El conflicto en Yemen, el país más pobre del mundo árabe y el hogar de aproximadamente 28 millones de personas, comenzó con la toma de la capital, Sanaa, en 2014, por los rebeldes hutíes, que cuentan con el apoyo de la República Islámica de Irán. Derrocaron al gobierno internacionalmente reconocido del presidente Abd Rabbu Mansour Hadi. Una coalición árabe liderada por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos lanzó sus ataques aéreos y operaciones militares en marzo de 2015 en apoyo del legítimo gobierno yemení, y dentro de la gran confrontación con Irán sobre su creciente influencia en la región.

Según las cifras de las Naciones Unidas, 10 mil personas han muerto desde que la coalición entró en el conflicto. Estadísticas más actualizadas por el Proyecto de Datos de Conflictos y Ubicación de Conflictos Armados ubicaron a 56 mil yemeníes que perdieron la vida en la violencia. Pero la tragedia humanitaria es más alarmante que estas cifras... el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió la semana pasada sobre el peligro del conflicto continuo. Pidió la “inmediata” suspensión de la lucha en Yemen, afirmando que el país se encuentra en un precipicio y podría enfrentar la peor hambruna del mundo durante décadas si la violencia continúa sin cesar. Dijo que las partes en conflicto deben aprovechar la “oportunidad para la paz presentada por las conversaciones negociadas por la ONU” programadas para celebrarse en Suecia a fines de este mes. El secretario general también pidió un aumento de la ayuda externa y que se permita “el ingreso a Yemen sin restricciones de alimentos, combustible y otros elementos esenciales” a fin de aliviar el sufrimiento de los 22 millones de yemeníes en un país llamado “infierno viviente” por el enviado de UNICEF, y donde un niño muere cada 10 minutos.

El país está en claro y presente peligro de muerte masiva por inanición. Según lo informado por Al-Jazeera, 14 millones, o la mitad de la población, podría depender totalmente de la ayuda para sobrevivir, de acuerdo con el subsecretario general de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock. Pelear es impedir que los envíos ingresen al país, y mucho menos a quienes lo necesitan. “El desastre que se avecina puede ser mucho más grande de lo que cualquier profesional en este campo ha visto durante su vida laboral”, continuó. Miles de civiles han quedado atrapados en medio de ataques aéreos y bombardeos de mortero. Algunos están atrapados por campos de minas y un gran número está hambriento y es vulnerable a las enfermedades infecciosas. El brote de cólera en el país se ha convertido en el peor de la historia.

Los combates en torno a la ciudad portuaria rebelde de Hodeida se han intensificado últimamente, amenazando con dañar más la infraestructura y prolongar la interrupción de la ayuda y el envío comercial desde esta ciudad estratégica y vital. La crisis humanitaria en Yemen es un desastre de relaciones públicas para la coalición árabe y una bendición para Irán, a pesar de la brutalidad de sus aliados hutíes en el terreno. La presión bipartidista sobre la administración de Trump por parte del Congreso produjo una nueva iniciativa del Departamento de Estado. Mike Pompeo pidió a los hutíes que dejen de disparar misiles balísticos a Arabia Saudita, y que la coalición de los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita detenga los ataques aéreos en el territorio poblado de Yemen, en un intento de llevar a negociaciones patrocinadas por la ONU. El secretario de Defensa, James Mattis, dijo que es hora de poner fin a la guerra. Se supone que las conversaciones sobre la solución política deben comenzar dentro de un mes.

Por su parte, los iraníes han aclamado la resistencia de los hutíes y pregonado sus mejores misiles balísticos. Los iraníes consideran la nueva línea de administración de Trump en Yemen como una victoria para sus aliados, según The Guardian. Al mismo tiempo, la nueva lucha intensificada alrededor de Hodeida es un recordatorio de que la coalición árabe no puede permitirse perder su batalla en Yemen.

Es difícil ver algún éxito para una solución política en Yemen en esta etapa. Los intentos anteriores fracasaron porque Irán considera que la guerra en Yemen es una inversión gratificante en su política expansionista en la región. Hizo que sus adversarios se involucraran política, militar y financieramente en un país que no pueden perder por la influencia y la presencia amenazadora de Irán. El sufrimiento yemení no es una preocupación iraní, como fue el caso en Irak, Siria y el Líbano con intervenciones iraníes.

Esta semana las sanciones estadounidenses sobre Irán entraron en vigencia. La República Islámica se comprometió a resistir la iniciativa de Trump contra ella y contra sus milicias en el Levante. En este contexto, ¿cómo se puede esperar una cooperación iraní para resolver el conflicto en Yemen? Irán usará todas sus cartas en la próxima confrontación con Estados Unidos y el sufrimiento en Yemen continuará a pesar de las alarmantes condiciones allí. Al igual que en el Líbano, el país permanecerá sin gobierno hasta que se cumplan las demandas del proiraní Hezbolá.

En Siria, los esfuerzos de pacificación no producirán ningún resultado sustancial en esta etapa con la abrumadora dominación iraní. E Irak no encontrará su camino para recuperarse con la fuerte influencia iraní en todos sus sectores.

El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011nouhad47@yahoo.com

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