En una sartén a fuego lento se sofríen trozos de carne de cerdo condimentada con un poco de jengibre, puerro y ajos picados en diminutos cuadros. Cuando está a media cocción se vierten dos cucharadas de vino de cocina y salsa de soya. Luego se espolvorea una pizca de azúcar y se agregan dos cucharadas de consomé. Un hilillo de vapor, será la señal de que casi está listo el platillo.

Entonces llega el invitado principal del banquete: un pepino de mar previamente sazonado en una cacerola con agua hirviendo, sal, consomé de pollo en polvo y vino. Tres minutos más y el festín culinario chino queda listo para deleitar a cualquier paladar, sobre todo el de las élites asiáticas, que desembolsan hasta 300 dólares en un restaurante de Hong Kong, China. El manjar proviene de México, donde curiosamente el hábito de comerlo es casi nulo.

Desde que en Asia escaseó, los chinos le echaron el ojo a México, en donde encontraron suficiente pepino de mar, a partir de los años 90. El Isostichopus fuscus —en el Pacífico mexicano— está en peligro de extinción, mientras que el Isostichopus badionotus —en el Golfo de México— está sobreexplotado. Esto es motivado por su precio: un kilogramo del equinodermo se cotiza entre 100 y 600 dólares en el mercado asiático. Por su aprovechamiento en toneladas, las ganancias son millonarias. Los menos favorecidos en la cadena son los pescadores, quienes únicamente reciben alrededor de 25 pesos por kilogramo del producto, con base en una consulta a varios de ellos hecha por EL UNIVERSAL.

“Como plaga bíblica”

“En el lado del [Océano] Pacífico, [el pepino de mar] se empezó a pescar antes, pero cuando la autoridad quiso intervenir fue demasiado tarde. En la parte del noroeste está considerado en peligro de extinción, está en veda total. Entonces los chinos, al no poder capturar la especie ahí, se vinieron a Yucatán [en la zona del Golfo de México]. Van recorriendo el mundo como plaga bíblica”, dice Miguel Ángel Olvera Novoa, doctor en Ciencias por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y experto en el estudio de estas especies.

La regulación de la pesca del pepino de mar impulsada por el gobierno no sirvió de mucho. Las mafias chinas subcontratan empresas mexicanas para capturar esta especie y traficarla ilegalmente. Para ello utilizan métodos de “co
cción” o “sancocheo”, que reducen el peso. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha reconocido el contrabando de pepino de mar por método hormiga, ocultos en refrigeradores, bolsas, paquetería, cajuelas de vehículos o hieleras, en donde son cubiertos con otros ejemplares marinos. “Eso dificulta su verificación y ubicación con el objeto de exportarse a países asiáticos” vía marítima o aérea.

Prueba del flujo sistemático son las casi 42 toneladas de pepino aseguradas por la Secretaría de Marina (Semar) durante los últimos nueve años. Los estados con más operativos son Quintana Roo, con 20 mil 829 kilogramos; Campeche, con 11 mil 440, y Yucatán, con 9 mil 597 de 2006 a 2015, de acuerdo con documentos obtenidos vía la Ley de Transparencia.

Aunque la Profepa está encargada de las bases de datos, sólo reportó 3 mil 164 kilos en el mismo lapso. En recurso de revisión negó decomisos en las zonas rojas antes mencionadas por la Semar y los expertos en el tema.

“Necesidad” de pescadores...

Bernardo Cruz (nombre falso para proteger su identidad) lleva el aroma del mar impregnado en su piel. A los 13 años empezó a bucear en las costas de Quintana Roo para convertirse en pescador. El océano lo flechó; “Quieres conocer más, buceamos 60, 80 y 100 pies, más hondo, te vas enamorando”. Con su arpón ha cazado infinidad de pescados, cangrejos y langostas, según la temporada. Hace una década comenzó a pescar pepino de mar. Corrió el rumor de que lo pagaban bien. El negocio llegó al Golfo de México cuando escaseó en el Pacífico. “Era tal la euforia del pepino, porque entre más tiempo estabas en el fondo del mar era más dinero. Había gente que ni sabía nadar y se moría en las profundidades. Es la necesidad”, dijo.

La jornada de Bernardo, de 49 años, era de cuatro días, desde las 4:00 de la mañana a las 16:00 horas. Subían a un barco pesquero en el que llevaban hielos, gasolina y un chaleco de hule espuma, pues “está cabrona el agua fría. Te pones una faja de plomos que está amarrada a la manguera de oxígeno que maneja el que está arriba, y tú llevas un amarre con un costal para meter el pepino. Una vez fuera, el producto se introduce en una nevera. Luego va a un taller donde una veintena de mujeres los destripa; les cortan la punta del cuerpo y los aprietan. “Lo tiran en tinacos de agua helada y a lado hay cacerolas de agua caliente. Lo sancochan [precocido], lo sacan, lo tiran y lo salan. Una vez así lo meten en cajas, todo en minutos”, explica el quintanarroense con más de tres décadas buceando en Campeche, Yucatán y su estado natal.

Al final de la jornada recibe entre 7 mil y 8 mil pesos por día —equivalente a entre 280 y 320 kilogramos—, a 25 pesos el kilo. Él sabe que no es legal lo que hace con algunas especies; no obstante, dice, “es de lo que vivimos la mayoría. Las autoridades se van contra nosotros cuando las que sueltan el varo son las mafias chinas”.

De acuerdo con autoridades ambientales, van 46 sujetos de nacionalidad mexicana detenidos. Los oficios de Profepa y de la Procuraduría General de la República (PGR) indican que los principales destinos del pepino de mar son China y EU.

Por colocarse como un negocio transnacional, un agente de la Profepa que pidió el anonimato dice que “debería ser un asunto para la Interpol. En 2012 nuestros jefes estaban en preparativos para subirlo a la agenda”.

Bernardo explica: “También hay mafia cubana que compra y los revenden. Muchos chinos vienen a hacer contratos, vienen con las empresas mexicanas y te dicen que te compran lo que hagas de pepino. Cuando hay veda no son pendejos, como está difícil cruzar las aduanas, nos lo pagan por adelantado; te dicen: ‘Mándame el producto y te doy 50% más’”.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), de 2010 a 2015 se autorizó a 677 empresas explotar el producto en Yucatán, Baja California, Baja California Sur, Michoacán, Sonora, Campeche y Quintana Roo. Pese a que las fuentes hablan sobre el contrabando a partir de capital ilegal chino, la dependencia apunta que “no se encontró registro de sanción o multa de algún procedimiento administrativo (...) a ninguna empresa dedicada a la pesca de pepino”.

Daños al ecosistema

Al igual que Bernardo, hace casi un lustro las comunidades pesqueras yucatecas abandonaron el pulpo, la langosta y el merlo para volcarse sobre el pepino de mar (incluido en la categoría de Protección Especial de la Semarnat). Por su poca movilidad es presa fácil. Se volvió la joya gracias a la presión de los orientales en la costa.

El doctor Jorge Alberto López Rocha, catedrático en la Unidad Multidisciplinaria de Investigación Sisal (UNAM), con sede en Yucatán, señala: “La experiencia aquí indica que a pocos años de fuerte explotación, [la especie] prácticamente está sobreexplotada . Es difícil que se vuelva a abrir a corto plazo otra temporada de pesca de pepino de mar”.

No hay abundancia y eso tiene consecuencias en la reproducción de esta especie para repoblarse, explica López Rocha, cuyas investigaciones se centraron en ese tema cuando la Sagarpa decretó —en abril de 2015— veda permanente para la especie en casi todo Yucatán, donde se han ignorado reglamentaciones oficiales como talla mínima de captura, permisos o lanchas permitidas, contribuyendo así a la disminución de bancos de pepino de mar en las zonas explotadas. Esto trae problemas para su conservación y también un desequilibrio ecológico en su hábitat.

“[El pepino de mar] es el limpiador del fondo marino. Por sus hábitos, se desplaza y se alimenta de detritus [partículas de materia descompuesta]”, comenta López Rocha.

En sus desplazamientos por el fondo del mar, el pepino se entierra y remueve organismos. “Se conoce como una bioturbación”, que permite que las profundidades del océano se oxigenen y eso beneficie otras especies.

“En la trama trófica —o red alimenticia—, al ser uno de los niveles bajos, también afectará a sus depredadores”, dice el doctor en Ciencias.

En algunos casos, la pesca excesiva acaba por extirpar a la población [de pepino de mar] de la zona . “Quedan muy pocos organismos y la pesca desaparece porque no resulta rentable”, añade el doctor en Ciencias, Miguel Ángel Olvera, quien propone un “ecomanejo”, en el que la comunidad debe involucrarse.

“Si lo quieren capturar todo hoy, no van a tener nada para mañana”, advierte.

Eso sucedió con Bernardo, cuyos tiempos de caza en Celestún, Progreso, Telchac, Morelos y Ría Lagartos terminaron. Teme ser detenido. “A partir del 28 de febrero hasta el 1 de julio con la veda de langosta es lo más terrible”, dice. Sus bolsillos se vacían, ahora la hace de chalán en lanchas de turismo. Si Bernardo continúa o no como pescador ilegal, no importa, el pepino sigue llegando al paladar de los asiáticos y los traficantes internacionales siguen sin ser detenidos. 

(Con información de Wendy Soberanes)

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