Luis Javier Maciel Paniagua

“A veces me dan ganas de llorar, pero las suple el mar”.

José Gorostiza.

El mar no es el mismo para todos nosotros. A algunos nos tocaron aguas tranquilas y claras, que rara vez se agitan u oscurecen. Otros se esfuerzan para no hundirse en medio de zonas profundas. Sin embargo, hay personas, la gran mayoría, que sufren tifones y tormentas impiadosas que arrebatan todo cuanto ellas aman día tras día.

Marina no conoció el mar, sino hasta después de que su madre abandonara a la familia. El padre, un viejo lobo de mar, sería su mejor compañía por un breve periodo. Ella, nunca previno que su nueva vida en la costa provocaría la pérdida del cariño de su padre, a causa de una nueva madrastra, ni que su anhelo de ser cantante estuviera frustrado por una mala atención médica: Marina es alérgica a los mariscos, pero el día que lo descubrió le practicaron mal una traqueotomía que le dañó las cuerdas vocales. Es por esto que ella escapó del dolor de su casa y persiguió su sueño.

Todos los peces de la Tierra es una obra inspirada en hechos reales, que fue escrita por Bárbara Perrín Rivemar, una joven bajacaliforniana. Bárbara ya se había asomado a la escena nacional con la inclusión de sus trabajos en ediciones del Festival de la Joven Dramaturgia de Querétaro. El texto es el monólogo de Marina, que narra sus peripecias, triunfos, fracasos y la final pérdida de su padre en el inmenso mar, lo cual motiva a la poesía de la autora a encontrar imágenes radicales para conmover al espectador.

En esta ocasión no considero la dirección de Alejandro Ricaño la más precisa. A pesar de que el montaje posee imágenes muy hermosas y el trabajo en las actrices es contundente, puede cuestionarse la decisión de limitar la participación de las mismas al espacio de una plataforma colgante. El espectador es testigo de varios años de la vida de Marina, en lugares diferentes entre sí, los cuales la escenografía con función de columpio desaprovecha, obligando al asistente a una propuesta escénica plana. Tan es así, que Gina Martí permanece a la derecha de Adriana Montes de Oca más de media obra, para cambiar de lugares una única ocasión. Este hecho, combinado con el ritmo de la narraturgia, puede provocar cansancio para algunos miembros del público.

Las actuaciones de Gina Martí y Adriana Montes de Oca, salvo algunos pasajes donde falla la dicción, es buena. Ambas conforman un buen equipo en el escenario, congenian bien sus tamaños y voces. Otros elementos del montaje, como la iluminación de Roberto Paredes y el diseño de vestuario de Mauricio Ascencio, son excelentes y suman al montaje.

Todos los peces de la Tierra, de Bárbara Perrín Rivemar, es una metáfora de la vida, que a veces te quita más de lo que te da. El mar muestra su inmensidad y bravura, incluso su soberanía sobre nosotros, pero tarde o temprano dibuja un sendero entre las aguas para llegar al lugar al que pertenecemos.

Ficha técnica

Todos los peces de la Tierra, de Bárbara Perrín Rivemar

Dirección: Alejandro Ricaño

Elenco: Gina Martí y Adriana Montes de Oca

Asistente de dirección: Ángel Luna

Diseño de iluminación: Roberto Paredes

Diseño de vestuario: Mauricio Ascencio

Escenografía: Ricardo Ricaño

Prensa y relaciones públicas: Sandra Narváez

Producción: Todos los peces de la Tierra

Diseño gráfico: Perrín Creatif

Ilustraciones: Nuri R. Melgarejo

Construcción de escenografía: Alberto Orozco

Teatro La Capilla. Madrid #13, colonia Del Carmen, Coyoacán.

Días de función: miércoles a las 20:30 horas. Desde el 14 de junio hasta el 30 de agosto.

Costo: 250 pesos general y 150 estudiantes, maestros, INAPAM, vecinos de Coyoacán, Iztapalapa y Benito Juárez.

Google News

Noticias según tus intereses