La cultura automotriz japonesa es bastante interesante y, si navegas por Instagram, es probable que hayas notado las siglas JDM en algún hashtag. Esto se refiere a los autos del mercado local japonés, donde existen desde los kei cars hasta deportivos de culto, como el Nissan GT-R.

Por pensar en deportivos naturalmente vienen a la mente datos de potencia que son cifras elevadas pero en los años 90, esto fue limitado por el gobierno japonés…o eso se intentó. Lo que se llamó el Acuerdo de Caballeros, o “Gentlemen’s Agreement” en inglés, fue el motivo para regular este punto en el país del Sol Naciente.

Los alerones más icónicos de la historia
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Te doy mi palabra

Antes de entrar en el tema, un es básicamente darle tu palabra a alguien sobre algo. Es una promesa no escrita que, como solía ser en otras épocas, era inquebrantable. Este fue el acuerdo que tuvieron el gobierno japonés con las diferentes marcas de autos locales en 1989.

La promesa decía que la potencia máxima que un auto debía generar era de 276 caballos de fuerza. Para el gobierno, era más que suficiente para obtener aceleraciones contundentes a la par de evitar carreras clandestinas que pusieran en peligro a la población.

Para ello, las marcas de autos obedecieron el acuerdo de no sobrepasar esta cifra de potencia en los entonces recién lanzados Toyota Supra de cuarta generación o Nissan GT-R R34, entre muchos otros modelos…o eso es lo que venía en la ficha técnica.

Fue usado durante la cuarta entrega de la saga.
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Legalmente, todos cumplían con el Gentlemen’s Agreement pero al verificar la potencia con dinamómetro y equipo especializado, fácilmente se superaban los 276 caballos. Esto generó el mismo impacto que la prohibición del alcohol en Estados Unidos, donde el exceso de potencia era un secreto a voces.

Para los más apasionados, esto representaba un fruto prohibido porque era como romper la ley sin romperla, se volvió un motivo para comprar esos autos que hoy son motivo de culto. Como dato curioso, si un GT-R era para exportación, sí se anunciaba una cifra de potencia superior pero para el mercado se mantenía en 276 caballos de fuerza.

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El fin del acuerdo

Aunque nunca hubo una penalización por parte del gobierno japonés hacia las armadoras por vender autos más potentes de lo que la palabra de ambos había acordado, el Gentlemen’s Agreement quedó eliminado en 2004, cuando el Honda Legend (Acura RL en Norteamérica) ya anunciaba 300 caballos de fuerza en Japón.

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Hoy en día esto ya quedó en el pasado, pero queda grabado en un capítulo de la historia donde, curiosamente, los autos más potentes de Japón no sobrepasarían los 276 caballos de fuerza (al menos en papel) pero que en sus entrañas entregaban más.

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