Para el CEO de Facebook, Mark Zuckerburg y sus colegas, el éxito detrás de la red social más grande del mundo es sencillo partiendo de su objetivo: "Dar a la gente el poder de construir comunidad y acercar al mundo". Al ofrecer a los usuarios la oportunidad de conectarse con amigos y compartir contenido significativo, fortalece las relaciones y lazos comunitarios.


El hecho de que se trate de un cuadro bastante idealista de la sociedad no ha impedido que Facebook florezca. Sin embargo, examinar lo que la gente realmente hace en el sitio, cómo interactúan entre sí y lo que sienten sobre el comportamiento de amigos y conocidos, demuestra que la verdad es más compleja.
 


The Open University del Reino Unido realizó una investigación, cuyos datos fueron difundidos por el diario El País, en la que se dan testimonios de los usuarios. Una de ellas citó: “pasarla especialmente mal con los comentarios que defienden las armas”. "De verdad que desearía que las armas fuesen mucho menos accesibles y estuviesen menos mitificadas en la cultura estadounidense. En todo caso, no me parece que Facebook sea el lugar preferido para escuchar puntos de vista opuestos, de modo que en general no hago caso a los comentarios de esa naturaleza".

En el otro extremo del espectro estaba esta otra entrevistada: "Le escribí a una amiga que mi niña de dos años ya contaba hasta 40 y se sabía el alfabeto en tres idiomas. Esto hizo que un contacto de Facebook escribiese de manera pasiva agresiva en su muro sobre los padres extremadamente competentes que se pasan todo el tiempo presumiendo de sus hijos. Me dieron ganas de quitarla de la lista de amigos después de ese incidente".
 

Pero hay otra cuestión que envuelve todo esto: ¿Por qué lo soportamos?


En Facebook uno escribe un mensaje sin saber exactamente quién va a leerlo, pero a sabiendas de que seguramente entre la audiencia habrá conocidos y otros no tan conocidos que tienen valores y creencias diferentes.

En las conversaciones cara a cara es probable que cada uno hable con el suegro, los compañeros de trabajo o los amigos del colegio en contextos separados, usando diferentes estilos de comunicación. En cambio, en Facebook todos verán el mismo lado de cada uno, además de poder ver las opiniones de las personas con las que se relaciona.
 


Por ejemplo, si un compañero de trabajo o un familiar nos molesta, es probable que por razones de deber o responsabilidad familiar no queramos quitarlos de la lista de amigos. En vez de eso, los usuarios suelen hacer cambios discretos en los ajustes de la red para evitar que las opiniones que consideran ofensivas aparezcan en su canal, sin provocar muestras externas de conflicto con otras personas.
 


Aunque ninguno de los participantes en el estudio declaró haber reducido el uso de Facebook debido a la frecuente indignación que experimentaban al usarlo. Por el contrario, podemos conjeturar, es esta oportunidad de criticar ligeramente el comportamiento de nuestros conocidos lo que nos atrae del sitio.


Similar a la experiencia de “ver para odiar” programas de televisión que no nos gustan pero que disfrutamos burlándonos de ellos, esta puede considerarse una forma ligera de “leer para odiar”. Entrar en Facebook puede darnos la oportunidad de indignarnos (o quizá solo picarnos un poco) ante las opiniones desinformadas y el comportamiento de otros. Y eso proporciona una sorprendente cantidad de placer. En resumen, a los usuarios les gusta la diversidad que ofrece la red social más popular del mundo. 

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