Es raro que el estado de Iowa, su capital Des Moines, o cualquier cosa que ahí suceda, alcance las primeras planas de los diarios en el mundo. Excepto cada cuatro años, como ahora, cuando arrancan las primarias tanto del partido republicano como del demócrata, las cuales, tras meses de competencia, arrojarán a los/as dos candidatos/as que contenderán en las próximas elecciones estadounidenses en noviembre. Iowa en este contexto, tiene sobre todo un significado simbólico y político. También mediático. Por tanto, ganar ese estado es importante. Sin embargo, es común que el resultado de esta primera elección primaria se sobrestime. En esta ocasión, sobre todo por lo que puede suceder con candidatos como Donald Trump o Ted Cruz en el partido republicano, vale la pena revisar algunos temas tanto del sistema electoral estadounidense como de la carrera que hoy inicia.

(Aclaro que parte de la información que comparto hoy, no toda, procede del blog FiveThirtyEight de Nate Silver (), una de las fuentes que más sigo desde que formaba parte del New York Times. En ese sitio, como en todos, se cometen errores, por supuesto. Pero sigue siendo de lo más recomendable cuando de análisis electoral estadounidense se trata. Sus predicciones, por ejemplo, se basan en análisis probabilísticos que emplean no una, sino decenas de encuestas, no todas con el mismo peso. Lo que haré a continuación será combinar esa información con apuntes de análisis propio.  Una nota más para quienes lean esto después del 1 de febrero: este texto está escrito sin conocer quién ganó en las primarias de Iowa, pero lo que menciono abajo es igualmente válido si gana o si no gana Trump el día de hoy).

  • Donald Trump debe ser considerado con mayor seriedad de la que muchos, incluido yo mismo, le hemos dado a lo largo de meses. Pensando sobre todo en el poder institucional del partido republicano, y su tradicional capacidad de mover elecciones a favor de candidatos que le son aceptables, varios analistas han subestimado las probabilidades de precandidatos como Trump o Ted Cruz para ganar la candidatura de ese partido. Hasta ahora, ese poder parece estar siendo rebasado, o por lo menos no se aprecia con claridad. Por ejemplo, una grandísima cantidad de políticos con amplia historia militante en el partido, lo que incluye gobernadores, legisladores o exfuncionarios varios, han respaldado a candidatos distintos a Trump o a Cruz, pero ello, hasta ahora, no parece haber alterado ni una pizca las encuestas, como muchos pensábamos que iba a empezar a ocurrir a partir de enero de este año.
  • Particularmente Trump ha entrado en una dinámica en la que no importa lo que diga o lo que opine, por radical o contradictorio que parezca, o lo que decida hacer, como no acudir al debate entre los precandidatos republicanos, y no importa lo que los medios digan de él, o cuánto se mofen de sus ideas o propuestas, sucede lo mismo: Trump sigue obteniendo apoyo por parte de un sector de seguidores, quienes, cansados de políticos tradicionales, le creen y validan un discurso que podría perecer polémico o incorrecto para muchas personas. Si dice “sí”, lo apoyan. Si luego dice “no”, también. Nada parece ser capaz de derrumbar su base de respaldo y eso es lo que está empezando a preocupar a muchos.
  • Si se revisa el blog que acabo de referir, todas las predicciones que se han efectuado hasta ahora, dan a Trump no solo la victoria en Iowa, sino prácticamente en todos los estados en los que hasta hoy, hay encuestas suficientes para aplicar el modelo probabilístico que en ese sitio se emplea.
  • Eso no significa que Trump necesariamente vaya a ganar esta noche o que vaya a ganar en todos los estados que indico. Pero sí significa que sus probabilidades han subido enormemente, y que, de mantenerse sin cambios, Trump podría obtener la candidatura republicana, sin importar lo que menciono abajo.
  • Dicho lo anterior, vale la pena efectuar las siguientes consideraciones:
  1. (a) Las encuestas no aportan propiamente “predicciones”, sino que proporcionan fotografías de un momento muy específico, en este caso, el momento actual. En los últimos años, hemos visto en cantidad de países a encuestas de toda clase “fallar”, o bien “sobrestimar” o “subestimar” candidatos. Revise usted procesos electorales desde el Reino Unido hasta Israel o Grecia. Una y otra vez, el tema se repite: Al día siguiente de las elecciones, muchos medios se dedican a discutir acerca de esas “fallas” o el “fracaso” de las encuestas para efectuar “predicciones”. Esto está arrojando y seguirá arrojando mucho material para que politólogos en todo el planeta estudien y debatan. Pero, más allá de los diseños de las muestras o la potencial imprecisión metodológica de ciertas encuestas, parte del problema, sin duda, tiene que ver con la velocidad a la que la información se mueve, y la rapidez a la que un importante sector de las audiencias puede cambiar su toma de decisiones a partir de ese imparable flujo de información. Por tanto, hoy más que nunca, es importante entender que las encuestas de febrero nos dan el panorama de febrero, no el de mayo o junio.
  2. (b) El sistema electoral estadounidense es muy complejo. Y lo es más durante las elecciones primarias, una competencia que dura varios meses y en la que el panorama puede cambiar de semana a semana. En cada estado se compite por determinados votos electorales, dependiendo del tamaño de la población de ese estado y el número de distritos que contiene. Por ejemplo, un candidato podría ganar durante todo febrero los estados de Iowa (6 votos electorales), New Hampshire (4 votos), Carolina del Sur (9) y Nevada (6), sumando en total 25 votos. Ese candidato podría obtener toda la cobertura mediática, dominar los temas de los editoriales y análisis. De pronto, podría llegar otro candidato y ganar la primera elección de marzo: Texas, y adquirir solo con ello 38 votos electorales, superando al ganador inicial de cuatro estados. La advertencia en este caso es no arribar a conclusiones prematuras, sin antes observar los resultados de los estados más grandes.
  3. Por consiguiente, un número importante de variables entran en juego en la competencia republicana actual. El primero de ellos tiene que ver con el hecho de que hoy, en Iowa, compiten doce precandidatos. Eso significa que las preferencias electorales se dividen hoy entre doce personas de las cuales poco a poco irán renunciando contendientes. Ese voto que hoy se divide entre doce, quizás habrá que dividirlo entre cinco, cuatro o tres en algunas semanas. Eso cobra enorme relevancia no solo porque la competencia por los estados grandes inicia en marzo, sino porque las encuestas que empezaremos a observar dentro de algunas semanas, se van a ver muy distintas a como se ven las encuestas de hoy.
  4. Va un ejemplo: en el propio estado de Iowa, hay 37% de personas que dicen que no les agrada la idea de que Trump sea el candidato republicano. La cuestión es que hoy, ese 37% de electores se reparte entre los otros 11 precandidatos que compiten contra Trump. Actualmente, el apoyo con el que cuenta Trump, en una competencia de 12 le es suficiente para ganar este y probablemente los próximos estados. Eso podría variar enormemente cuando la competencia sea entre muchos menos contendientes.
  5. Como resultado, las primeras semanas de estas primarias serán cruciales para empezar a ver quiénes van dejando la competencia, observar si acaso esos candidatos salientes respaldan a algún otro contendiente, y, sobre todo, para empezar a medir hacia donde se empieza a mover ese grupo de personas –que son bastantes- quienes actualmente manifiestan que no votarían por Trump a ningún precio. Más aún cuando la competencia por los estados grandes inicia en marzo.
  6. Por último, hasta ahora, el establishment del partido republicano parece, en efecto, dormido o rebasado por candidatos divergentes como Trump y Cruz. Sin embargo, estimo, eso podría cambiar en las próximas semanas, sobre todo si es que Trump gana durante todo el mes de febrero como las probabilidades indican. Habrá que esperar y ver la reacción del núcleo de ese partido para movilizar a ese sector más tradicional que no desea ver a Trump ganar. Un par de golpes efectivos en estados grandes podría alterar todo el panorama.

Conclusión: paciencia. La competencia apenas inicia. Dura hasta junio. Y todos los episodios cuentan. ¿Usted cómo lo ve?

Twitter: @maurimm

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