Si bien la tecnología ha permitido conocer más sobre ciertas conductas animales, un estudio reciente de la Universidad de Minnesota sugiere que -tal como se percibe en los videos- en muchos casos la presencia de estas naves altera a ciertas especies.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores pusieron collares de rastreo en seis osos negros, lo que permitió medir sus reacciones ante 17 de estos vuelos.

Los científicos descubrieron que cuando los drones pasaban a 20 metros de su ubicación, la frecuencia cardíaca de los osos aumentaba de forma importante, alcanzando alzas de hasta 123 latidos por minuto (el promedio en reposo es cercano a 75 latidos por minuto).

"Todos los vuelos implicaron una respuesta psicológica de parte de los animales, lo que se tradujo en un alza de sus pulsaciones", explica a "El Mercurio" Mark Ditmer, autor del estudio y académico del Departamento de Vida Silvestre y Biología de la Conservación de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos. Según da cuenta el investigador, en la práctica no todos los osos reaccionaron físicamente a la presencia de objetos voladores, pero esto no significó que no se sintieran alterados por su presencia.

"Investigadores, la industria y quienes usan drones a modo de ocio deben tener cuidado de acercarlos a refugios de vida silvestre o especies en peligro de extinción, ya que una alta carga de estrés puede ser negativa", plantea.

De ahí que el siguiente paso en la investigación de Ditmer sea "averiguar qué especies son particularmente sensibles a estos dispositivos, hasta qué distancia es prudente acercar drones a los distintos animales, y qué tan factible es hacer que se acostumbren a su presencia".

A principios de año, la revista Biology Letters publicó un estudio que mostraba que los patos temían más a los drones que se aproximaban verticalmente (descendían del aire por sobre ellos) que a los que volaban de forma horizontal a su encuentro. En el caso de los flamencos, se recomendaba grabar por sobre los ocho metros de altura: menos espantaba a las aves.

El estudio del equipo de Ditmer se publicó en la última edición de la revista Current Biology.

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