Por Juan José Díaz Infante*

Escribí hace unos días una columna sobre la Bienal de Fotografía en el Centro de la Imagen en la Ciudad de México, me sigue inspirando a que debo seguir aclarando algunos puntos que han quedado poco claros y que se vuelve evidente las confusiones y comunicaciones que aparecen en la red donde parecería que cada profesional de la imagen en vez de establecer los parámetros fotográficos y virtudes de la Bienal se habla más de un complot de desinformación.

El viernes pasado estaba con una amiga buscando un lugar donde comer y decidiendo algún restaurante que pareciera garantizar una mínima capacidad de estar, caminando vimos una terraza que prometía al menos poder fumar y una buena vista. El letrero de afuera decía “Cecina de Yecapixtla”. Pasamos a sentarnos, sillitas y mantel de plástico. El menú era muy escueto, un menú corrido con una sopa, una carne y un postre o "a la carta” con opciones de sopes y quesadillas. Al preguntarle al mesero de qué eran los sopes, el mesero contesto,”hay de frijol o salsa”. Me sorprendió que en  ningún momento me dijera pollo o papá o chorizo. Pedimos como resignados cada uno, un sope, una quesadilla y una cecina. Llego de regreso a la mesa, de manera muy precisa un sope, solamente la tortilla de maíz gruesa, una quesadilla y un plato con una pieza de cecina. Junto unos pequeños platitos con frijol, queso rayado, chile y crema. Un plato con tortillas envueltas en una servilleta. Yo sentía que faltaba algo más. Probé la cecina, sabía a cecina, espectacular, caliente, se cortaba como mantequilla y el sabor no era aceite o sal, tomé una tortilla, también caliente, recién hecha, de nuevo espectacular, la mordí enrollada, estaba recién hecha, ya con una curiosidad maquiavélica le puse la medida exacta de frijoles al sope, unté los frijoles de tal manera de que fueran la cama perfecta para espolvorear ese queso fresco rayado . Sabía a frijoles el frijol. No necesitaba sal o salsa o pollo o chorizo. Elementos tan sencillos resulta que podían ser memorables. Una tortilla se podía cantar y celebrar. Me di cuenta que toda la virtud de disfrutar una tortilla es que realmente sepa a tortilla, la cecina a cecina y, cómo es que hemos perdido esa esencia de las cosas.  Disfruté mi cecina que sabía a cecina, con mi tortilla que sabía a tortilla, con frijol que sabía a frijol. Una gran comida. Esta comida me ayudo a reflexionar cómo ya no tenemos contacto con la calidad y hemos cedido a la conveniencia, donde una hamburguesa es preferible tenerla rápido a que nos sepa a hamburguesa, preferimos tenerla convenientemente a que tenga nutrición para el cuerpo. Vivimos constantemente una degradación  de la calidad.

No comprenderás pero escucha el dolor

no me lo puedo llorar en un pañuelo.

Tristán Tzara

Hablando de la falta de entendimiento de la Bienal, Juan Antonio Molina Cuesta en Pagina en Blando, habla de la pieza del alambre de púas con pelo de vaca, cuya ficha expresa el allanamiento del espacio y la domesticación de los animales: “Linde pudo haber sido la pieza clave dentro de la XVII Bienal de Fotografía. Con Linde, Carlos Iván Hernández buscaba producir una situación estética a partir de la combinación entre lo sutil y lo violento del objeto, mediante el uso inteligente de la sinécdoque, problematizando la relación entre representación y cosa, forzando el concepto de evidencia e incluso el concepto de índex, no sólo sintetizando la representación del cuerpo y del territorio, sino comprometiendo el cuerpo y el espacio del espectador.”

Juan Antonio Molina Cuesta escribe que le falto explicación a la obra para poder ser "obra". A mi, a primera vista, me parece que no es una fotografía, porque la instalación es un alambre de púas clavado a la pared y los pelos de vaca son unos pelos de vaca pegados al alambre de púas, el formato y el soporte no son fotográficos y efectivamente es una geografía clave de la Bienal de Fotografía por que es el elemento que falla desde el punto básico de definición, nombre del evento, reglas y convocatoria, donde es evidente que ya cualquier cosa se define arbitrariamente como siglo XXI y fotografía. Mi manera de explicar esta situación es que “Linde” es esa tortilla que no sabe a tortilla. Y se vuelve una discusión imposible  cuando 5 intelectuales firman un acta diciendo que sí es una tortilla y que oficialmente es más importante el número de firmas, el acta y su legalidad.  Mi punto es un regreso a los básicos, si de veras todos los involucrados son tan buenos artistas, curadores y organizadores, lo más sencillo y amable al prójimo era que esas tortillas fueran fotografías para decir exactamente lo mismo.

Juan José Díaz Infante*
Curador transdisciplinario

Director de la misión espacial Ulises I, director del Colectivo Espacial Mexicano, ha editado más de 30 libros y producido 9 videos experimentales.

Como artista y curador ha participado en exhibiciones en México y en el extranjero, que incluyen la Bienal de Venecia, Fotofest, ISEA, Mes Cultural Europeo, TransitioMx, entre otros.​

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