Estamos viviendo cambios sin iguales en la humanidad. Las maneras en las que convivimos, aprendemos y trabajamos atraviesan grandes transformaciones y pronto estaremos ante nuevas realidades nunca vistas. Cuando hablamos de estos temas, generalmente nos enfocamos en las nuevas tecnologías y su aprovechamiento para mejorar la calidad de vida de las personas, sin embargo ¿cuál es la raíz de este futuro prometedor? La respuesta es clara: nuestras niñas y niños.

Si bien han surgido nuevos caminos para asegurar un crecimiento óptimo de nuestras hijas e hijos, la Crianza Perceptiva es uno de los pilares más fuertes para lograrlo; a través de ésta se fomenta el desarrollo de la autorregulación y se promueve el desarrollo cognitivo, social y emocional. Un enfoque de crianza perceptiva busca también, la interpretación adecuada de lo que nos quieren comunicar las niñas y niños, además, hace hincapié en el afecto positivo y en respuestas con altos niveles de calidez a través del reconocimiento verbal. Llevar a cabo este proceso es de gran importancia, ya que como sabemos, las experiencias de la primera infancia repercuten profundamente en el desarrollo del cerebro y definen el aprendizaje, la salud, el comportamiento, y a la larga, las relaciones sociales, nivel de educación e ingresos económicos del adulto. Sólo para ponerlo en perspectiva, cuando una persona nace, su cerebro ya contiene casi todas las neuronas que llegará a tener, y si se ofrece crianza perceptiva para los dos años, ya se han creado trillones de conexiones neuronales.

La Crianza Perceptiva se basa en precisamente crear un entorno estable que asegure la salud y nutrición adecuadas de la niñez y, al mismo tiempo, les brinda oportunidades de estimulación para el aprendizaje temprano a través de interacciones que son emocionalmente propicias y receptivas a la etapa de desarrollo. De esta manera, promover la Crianza Perceptiva en la familia fortalece el vínculo entre padres/cuidadores e hijos desde antes del habla, al acunarlos y mediante contacto visual, sonrisas, vocalizaciones y gestos cariñosos. Es así como el pequeño comienza a explorar y aprender del mundo que lo rodea y comienza a participar en la comunicación humana al desempeñar su propio papel.

Se calcula que 250 millones de menores de 5 años (el 43%) en los países de ingresos bajos y medianos, como México, enfrentan la posibilidad de un desarrollo inadecuado tan solo debido a los factores de riesgo de pobreza y retraso del crecimiento. Además de la pobreza extrema, la paternidad a una edad temprana, la discapacidad, la violencia familiar, el consumo de sustancias psicoactivas y la depresión materna son elementos que obstaculizan la Crianza Perceptiva al impedir que las familias ofrezcan el cuidado sensible y cariñoso que sus hijos necesitan desde el comienzo de la vida.

¿Qué hacer al respecto? Debemos de empezar por mejorar las leyes y políticas públicas que den acceso a los padres o cuidadores a los recursos necesarios para brindar un entorno sensible y propicio a sus hijos y sus familias. Estos incluyen apoyos económicos, protección contra la inseguridad alimentaria del hogar, licencia por maternidad y paternidad remunerada, atención de salud universal, servicios asequibles de estancias infantiles, acceso universal a la educación preescolar y primaria de buena calidad, y entornos seguros entre otras.

Finalmente, para que el compromiso y las políticas públicas arrojen resultados tangibles sobre el desarrollo de los niños, los padres/cuidadores deben estar bien informados, por lo que es fundamental empoderar a las mujeres, las familias y las comunidades para mejorar el cuidado, la alimentación, y la seguridad física y psicoemocional en los entornos donde crecen las niñas y niños mexicanos que representan el futuro de nuestro país.

Director del Programa de Salud Global en la Universidad de Yale

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