Antonio Luigi Mazzitelli terminó su encargo en México como representante de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés). Encargo que ejerció con sobradas luces jurídicas y altura de miras, pero sobre todo con una gran sensibilidad humana.

Su presencia en nuestro país resultó fundamental en diversos sentidos, ya que, con sus diagnósticos sobre criminalidad, narcotráfico y trata de personas, evidenció problemáticas graves que por mucho tiempo permanecieron ocultas en los sótanos institucionales.

Gracias a dichos diagnósticos, al análisis de los mismos y a un discurso liberal, liberador, moderno y cimentado en la dignidad humana y los derechos fundamentales, el gobierno mexicano se vio obligado a asumir la existencia de diversas problemáticas y, por tanto, emprender una primera generación de acciones, en donde, dicho sea de paso, aún falta mucho por hacer.

Mazzitelli es un impulsor y defensor incansable de la cultura de la legalidad, la cual siempre mantiene como eje rector de sus mejores argumentos ideológicos y teóricos. Una cultura que se empeñó en poner al servicio de las y los mexicanos, particularmente de los más vulnerables, ya sea por su condición de género, edad, etnia o preferencias.

De ahí que quienes hemos tenido el privilegio de gozar de su cercanía lo conocemos como un defensor incansable de la vulnerabilidad extrema, que se profundiza con la pobreza, exclusión y discriminación, hasta volverse innombrable e, incluso, insoportable.

Vulnerabilidad que lleva a cuestas no sólo el abuso de las redes delictivas, sino el silencio y la complicidad de las autoridades; cargando sobre sus hombros la pesada loza de la corrupción y la impunidad con la que se cierran las lápidas de las víctimas que yacen como vivieron: solas y abandonadas por la autoridad. Prueba de ello son los datos del 5to informe de gobierno en materia de trata de personas.

Antonio es un hombre valiente e íntegro, siempre dijo lo que pensaba, fue congruente en su actuar personal e institucional; nunca se prestó a opacidades ni dijo verdades a medias. Evidentemente, sus diagnósticos, sus análisis y sus discursos incomodaron a muchos.

Su verdad, que no es otra que la realidad nacional y la verdad de las víctimas de los delitos más atroces, fue tan iluminadora para unos como molesta para otros.

En su paso por México, cimbró estructuras, amenazó negocios millonarios, expuso la inseguridad y criminalidad como nunca antes se había hecho. Sí, Mazzitelli puso el dedo en la llaga y no lo quitó.

Se va, pero sus aportaciones se quedan. Se va, pero se lleva nuestro cariño, solidaridad, respeto y reconocimiento. Se va, pero nos deja una gran tarea por delante.

Más que una despedida, son estas líneas un homenaje para Antonio Mazzitelli. Estoy segura que el éxito lo acompañará en su nueva encomienda. Gracias y hasta pronto.

Diputada federal y activista social.
Twitter. @laraPaola1

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