En Hermès, el tiempo también adquiere la cualidad de objeto. Hermès ha convertido la tensión que lo habita en una singularidad. Más que medir, secuenciar o controlar, la maison busca otro tiempo: un tiempo destinado a despertar las emociones, a abrir paréntesis, a crear espacios de fantasía y esparcimiento.

Ésta es la premisa detrás de sus guardatiempos. Como el caso del reloj Arceau. Creado en 1978 por Henri d’Origny, sabe cómo equilibrar la paradoja entre clasicismo y fantasía. Todos sus detalles están muy meditados, sin renunciar a su capacidad de no tomárselo nunca demasiado en serio.

Las características que distinguen al reloj Arceau son su tipografía, inspirada en la elegancia del galope, y sus asas asimétricas. Este modelo da un giro a los códigos convencionales de la relojería para vivir su propio tiempo. Ahora, el nuevo Arceau Très Grand Modèle atrapa esta filosofía en dos nuevas declinaciones de colores de esfera: avellana y lacada azul. Tras la primera palpita el calibre manufactura automático Hermès H1837.

Con Arceau Très Grand Modèle, el tiempo puede desprenderse de las obligaciones... pero nunca del estilo. Por eso se combina con una correa de aligátor en color azul abisal o topo mate. Este modelo, siempre joven a sus cerca de cuarenta años, exhibe con orgullo su estilo paradójico.

En ambos modelos la caja es de acero, mide 40 mm y tiene fondo transparente. En la versión con esfera avellana, los números árabes son de oro negro en relieve, grabado en espiguilla, con vuelta de horas efecto soleil y agujas de oro negro. Este reloj tiene 193 componentes y 28 rubíes. Late a 28,800 alt/h. Tiene funciones de horas, minutos y fecha. En el modelo lacado azul, los números árabes son en calco de plata en polvo y luce agujas rodiadas. En este caso late con movimiento de cuarzo y tiene funciones de horas, minutos y fecha a las 6 h.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses