El Índice de Paz México 2018 (IPM), elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), en su quinta edición anual, dio a conocer los principales elementos en torno a la paz en México. El documento destaca que: “Tras dos años de una escalada de violencia, la tasa de homicidio de México en 2017 alcanzó niveles máximos históricos… Este nivel de violencia sobrepasa el punto álgido observado en 2011. El aumento en la tasa de homicidios en 2017 se acompañó de un incremento sustancial en la tasa de violencia con armas de fuego, la cual se elevó 36%, y 28 de los 32 estados de México reportan tasas crecientes de delitos cometidos con armas de fuego”. Asimismo, es de señalar que “2017 fue el año más violento del que se tiene registro, con un deterioro del nivel de paz en México de 10.7% en comparación con el año anterior”.

Entre otros aspectos, el informe concluye que no sólo está creciendo la violencia a manos de los grupos de la delincuencia organizada, sino también la delincuencia común y la violencia interpersonal. Además, que la violencia también va en aumento en otras áreas de la sociedad, por ejemplo, la violencia intrafamiliar aumentó 32% entre 2014 y 2017.

En otras palabras, la cruda realidad revelada en el citado documento significa que las y los mexicanos que nacieron en las últimas dos décadas, han visto transcurrir la niñez, adolescencia y juventud en un medio hostil, de violencia y terror. Han sido víctimas primarias porque han sufrido en carne propia algún delito o víctimas colaterales que reciben todo el tiempo las imágenes y noticias difundidas en los medios de comunicación. Esta generación lleva sobre sus hombros violencia y miedo, y la gran mayoría también lleva a cuestas pobreza, exclusión y falta de oportunidades, de ahí que muchos de estos jóvenes desde su niñez no pudieron siquiera imaginar ser bomberos, doctores, arquitectos veterinarios o policías, sino sicarios o narcotraficantes.

Quienes hace 20 años ya eran jóvenes han visto diluir sus sueños y esperanzas, la precariedad laboral alejó día a día su metas y proyecto de vida. Una y otra vez desde su vida adulta han visto un país en deterioro; en su memoria está una absurda “guerra contra el narcotráfico”, ineficiencia, políticas fallidas, corrupción e impunidad de las autoridades. Los que hace 20 años eran adultos maduros, hoy son personas de la tercera edad, en su inmensa mayoría, sin seguridad social y sin pensiones. Para ellos no hay transporte, vivienda, empleo, servicios de salud de calidad, infraestructura ni gobierno sensible que entienda y atienda sus necesidades.

Los mexicanos hemos vivido 20 años en la inseguridad, ingobernabilidad, corrupción, desconfianza en las instituciones y extrema violencia. Hemos vivido con miedo e incertidumbre.

Vivimos en el país del narcomenudeo, del secuestro, de la extorsión, de la trata de personas, de los homicidios, de los feminicidios, de las fosas clandestinas, del narcotráfico, de los desaparecidos, de los asaltos y de las balaceras.

Los parques, las calles, los restaurantes, cafés, el cine, el camión, el Metro, las escuelas, el mercado, la casa y hasta los hospitales son inseguros. La ciudadanía desconfía de las autoridades, de los servidores públicos, de los políticos, de los jueces, de los ministerios públicos y de los policías.

La ciudadanía está indignada y harta, sabe que la única manera de proteger su patrimonio, su vida y a su familia es propiciando un cambio que arranque de raíz las malas prácticas gubernamentales y destierre a los corruptos del sistema. Un cambio profundo que permita a cada mexicano ejercer su derecho a vivir en paz.

Diputada federal y activista social. @LaraPaola1

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