La campaña #NiñasNoMadres tiene el propósito de llamar la atención sobre un problema en América Latina. Un problema que, en realidad, es el entrecruce de varios.

Primero: esta campaña busca visibilizar el grave problema de violencia sexual que están viviendo las niñas en América Latina. Especialmente las que tienen entre 10 y 14 años de edad (en donde, se supone, no nos debería quedar la menor duda de que se trata de relaciones no consentidas). En la mayoría de los casos, se trata de una violación reiterada, por parte de personas cercanas a las niñas. O sea: en la mayoría de los casos hablamos de una violencia sexual reiterada que el Estado falla, una y otra vez, en detener (ya olvídense prevenir). Se trata de una violencia sexual que se convierte en violencia institucional.

Además de la violencia, está el embarazo que muchas veces resulta de ella. En México, según Ximena Casas de Planned Parenthood Global, cada día 30 niñas entre 10 y 14 años dan a luz. 10 y 14 años. No hablamos aquí de mujeres que deseaban ese embarazo (o, si quiera, la relación sexual de la cual resultó). Hablamos de niñas. De 10 años. De 11 años. De 12 años. Hablamos de violación. Ahora: el problema no es solo la violación. No. El embarazo en sí es un problema. En niñas menores de 16 años el embarazo implica un riesgo de muerte 4 veces mayor que en mujeres mayores. Tienen mayor riesgo también de desarrollar infecciones, eclampsia, parto prematuro y la mortalidad y morbilidad neonatal. O sea: cada día que están embarazadas es un día en el que su salud y su vida corre peligro. Es tal el impacto del embarazo en las niñas, que se ha visto una correlación entre el embarazo y la depresión y el suicidio.

El problema con el embarazo, por supuesto, no se acaba con el parto. Según el informe , dedicado de lleno a este fenómeno: “A comparación con las mujeres que tienen hijos luego de la adolescencia, las mujeres que se convierten en madres adolescentes tienen menos probabilidad de terminar la escuela, más probabilidad de tener empleos de pago bajo, más probabilidad de recibir asistencia social durante los años siguientes al nacimiento y más probabilidad de ser madres solteras y sufrir mayores niveles de pobreza”. O sea: la maternidad, en estos casos, se convierte en un factor que no solo no rompe con el ciclo de pobreza en el que muchas de estas niñas ya estaban sumidas, sino que lo fortalece.

Lo que me lleva al tercer problema que busca visibilizar la campaña #NiñasNoMadres: la falta de acceso a la interrupción del embarazo para estas niñas. A pesar de que en la mayoría de los países en América Latina, es legal que se interrumpa el embarazo o bien cuando la vida o la salud de la niña o mujer están en riesgo o bien cuando el embarazo fue producto de una violación, siempre se encuentran excusas para no darles a las niñas esta opción. Y es necesario afirmarlo: este es un derecho de estas niñas. ¿Por qué? Porque las mismas leyes penales de la mayoría de los Estados lo reconocen, para empezar. El embarazo en estas niñas fue resultado de una violación; o sea, no fue elegido. Encima: siempre representa un riesgo a su salud y a su vida. Quizá tienen la suerte de que al final no les pase nada; pero están en riesgo. Sí o sí. Y corren un mayor riesgo con el embarazo que las mujeres adultas. Una de las cosas básicas que tutela el derecho a la salud y el derecho a la vida, es que el Estado no nos puede obligar a tomar riesgos que no queremos. Si queremos asumirlos, bien. Pero no se nos puede obligar a asumirlos. Negar el acceso al aborto es una manera en la que los Estados están obligando a estas niñas a correr estos riesgos. Ellas no pueden elegir si eso es lo que quieren o no. Tienen que asumir estos riesgos. Punto.

Violencia sexual, maternidad forzada, pobreza garantizada: ese es el presente de muchas niñas en América Latina.

Ante este escenario, hay mucho por hacer. Las políticas de prevención sexual en la familia son cruciales. Las políticas para detectar y detener esta violencia también. Las políticas para garantizar el respeto de los derechos de las que tienen hijos también son necesarias. La maternidad ya no debe ser más un factor de desigualdad en nuestros países. Tener hijos no puede seguir suponiendo para las mujeres algo tan costoso para sus vidas. Urgen políticas efectivas para reducir las brechas de pobreza y de desigualdad económica (lo que implicaría un cambio radical del sistema que tenemos actualmente). Urgen. Pero urge también garantizar el acceso a la interrupción del embarazo. La maternidad no puede seguir siendo forzada. Es una medida de reparación mínima que se debe garantizar. Asegurar que la violencia no prosiga con un embarazo. Que se detenga. Es lo mínimo. ¿Podremos garantizarles siquiera eso a las niñas?

P.D.

- Para más información: visita . Para todas las cifras, checa que han sacado al respecto.

- Para entender cómo es que se justifica negarles el acceso a las niñas a la interrupción del embarazo, puedes checar (en el que se repasan los 6 argumentos más comunes que se utilizan para justificar esta atrocidad).

- Para todavía más información, puedes ver a 3 expertas en el tema.

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