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En los últimos 20 años, Baja California Sur se ha convertido en un sitio atractivo para estadounidenses que buscan emprender una nueva vida, particularmente en los municipios de La Paz y Los Cabos.

Las razones para emprender y decidir vivir aquí son la naturaleza, la tranquilidad y su gente. “Es simplemente fantástico”, dice Peggy Rodríguez, quien hace seis años quedó fascinada y decidió integrarse a la comunidad paceña y dejar atrás su vida como responsable de bibliotecas y hospitales en Boston.

Con sus 70 años de edad su vida tuvo un cambio de estilo radical. Dos veces por semana va al mercado Nicolás Bravo, donde don Alfredo, de la pescadería “Hermanos Calderón” le sugiere comprar el pez ojotó, el cual no conocía y le encantó. En la frutería Margarita admira los “vivos colores” de las frutas y verduras y aprovecha para practicar su español.

Peggy se jubiló hace 15 años y tras enviudar por segunda vez llegó a La Paz, desde Vermount, en 2011. Una amiga la invitó y quedó enganchada.

“Hay algo que te agarra el alma y no te deja. Cuando vas entrando por la carretera y observas la bahía, y al fondo las montañas, es indescriptible. No te cansas de admirar. Yo creo que cuando uno se cansa de vivir en La Paz es porque ya se cansó de vivir”, expresa con claridad.

“A mí nunca me han rechazado por ser americana, a pesar de que Estados Unidos no ha sido un buen vecino con México”, asegura. Justo por esto se avergüenza de la forma en que se ha expresado el presidente Donald Trump hacia México, el país que muchos estadounidenses han elegido como su segundo hogar.

Y es que BCS no sólo les ofrece naturaleza, calidad de vida y un lugar para descansar. También es un buen sitio para invertir. Peter Sparrow, empresario que llegó a La Paz en 1996 para ayudarle a sus padres a administrar el hotel en el que habían invertido, prefiere que lo llamen Pedro. Disfruta su familia, los negocios y le encantan los litorales sudcalifornianos.

Pedro no sólo se entusiasmó con las bellezas naturales, sino que se enamoró de la paceña Verónica Perpuli, su esposa, socia y madre de sus dos hijos.

Originario de Los Ángeles, comenta que desde niño tuvo mucho contacto con la cultura latina y viajaba constantemente a las dos californias mexicanas. Finalmente la vida y el amor lo hizo quedarse en el extremo sur.

La Paz, describe, es una ciudad tranquila, amable y abierta a recibir a la gente de distintas partes del mundo. “Aquí tengo todo: mi familia, mis hijos, mis amigos y mis negocios”, dice.

Es dueño del bar Tequila’s, en el malecón de La Paz, y ahora tiene más amigos mexicanos que estadounidenses.

En la sala de su casa, decorada con un estilo rústico mexicano, junto a Verónica, su esposa, Pedro considera que México y Estados Unidos viven un momento complicado en su relación. Admite que le duelen las expresiones de Trump hacia los mexicanos: “Nos duele lo que se ha dicho de México. Nuestra familia es mexicana, nuestros amigos lo son”.

“El respeto que hemos tenido aquí hacia ellos [estadounidenses] para las ofensas que hemos recibido de su presidente es impresionante”, asegura su esposa Verónica.

Pedro y Verónica se mantienen unidos. Más allá de la política, dicen, su familia es lo principal. Sus hijos irán a la universidad próximamente y ellos seguirán invirtiendo en México y disfrutando de BCS.

Al final del día, comenta Pedro, “la gente sabe bien distinguir quiénes son los buenos”.

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