Las realidades históricas y geopolíticas que han dado notoriedad a Cuba, también han sido causa de sus desgracias. Fue descubierta por Colón en 1492, y a partir de 1517 de ella partieron las expediciones que conquistaron gran parte del continente americano y convirtieron a España en la primera potencia mundial de la historia. Cuba y Puerto Rico fueron las ultimas colonias americanas del otrora inmenso imperio español, que llegó a su fin en 1898 con la guerra hispano-estadounidense. Cuba pasó a ser protectorado militar de Estados Unidos hasta que, en 1902, se estableció la República gobernada por presientes cubanos que fueron represivos dictadores al servicio de Washington, ya que mediante la infame Enmienda Platt a la Constitución de 1901, siguió controlando la isla. La dependencia fue más deshonrosa a partir de los años 40 del siglo pasado, cuando los capos mafiosos (Luciano, Costello, Genovese, Anastacia, Lansky, etcétera) convirtieron a La Habana en su centro de operaciones. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial convergieron los intereses de los servicios de inteligencia estadounidenses con los de los gobiernos cubanos y de la mafia. Cuba se convirtió en uno de los primeros narco-Estados, pues en el negocio de los estupefacientes y del lavado de sus ganancias participaban altos mandos del gobierno y del ejército.

Esa situación cambió radicalmente en enero de 1959 con el triunfo de la revolución de Fidel Castro, que derrocó al gran socio de la mafia, Fulgencio Batista. Sin embargo, la feroz embestida de EU para aniquilar la revolución y a su líder, forzó a Castro a aliarse con la Unión Soviética, lo que incluso provocó la más grave crisis de la Guerra Fría, que estuvo a punto de desatar la tercera guerra mundial por la instalación de misiles nucleares soviéticos en la isla. A pesar de que EU rompió las relaciones diplomáticas e impuso un embargo económico, el régimen castrista sobrevivió gracias a la protección de su nueva metrópoli colonial, que duró hasta la década de los 90, cuando se extinguió la URSS.

Después de más de cuatro siglos y medio, Cuba se liberó de tutelas extranjeras, pero se repitió la nefasta herencia histórica del colonialismo. Cuando los pueblos se emancipan, las élites autóctonas (de derecha o de izquierda) conservan las viejas estructuras autoritarias, excluyentes y antidemocráticas para asegurar su poder político y económico a costa del bienestar de las mayorías. En Cuba sigue vigente el fallido modelo estalinista del Estado policiaco unipartidista que no respeta derechos, exige conformidad ideológica, enaltece el patético culto a la personalidad, etcétera, a pesar de que la URSS desapareció y China se ha vuelto capitalista. Mucho del subdesarrollo y pobreza puede achacarse al boicot de EU, pero también ha jugado un papel decisivo la política de la nomenclatura castrista para mantener al país aislado, a fin de perpetuar su posición y beneficios. Acabo de visitar La Habana y constatar el fracaso de una revolución que se hizo en nombre del pueblo y para el pueblo: se eliminaron las desigualdades socioeconómicas, pero ello se hizo convirtiendo a todos en pobres.

Raúl Castro, que heredó de su hermano la presidencia y que durante 50 años comandó las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que controlan la seguridad, la agricultura, el turismo y las telecomunicaciones (¿?), anunció que en abril dejará el cargo. Ojalá ya se registre el cambio que el pueblo cubano, tan histórica y culturalmente cercano a México, necesita urgentemente para incorporarse a la modernidad y abandonar el dictatorial colonialismo interno de la Guerra Fría en el que lo mantienen los anacrónicos caudillos revolucionarios.

Internacionalista, académico y embajador de carrera

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