La Unión Nacional de Padres de Familia, en un esfuerzo por impulsar la reforma a la constitución local  de protección a la vida prenatal en Veracruz, hizo la desafortunada declaración donde considera que  las mujeres que interrumpen su embarazo son equivalentes a sicarias. Esta declaración no sólo banaliza la situación de violencia que vive el estado de Veracruz al utilizarla para reforzar la criminalización de las mujeres, sino que también ignora la realidad de violencia que viven las niñas y las mujeres bajo el yugo del sangriento sicariato.

Sicario es una palabra latina usada para nombrar a quienes empuñaban  la daga llamada Sica. El sicario, figura ya reconocida desde tiempos del derecho romano, se describía como apuñalador y envenenador. Actualmente la palabra se usa para denominar a quien asesina por encargo a cambio de un pago.

Sobre las sicarias sus compañeros han declarado: "Son bonitas, adolescentes de buen ver, para engañar más a los contrarios", dijo Rogelio Amaya, del grupo criminal La Línea. Las sicarias nunca están solas, forman parte de una célula y hay una relación contractual que implica a un contratan te, un intermediario, un ejecutor y una víctima. De acuerdo con la prensa, jóvenes y niñas menores de edad han sido .

¿Cómo se compara esto con mujeres y niñas que interrumpen un embarazo? Veracruz es el cuarto estado donde las mujeres sufren más violencia física y sexual por parte de su pareja. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Veracruz ocupa el quinto lugar nacional en denuncias por violencia sexual. Visto así, las mujeres que abortan en Veracruz son víctimas, solas, violentadas incluso en el hogar: lo justo opuesto a la definición de la sicaria.

Además de que han sido incapaces de contener la ola de violencia, con su apuesta por la criminalización, los grupos antiderechos convierten en delincuente a cualquier mujer con una urgencia obstétrica —basta con un sangrado para ser sospechosa.

El crimen organizado y que ven en la organización criminal el único modo de asegurarse un futuro, aunque breve. A ellas el Estado también les ha fallado. Las mujeres y niñas, por la dimensión de género, viven una vulnerabilidad particular que las coloca en el ojo del crimen organizado, tal y como lo demuestran los estudios, los carteles han expandido sus fuentes de ingreso en delitos como el secuestro y la extorsión.

Veracruz tuvo un crecimiento de 127% en la tasa de feminicidios, siendo el sexto estado con mayor crecimiento de 2007 a 2009. En Veracruz se reportaron 109 casos oficiales de feminicidio entre 2014 y 2015. Durante 2010, el gobierno de Veracruz reportó 747 casos de mujeres desaparecidas. Con ello, es la entidad con mayor prevalencia de mujeres desaparecidas: 19 por cada 100 mil.

Mientras la Fiscalía de Veracruz elimina de su portal , los grupos antiderechos guardan silencio sobre la sistemática violencia que viven las mujeres, en particular las niñas y jóvenes. En vez de exigir que el Estado cumpla con sus obligaciones, se colocan de su lado al distraer la atención de la violencia que se vive, y evidencian con sus dichos la intención de criminalizar a las mujeres,  revictimizando a quienes sufrieron violencia.

Al comparar la decisión de una mujer de interrumpir legalmente un embarazo, con la actividad de una sicaria, asocian el derecho a la salud y a la vida privada con el horror de la violencia. Una mujer que ejerce su autonomía reproductiva e interrumpe un proceso que ocurre en su cuerpo nunca será igual a quien dispara contra un ser humano.

Vida sin violencia para las niñas y mujeres de Veracruz y justicia para las víctimas es lo que se debería exigir, en vez de hacerle el juego al gobierno que quiere ocultar la violenta realidad del estado. Banalizar la violencia es una ofensa para las niñas y mujeres que han sido víctimas, para las mujeres que libremente pueden optar por su maternidad deseada.

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