Hace 25 años, el Papa Juan Pablo II celebraba la liturgia de la Virgen de Lourdes y recibía a un grupo de peregrinos enfermos. Su homilía fue memorable.

“También en Lourdes Dios revela su amor, realizando de nuevo en nuestro tiempo la promesa de consuelo, a través de la ternura materna de María y el humilde testimonio de santa Bernardita, que recibió de ella el mensaje. Dios nos consuela a nosotros, su pueblo, cuando nos hace reflexionar sobre el misterio de su Hijo, nacido de la Inmaculada, la Llena de Gracia… En ella se revela la misericordia, que se extiende de generación en generación” (Homilía del 11 de febrero de 1992, n.2).

Ya entonces consideraba a los enfermos un grupo relevante de los humildes. “El enfermo, según el Evangelio, es un pobre, y todos los que sirven a los que sufren buscan entender el misterio del dolor a la luz de la primera bienaventuranza predicada por Jesús en el monte. Los que sufren son la imagen de la pobreza evangélica; una pobreza que, iluminada por la Cruz y el dolor de Cristo, se transforma en riqueza y don. En efecto, precisamente en la extrema ‘pobreza’ del Calvario, Jesús se reveló como ‘siervo’ del Padre y siervo-redentor de todo hombre. Los sufrimientos, inscritos en el cuerpo y en el espíritu de todo hombre, nos hacen comprender el valor y los méritos de quien se encuentra en una dura prueba” (n.3).

En realidad, san Juan Pablo II puede ser considerado cabalmente el Papa de los enfermos. No sólo dedicó una estupenda reflexión al tema del sentido redentor del sufrimiento (Salvifici doloris, publicada también un 11 de febrero, pero de 1984), sino que él mismo lo manifestó a través de su propio cuerpo. Además, decidió erigir un Pontificio Consejo que se dedicara a atender a los agentes evangelizadores que trabajan en el ámbito de la salud, erigiéndolo precisamente un año después (institución hoy incorporada al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral).

Fue en mayo del mismo 1992 que decidió establecer precisamente el día de la Virgen de Lourdes como la Jornada Mundial del Enfermo, que ahora, bajo el impulso del Papa Francisco, llega a su cuarto de siglo, y para cuya celebración en el Santuario de la Gruta de Massabielle ha enviado al Secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin.

Entre los documentos más relevantes, sin duda, del Consejo para los Agentes Sanitarios, debe contarse la Carta de los Agentes Sanitarios, que fue publicada en 1995. En ella, desde una muy sensata y actualizada interdisciplinariedad, se describen los criterios pastorales que deben acompañar a todos los involucrados en el acompañamiento de los enfermos. Esta Carta, sobre el mismo esquema, ha sido ahora puesta al día, incluyendo la consideración sobre tecnologías médicas y reproductivas de los últimos lustros.

El ánimo originario por el que Juan Pablo II alababa a la Virgen hace veinticinco años no ha perdido su fuerza, ni la puede perder. “Bendita seres, María, modelo de nuestra fe e imagen viva de nuestro itinerario hacia Cristo. Bendita eres, Virgen María, modelo de caridad y de amor materno para con todos los que buscan consuelo. Bendita eres tú, que engendraste para nosotros a la fuente de la vida. Bendita porque nos has asociado a cada uno de nosotros al sufrimiento redentor de Cristo Crucificado, y nos has llamado a servir al que sufre. Bendita eres tú, porque nos precedes en el camino del Evangelio y nos invitas a hacer lo que él, tu Hijo, nos indicará que debemos cumplir a lo largo de los caminos del mundo. Bendita eres tú, porque nos enseñas a amar a los pobres, a los humildes, a los pecadores, como Dios los ama” (n.5).

Foto: Rogier van der Weyden, San Lucas pintando a la Virgen María

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