En julio de 2016, estalló una crisis al anunciar el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) los resultados del Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015 (MCS), a pesar de que advirtió que las cifras de ingreso de los hogares proporcionadas por este ejercicio no eran comparables con la Encuesta Nacional de Ingresos Gastos de los Hogares (ENIGH) de los años anteriores.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) respondió, en un inusual comunicado, que no podría hacer los cálculos de medicación de pobreza, porque se perdió la comparabilidad de las series.

En el boletín del Inegi se decía que aunque no hubo un cambio en la metodología ni en el cuestionario utilizado, se habían eliminado registros de cero ingresos o de bajo registro no congruentes con el nivel de gasto reportado por los hogares, y que en esa ocasión se había sido más riguroso con las inconsistencias. La molestia del Coneval se hizo patente porque no fue advertido explícitamente de estos cambios, máxime en que la ENIGH y el MCS sirven como insumos para la medición de la pobreza.

La desconfianza en el Inegi se hizo más evidente porque el trabajo de campo no fue homogéneo (el llamado efecto “ímpetu”) y la eliminación de registros “sospechosos” fue disparejo, lo que se evidenciaba al comparar las cifras de ingreso del MCS 2015 con las de la ENIGH 2014 entre las entidades federativas del país; pero sobre todo, porque había presiones de parte de la Secretaría de Desarrollo Social, cuyo titular cuestionó en varias ocasiones que el ingreso de los hogares reportado por la ENIGH estaba subestimado.

Al respecto, véase el artículo que publiqué en estas páginas el 26 de julio de 2016 (“¿México cuenta con el Inegi?”).

Para resolver el diferendo entre Inegi y Coneval, se nombró una comisión conjunta de especialistas de ambas instituciones para analizar el caso a profundidad. A su vez, se convocó a expertos de la academia para que discutieran la problemática y los asesoraran.

Durante la inauguración del Seminario Internacional: Medición de la distribución del ingreso y la desigualdad, convocado por el Inegi y el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM (noviembre de 2016), Julio Santaella, presidente del instituto, reconoció que había un dilema entre mejorar la medición del ingreso de los hogares y asegurar la comparabilidad en el tiempo de las series de la ENIGH.

Cabe comentar, que el Seminario fue muy provechoso porque se hizo una convocatoria amplia y plural a expertos, cuyas aportaciones fueron muy relevantes. Entre las reflexiones, destacó una de la doctora Nora Lustig, quien hizo hincapié en que había que eliminar las trasferencias y donaciones hechas por terceros al hogar en el ingreso no monetario de la ENIGH, lo cual viene a colación en este momento, ya que el Inegi está concluyendo la consulta pública sobre la misma.

El dilema planteado por el presidente del Inegi se resolvió al darse a conocer la ENIGH 2016 en julio pasado. Por una parte, se aplicaron adecuadamente los “criterios de captación información de mayor rigor” haciéndolo homogéneamente en todas las entidades federativas, con lo cual el ingreso creció sustancial y consistentemente con el de 2014 en cada caso, aunque en sentido estricto no es comparable porque son dos series diferentes; por la otra se presentó una ENIGH 2016 ajustada con un modelo estadístico usando como apoyo la Encuesta Nacional de Ocupación Empleo (ENOE), considerando que ésta es comparable con las ENIGH anteriores. Con esta ENIGH ajustada, Coneval ya estuvo en condiciones de hacer las mediciones de pobreza de ese año y comparables con los años anteriores.

Sobre la nueva serie del ENIGH 2016, me quedan varias inquietudes, además de lo destacado por la doctora Lustig.

La eliminación de registros con cero o reducido ingresos que no corresponden con los gastos reportados, podría estar dejando fuera de la muestra a hogares que efectivamente sí tuvieron ingresos propios bajos, por lo que podríamos estar sobrestimándolos. Aunque el INEGI ha hecho algunos ejercicios para estimar ingresos procedentes de la economía informal o de actividades ilegales, es muy probable que muchas personas se hayan negado siquiera a ser entrevistadas, por lo que persiste un gran vacío de información al respecto.

Respecto a la ENIGH ajustada 2016, la utilización de la ENOE para hacer los cálculos tiene la desventaja de que los ingresos están muy subestimados porque la gente reconoce montos menores de los que recibe por temor al fisco, a la delincuencia, a perder algún apoyo económico.

Adicionalmente, el porcentaje de la población ocupada que no especifica su nivel de ingresos ha ido subiendo a lo largo del tiempo, alcanzando 14.5% en el cuarto trimestre de 2017, lo que incrementa la incertidumbre de la medición.

Catedrático de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx

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