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A Vladimir Lagos le dijeron que podía tener diabetes, coleste-rol alto o VIH; sin embargo, todos eran malos diagnósticos, se trataba de esclerosis múltiple.

En febrero pasado sufrió una hemiparesia en la mano izquierda, que se trata de una disminución de la fuerza motora o parálisis parcial, días después perdió la movilidad completa del brazo, lo que derivó en que lo despidieran de su trabajo como asistente administrativo.

Una persona puede tener esclerosis múltiple y enterarse de su condición hasta cuatro años después de que iniciaron los síntomas como son: fatiga, dificultad para caminar, incontinencia, problemas de visión y espasmos musculares, lo que favorece una mayor discapacidad, aseguró Ildelfonso Rodríguez Leyva, presidente del Consejo Mexicano de Neurología, por ello, al conmemorarse el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple hizo un llamado a toda la población para que en caso de presentar estos síntomas acuda con un médico especializado.

Vladimir se encuentra en el grupo de entre 11 y 20 de cada 100 mil habitantes que padecen esta afección inflamatoria y degenerativa del sistema nervioso central, que parece estar condicionada por una alteración en el sistema inmunológico, de tal manera que existen más de 20 mil personas, cuya calidad de vida y capacidad productiva se pueden ver modificadas por la enfermedad.

Verónica Rivas Alonso, jefa de la Clínica de Enfermedades Desmielinizantes del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, destaca que esta enfermedad afecta principalmente a mujeres entre los 20 y 40 años, una población económicamente activa.

“Se trata de una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso central, progresiva que puede causar pérdida de la motricidad y de las habilidades cognitivas, y por ello es considerada una de las principales causas de discapacidad en jóvenes adultos”, explica.

El diagnóstico de Vladimir no tardó más de un año, pero sí un par de meses en los que parecía que “adivinaban lo que tenía, hasta me dijeron que podría ser VIH”. Él tenía cuatro años trabajando en la Ciudad de México, “me vine del norte de Veracruz con el objetivo de tener una vida mejor, cuando me despidieron no sabía en dónde atenderme”.

Desempleado y tras haber gastado sus ahorros se inscribió en el Seguro Popular, de ahí lo enviaron al Hospital de Neurología de la CDMX, pero en un mes no pudieron decirle con precisión qué enfermedad tenía. Advierte que en esa unidad médica sufrió discriminación.

“Días después me hicieron una tomografía y no salió nada, me gasté casi todos mis ahorros y se me empezó a paralizar la pierna izquierda, incluso llegué a perder el habla unos días. Justo cuando decidí ir con un neurólogo particular me quedé sin dinero y tuve que regresar con mis padres a Tantima, Veracruz. Estaba desesperado, porque el trato en el hospital de neurología no fue el mejor, porque hubo malas caras y mucha burocracia”, relata.

Merced Velázquez, miembro del Comité de Investigación del Consejo Mexicano para el Tratamiento e Investigación de la Esclerosis Múltiple AC (Mexctrims), señala que “se trata de una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso central, progresiva que puede causar pérdida de la motricidad y de las habilidades cognitivas”, por esta razón es considerada una de las principales causas de discapacidad en jóvenes adultos.

La experta afirmó que de no tratarse la esclerosis múltiple a tiempo, los pacientes que viven con esta afección tendrán una significativa reducción en su capacidad de caminar tras cinco años de padecerla, a los ocho años podrían necesitar el uso de bastón; tras 10 años, requerirán de asistencia para realizar actividades cotidianas y a los 15 estarán confinados a una silla de ruedas.

A su regreso a Veracruz, la familia de Vladimir lo llevó con especialistas para que le dijeran qué era lo que tenía y por qué había perdido parte de sus capacidades motoras. “Mi papá vendió un terreno para llevarme con un médico particular. Mi situación era muy grave porque se me dislocaron las mandíbulas y no comía, bajé mucho de peso”, expresa.

Ocho días después de su llegada, sus padres lo trasladaron a Tampico para que un neurólogo lo atendiera, tras una resonancia magnética, le revelaron que tenía esclerosis múltiple. “Me mandaron a terapia y poco a poco fui recuperando el movimiento de mi mano, llevé una dieta alta en proteínas para poder recuperar mi peso”, afirma.

Verónica Rivas asegura que un diagnóstico temprano es necesario para iniciar un tratamiento oportuno.

“Aunque la esclerosis múltiple es una enfermedad para la cual aún no existe cura, el objetivo del tratamiento está enfocado en prevenir la discapacidad, reducir la frecuencia de las recaídas, su gravedad y duración, mejorar los síntomas y restablecer la funcionalidad de los pacientes con el mínimo de efectos secundarios”, detalla.

El brote de esclerosis en Vladimir fue de nivel bajo, por eso con terapias que consistían en mover la mano con pelotas pequeñas o canicas, además de hacer ejercicio en aparatos de gimnasio pudo recuperar la movilidad, pero hay quienes no lo logran.

Actualmente el joven está por regresar a la Ciudad de México en busca de un empleo y con la esperanza de tener una mejor calidad de vida, ahora sólo toma medicamentos para los nervios y ansiedad y cuenta que no necesitó que le inyectaran cortisona.

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