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Los límites que resguardan su investigación no están cercados por una cinta amarilla con la leyenda “peligro”, pero él debe protegerse también de malhechores. No usa una bata blanca ni guantes de látex y bisturí, pero desde su laboratorio puede desnudar a una persona a partir de sus hábitos en internet. Disecciona a sus pacientes según su lista de amigos en Facebook, las fotografías en el celular o su última conexión de WhatsApp.

Se encarga de reunir un rompecabezas informático y reconstruir la escena del crimen, casi como un investigador de la exitosa serie CSI: Crime Scene Investigation, a través de computadoras. Sus pistas y evidencias no son fisiológicas, pero sigue un protocolo de acción para reconstruir una historia, en la que el presunto culpable ha desaparecido.

“En el programa CSI hay un cuerpo y alguien que cometió un homicidio, pero el presunto homicida no se encuentra dentro de la escena. No puede llegar cualquiera a moverlo, hay ciertos protocolos y medidas que se tiene que realizar”. Así sucede en su labor de indagación.

Tras el sello hermético de dos puertas con seguridad computarizada, Andrés Velázquez realiza su trabajo como forense digital desde el laboratorio cibernético de Mattica, la empresa que dirige. Su trabajo le ha formado el hábito de estar siempre alerta, porque sabe que la intrusión a su espacio de trabajo, al igual que un correo electrónico pueden resultar una amenaza.

Un forense digital realiza investigaciones en las cuales los resultados se obtienen de elementos tecnológicos. Cualquier dispositivo que tenga memoria externa o capacidad de almacenar información puede ser investigado, desde una memoria USB, discos, cámaras digitales, tablets, hasta el registro de redes sociales de un Smartphone, a pesar de que con anterioridad se haya intentado borrar el historial.

Todos los datos que se consigan por esa vía se pueden presentar en un procedimiento penal donde se juzgan delitos cibernéticos, es decir, aquellos que se cometen en internet o están relacionados con tecnologías de la información. Los más comunes son el robo de identidad, violaciones a un sistema operativo, pornografía infantil, el robo de secretos industriales, fraudes financieros y robo de propiedad intelectual.

Incluso se pueden analizar delitos que se ejecutaron fuera de la red: secuestros o acusaciones por violación. Todo a partir de un estudio que correlaciona información del dispositivo o de redes sociales, mediante análisis de frecuencias e interacciones de la persona en su cuentas.

La labor de un CSI

Los casos que más trabaja Andrés en su empresa tienen que ver con problemas de confianza. Por ejemplo, si a Valentín se le ocurriera robar la cartera de clientes de la oficina en la que trabaja y de la que acaba de ser despedido, la empresa donde laboraba podría recurrir a los servicios del forense digital y a partir de un rastreo de los aparatos que utlizó para el robo de información se podría identificar la marca, el modelo, la fecha en que se realizó el evento y qué información se llevó. El CSI mexicano daría con él luego de una exploración digital, puesto que asegura, “a diferencia de las personas, estas cosas (los aparatos digitales) no mienten, la información está ahí, sólo hay que interpretarla”.

El procedimiento de investigación que utiliza un forense digital se divide en cuatro pasos: la identificación o el aislamiento del equipo, la preservación, el análisis y la presentación de resultados.

Con el uso de programas especializados de software y hardware, los peritos digitales pueden generar imágenes forenses, que son copias del contenido almacenado en el dispositivo que se analizará, además pueden tener acceso a los archivos que fueron borrados o a aquellos que tienen clave que impide su visualización.

Al tener los datos, el forense digital debe contextualizarlos en tiempo y espacio para hacer una interpretación sobre la manera en que ocurrieron los hechos, describir la escena del cibercrimen y posteriormente sostener lo dicho al entregar las pruebas en un juicio penal.

Su labor trata de realizar el perfil de una persona desde su historial de navegación en internet, a partir del análisis de sus mensajes, contactos, páginas que más visita, imágenes y videos descargados, puesto que serán analizados conforme al contexto del caso y de la persona, con ellos se pueden identificar los intereses e inquietudes que motivaron o no su conducta.

El trabajo de un forense digital es diferente al de un hacker, aunque lleguen a tener similitudes, lo que cambia son los fines por los cuales laboran. A pesar de que al término hacker se le adjudica un significado negativo, su trabajo también puede ser para bien. Sin embargo, la desemejanza radica en que los forenses digitales cuidan que la realización de su trabajo se mantenga y realice en apego a la ley.

En el aspecto legal, su trabajo debe cubrir un procedimiento administrativo previo, primero pactar un acuerdo de confidencialidad con los clientes, se firman cartas de aceptación de responsabilidades, se llena también una carta de custodia y finalmente se debe demostrar la pertenencia del equipo analizado.

Entrenamiento para e-forenses

Andrés no tiene una formación que lo certifique como forense digital, porque no existe una matrícula académica que se enfoque a este oficio de manera específica. Es Ingeniero en Cibernética y Sistemas de Cómputo egresado de la Universidad La Salle; sin embargo, explica que el estudio de esta profesión es multidisciplinario, porque no sólo se requiere conocer sobre sistemas operativos y de archivos, sino que intervienen otras disciplinas.

Es necesario conocer sobre sicología para destacar tendencias de comportamiento de una persona mientras utiliza el medio digital, de criminalística para estudiar con detenimiento patrones y conductas, y sobre derecho, porque se requiere conocer el marco legal de acción ante este tipo de delitos.

A pesar de la carrera profesional que se estudie, al ejercer el cómputo forense se debe estar en constante actualización de conocimientos, porque la manera en que trabajan cambia con rapidez por los avances tecnológicos que se presentan en programas computacionales y la innovación en instrumentos de trabajo.

Campo de oportunidad

El forense Andrés inició su labor en la informática criminal desde hace casi 15 años, porque se dio cuenta que en México no existía, a diferencia de otros países, una especialización para asesorar a personas o instituciones que fueran vulneradas por algún ataque cibernético. Notó que con este tipo de casos se tenía que hacer investigación para determinar la culpabilidad de los implicados y darle solución al hecho.

Después de trabajar en empresas internacionales decidió volver a México para resolver tal carencia, pero cuestionaba la manera en la que podría introducirse al mercado si las leyes mexicanas no tipificaban como delito las actividades maliciosas que se realizan en internet o por medio de dispositivos tecnológicos.

El especialista explica que “la tecnología avanza mucho más rápido que la parte legal” y esto implica que no se cuestione sobre las consecuencias de las transformaciones mediáticas que se presentan en la actualidad.

Fue en 2006 cuando decidió abrir la empresa Mattica, de la que hoy es director. Recuerda que al principio su labor era mucho más fácil porque los gadgets que analizaba eran menos complejos a los actuales, como los teléfonos celulares que apenas guardaban contactos y mensajes, puesto que ahora tienen todo un sistema computacional dentro de ellos.

Los servicios que ofrece un forense digital son caros, por lo que sus principales clientes son empresas y no individuos.

El salario de alguien que se dedica al cómputo forense fluctúa entre los 10 mil y los 30 mil pesos mensuales, pero depende de la trayectoria y formación que tenga para el trabajo.

Aunque Mattica es una empresa privada, Andrés da conferencias de concientización a personal de las fuerzas públicas, como la Policía Cibernética, sobre los peligros y consecuencias que tiene la navegación en internet.

La burbuja de protección

Al tener una ocupación similar a la de un investigador encubierto, Andrés Velázquez suele ser muy meticuloso con su seguridad y la de su trabajo. Algo que disfruta es levantarse todas las mañanas y sorprenderse con los nuevos retos que su profesión le deparan.

La única manera en la que pude describir con claridad su profesión y la resolución de crímenes informáticos es: la magia, tanto que a pesar de ser ingeniero, la forma en que los aviones mantienen su vuelo aún lo considera un hecho mágico.

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