Se sabe que el liderazgo de la OTAN, alianza de la que Turquía forma parte, estaba enormemente molesto. Un incidente como el que estaba protagonizando Ankara, pudo haber acarreado consecuencias imprevisibles si Moscú hubiera decidido responder con fuego tras el derribo de su avión militar la semana pasada. Pero Turquía, sin duda, sabía del enojo que iba a ocasionar. Igualmente, Ankara debe haber calculado las consecuencias que disparar contra un caza ruso iba a provocar. Por tanto, tres preguntas emergen: (1) ¿Por qué, a pesar de esas potenciales consecuencias, Turquía decidió derribar el avión? (2) ¿Qué hará Putin para asegurarse de que, a pesar de no poder disparar de regreso, sus respuestas sobrepasen con creces cualquier repercusión que Ankara hubiese calculado? y (3) ¿Qué tipo de secuelas arrojan estos hechos en un plano mayor, tanto para efectos de la guerra civil en Siria como para efectos de las relaciones entre Rusia y Occidente? Hoy en el blog, algunas respuestas al respecto.

¿En qué estaba pensando Turquía?

  • Rusia decide, apenas hace unas semanas, intervenir en Siria de manera directa y con toda su fuerza, por varios motivos. Uno de ellos es rescatar la posición de Assad en la guerra civil y demostrar con ello que está dispuesta a emplear todo el poder que sea requerido con tal de respaldar a un aliado. Adicionalmente, Moscú busca, por supuesto, asegurar que sus intereses estén absolutamente garantizados en un país que le es completamente estratégico desde hace décadas, cualquiera que sea el desenlace de esa guerra civil. Pero mucho más allá de eso, Moscú está buscando mostrar a Occidente que mantiene intereses de superpotencia y que tiene la capacidad y disposición a usar la fuerza cuando de defender esos intereses se trata.
  • Operativamente esto se manifiesta en la puesta en marcha de la mayor cantidad de bombardeos en Siria que cualquier potencia extranjera haya efectuado en tan pocas semanas.
  • Algunos de estos bombardeos han sido contra ISIS, pero la mayor parte ha sido en contra de otros enemigos de Assad, es decir, contra las milicias que apoyan países como Estados Unidos, Arabia Saudita, Qatar y, por supuesto, Turquía. Moscú, en palabras simples, está combatiendo contra Turquía (y otras potencias), aunque de manera indirecta.
  • En términos de lo que esto significa para las otras potencias que participan en esta guerra civil, lo que Rusia ha hecho es, sobre todo, ocupar espacio. Tomar posesión de buena parte del cielo sirio, y con ello, dificultar las operaciones de esas otras potencias. En estas operaciones Rusia ya había violado el espacio aéreo turco en más de una decena de ocasiones, y no solo eso, sino que lo ha hecho para bombardear, entre otros grupos, a milicias que apoya Turquía.
  • Ankara evaluó la situación, y decidió que, dadas las condiciones adecuadas –una violación de su espacio aéreo y el caso omiso a sus advertencias-, ya era tiempo de enviar un mensaje a Moscú no solo para hacerle saber el enorme descontento que ha producido su intervención en la guerra civil siria, sino para demostrarle que Turquía no tiene miedo en oponerse de manera directa a los intereses rusos si tiene que hacerlo.
  • Antes de tomar esta decisión, el liderazgo turco tuvo que haber efectuado una serie de cálculos. El primero y más importante, es que Moscú no iba a atreverse a responder con fuego, siendo Turquía un miembro de la OTAN, pues ello podría escalar el conflicto hacia proporciones inimaginables. El segundo, que Moscú iba a buscar responder diplomática y quizás económicamente, pero no más allá de eso. En la evaluación de Ankara, por lo visto, los riesgos eran inferiores que los beneficios por haber mostrado a Moscú que estaba dispuesta a emplear la fuerza de ser necesario.
  • Por consiguiente, para Putin, sabiendo que no podría responder con fuego, se hizo indispensable implementar una serie de respuestas que rebasaran cualquier acción que Turquía hubiese podido calcular. Dicho de otra manera, Putin necesita elevar el costo a Ankara por su decisión. Y ese es el punto en donde ahora mismo nos encontramos.

Consecuencias en cinco planos

Por lo pronto, estos hechos están arrojando consecuencias en al menos cinco planos distintos.

  • Consecuencias en las relaciones ruso-turcas. Este tema es enormemente amplio y no puede ser abarcado en este espacio en su totalidad. Para Moscú, Turquía no es solamente un país con el que tiene una gran cantidad de vínculos comerciales estratégicos, sino que representa una especie de colchón en sus relaciones con Occidente. Moscú busca constantemente mantener a Ankara lo más cerca posible del Kremlin, a pesar de que Turquía es miembro de la OTAN. Así que además del daño que esta situación ocasiona en temas como la cooperación militar ruso-turca, el turismo o el abastecimiento de gas, Putin está haciendo saber a Ankara que se siente “golpeado por la espalda”, y que, en estos momentos, no le importa mantener a Turquía lo más lejos posible, aún al costo de que Erdogan se refugie cada vez más en la OTAN.
  • Consecuencias para la guerra civil siria. Moscú no puede responder con fuego contra Ankara, pero sí puede intensificar sus bombardeos contra las milicias que Turquía apoya (al igual que las otras milicias que respalda la coalición liderada por Washington). Esto tendrá la consecuencia inmediata del recrudecimiento de los combates en Siria entre las tropas leales a Assad –apoyadas por Moscú- y sus rivales.
  • Consecuencias para la guerra de todos contra ISIS. A partir de los atentados de París y la cada vez más afianzada convicción de que ISIS es un enemigo común a todas las partes involucradas, se estaba empezando a gestar una especie de coordinación entre los bombardeos de Moscú y por lo pronto Francia (con la mira de que, quizás más adelante, algunos países más serían incluidos en estas operaciones coordinadas), contra ISIS. Tras el derribo de su avión militar por Turquía, es de esperarse que Moscú se muestre reticente a seguir adelante con esta coordinación y se mantenga privilegiando sus bombardeos en contra de milicias distintas a ISIS en esa guerra civil.
  • Consecuencias para la paz de Siria. Un día después de los atentados en París, se anunció que las negociaciones de paz para Siria estaban avanzando. Incluso, se decía esos días, en solo 48 horas se había logrado un progreso tal que se elevaba el optimismo para conseguir una próxima resolución al conflicto, al menos entre algunos de los actores que lo componen. Tras el derribo del avión ruso, ese panorama cambia radicalmente. El Kremlin buscará hacer saber a Turquía y a todos los países occidentales que le respaldan, que la agresión contra Moscú tendrá consecuencias, incluso en este terreno. Así que, lamentablemente, podemos prever que las negociaciones tendrán que esperar; la guerra civil continuará con todas las repercusiones humanitarias que ello conlleva.
  • Consecuencias para las relaciones generales Occidente-Rusia. Putin ha dejado muy claro en su discurso que no considera la agresión turca como un hecho aislado que Washington no pudiese haber evitado. En su visión, los sucesos tendrán también consecuencias en la posibilidad de cooperar con Occidente, un tema que no se limita a Siria. Por ejemplo, después de que tanto Moscú como París sufriesen los recientes embates por el terrorismo, muchos hablaban ya de una nueva fase en las relaciones del Kremlin con Occidente; incluso se mencionó la posibilidad que se estaba gestando para resolver cuestiones como Ucrania de manera definitiva. El incidente entre Turquía y Rusia vulnera enormemente estos esfuerzos.

¿Todo eso por el derribo de un avión? En efecto, todo eso. Al menos. Así que se puede entender la molestia en distintos países miembros de la OTAN. Ahora habrá que pasar de la molestia a los esfuerzos por recomponer y reparar el daño ¿Usted cómo lo ve? ¿Ese daño pudo ser evitado? ¿Debió evitarse?

Twitter: @maurimm

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