Si las encuestas no mienten, la alianza entre el PAN, PRD y MC tiene posibilidades reales de ganar la Presidencia de la República en 2018 y junto con ella, probablemente obtendrían en conjunto, el mayor número de legisladores en ambas Cámaras del Congreso. Sería muy difícil identificar las causas del buen posicionamiento que de inmediato tuvo el Frente Ciudadano por México en las preferencias de los encuestados, pero ante el hecho, conviene observar su desempeño en tres pistas: como frente de partidos, como posible coalición electoral y de resultar ganadora, como gobierno de coalición.

Como frente de partidos obtuvieron su registro formal ante el Instituto Nacional Electoral el 29 de septiembre pasado, pero su primera acción importante tuvo lugar semanas antes al acabar con la posibilidad de que el hasta ayer procurador general de la República se convirtiera automáticamente en el titular de la Fiscalía que próximamente iniciará funciones. Después plantearon una agenda legislativa de cuyo contenido destacan la eliminación del fuero a todos los servidores públicos, la mejora del salario, dar marcha atrás al “gasolinazo” y reformar la legislación en materia de adquisiciones y obras públicas para evitar actos de corrupción. A lo anterior, debe sumarse la promesa hecha en el sentido de lograr un presupuesto suficiente para atender las necesidades de los damnificados tras los sismos de septiembre. Desde luego aprobar esa agenda no dependerá sólo de ellos, pero sí podremos ser testigos del compromiso que asuman con ella y con los grupos sociales que han encabezado las luchas por esas causas.

Actualmente, lograr una coalición electoral parece el reto más complejo por varias razones: porque hay demasiados aspirantes, porque no se ha determinado el método de selección a la candidatura presidencial, porque al interior del PAN existen grupos que no están dispuestos a apoyar una candidatura que provenga del PRD y viceversa, porque no se ve en el escenario alguna candidatura externa a los partidos que podría generar los consensos necesarios, porque hay quienes han trabajado durante años para ser candidatos y no están dispuestos a renunciar ni a ceder y por muchas otras razones. Aquí a lo que debemos estar atentos es a la vocación democrática de los frentistas ¿serán capaces de resolver sus diferencias a través de un mecanismo que satisfaga a todos los involucrados? ¿Podrán permanecer unidos tras las crisis que casi siempre acarrean los procesos de selección de candidatos? ¿Tendrán la altura de miras necesaria para anteponer el proyecto que ofrecieron a sus aspiraciones personales? Si el Frente logra salir airoso del obstáculo anterior, competirá en una elección que se vislumbra compleja y reñida. Si no gana la Presidencia podría mantenerse, pero difícilmente estaría en posibilidad de lograr mucho y con el tiempo se desvanecería.

El tercer reto se actualiza si triunfa en el proceso electoral y ese es en realidad el más complejo. De ser el caso contaría con un amplio margen de legitimidad que se podría consumir con rapidez si no cumplen con lo ofrecido, es decir, acabar con la corrupción, la desigualdad la impunidad, la inseguridad y la violencia; incluir a los ciudadanos y sus agendas en la toma de decisiones y las acciones de gobierno; crear un verdadero sistema de pesos, contrapesos y rendición de cuentas; garantizar el respeto y la preservación de los recursos naturales; democratizar a los estados y municipios e independizar a la procuración y administración de justicia de los intereses partidistas y de grupo, entre otras cosas. Si el Frente triunfa tendrá ante sí una oportunidad histórica similar a la que tuvo Vicente Fox en el año 2000 y no supo o no quiso aprovechar. En ese supuesto, de ellos dependerá cómo quieren pasar a la historia.

Ex consejero electoral de la Ciudad de
México. Twitter: @pableza

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