabilidad de que cualquier tipo de homicidio, sin importar cuál sea su motivo, quedará impune. Como mencionamos anteriormente esto puede implicar una severa fractura o problema en la construcción y consolidación de la democracia de un país.

En la tercera subcategoría propuesta por la ONUDD encontramos homicidios relacionados con otro tipo de agendas sociopolíticas, es decir, todo aquel homicidio que no está basado en un prejuicio social o persigue un fin político en sentido estricto pero que se desarrolla en la esfera pública. Se incluyen las ejecuciones extra judiciales, los homicidios de periodistas y de personal de ayuda humanitaria o agentes externos, así como linchamientos.

De acuerdo con el estudio de la ONUDD, pocos son los países que cuentan con datos que permitan clasificar cada homicidio en las distintas categorías propuestas. Sin embargo, resulta de particular relevancia conseguir esta información pues una política pública de seguridad necesariamente requiere conocer las distintas caras del homicidio pues de ello dependerá el diseño, efectividad y evaluación de la misma. Ignorar estas caras del homicidio resultará en un análisis poco objetivo y sesgado hacia modalidades del homicidio más visibles.

En México, desafortunadamente hay casos emblemáticos que se inscriben en todas las subcategorías como se pudo apreciar en cada recuadro sombreado, por lo que consideramos útil y pertinente el uso de las tipologías propuestas por la ONUDD. En la medida que no visibilicemos a estas víctimas y, por ende, tengamos datos más claros de la evolución del homicidio en el país, no podremos elaborar un diagnóstico integral en la materia y mucho menos elaborar políticas que atiendan correctamente las causas y efectos de este delito.

Tras la explicación de cada una de las categorías propuestas por la ONUDD, consideramos pertinente retomar algunos de los planteamientos expuestos por la Secretaría de la Declaración de Ginebra (2011) en torno a los tipos de violencia que suelen tener como desenlace cierto tipo de homicidios. Esta organización plantea que esta aproximación conceptual y de análisis es relevante debido a que en años recientes en países como Irak, México y Somalia los límites entre la violencia política, criminal, íntima o de género se han vuelto en demasía difusos. Derivado de ello, este organismo propone una perspectiva unificada para aproximarse a estos fenómenos como violencia armada, pues bajo dicho paradigma es posible apreciar que las distinciones mencionadas capturan y hacen referencia a distintos niveles de organización y de motivaciones detrás de los actos violentos como se puede apreciar en el siguiente esquema.

La Secretaría de la Declaración de Ginebra plantea una distinción macro de la violencia armada a partir de los niveles de organización, los diversos tipos de actores, los motivos involucrados y las diferentes maneras de contar las consecuencias letales de los ejercicios de la violencia. Contar con este marco de referencia es importante porque hay ocasiones en los cuales los casos de ejecuciones extrajudiciales o los asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad como resultado de intervenciones legales no son contabilizados o siquiera considerados como una faceta más del homicidio derivado de la violencia armada ejercida en determinado territorio.

Bibliografía:

Observatorio Nacional Ciudadano, Homicidio: Una mirada a la violencia en México, México, ONC, 2015.

Área de investigación del Observatorio Nacional Ciudadano

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