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L a comida favorita de Leslie son los tacos al pastor, le gusta reírse de sí misma, es muy inteligente, risueña. Aún le cuesta entablar relaciones con personas nuevas, así es esta pequeña de nueve años, descrita por Paola, su madre adoptiva.

Hace dos años, Salvador y Paola llegaron a una casa hogar en donde conocieron a Leslie, la necesidad de la menor de edad por formar parte de una familia los orilló a adoptarla a pesar de que ellos tenían tres hijos; Nico de 16 años, Renata de ocho e Isaac de cinco.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Salvador confía que la adaptación de la nueva integrante de su familia no fue sencilla, en particular para él. Además Renata ya no era la única niña en la familia y no sólo eso, sino que tendría que compartir su habitación y sus juguetes.

Estos detalles no permearon en la decisión y ahora invitan a otras personas para que adopten a más niños que no tienen una familia.

“Hay muchos mitos, se cree que cuando uno lleva a un niño adoptado a casa se comportará como un monstruo, que romperá todo y será mal educado. Se dice que no es bueno adoptar porque no se sabe qué genes traigan los niños, eso es absurdo, con amor, respeto y educación un niño se forjará como una persona de bien”, aseguró Paola.

Ellos iniciaron con un programa que se llama Acogimiento temporal, en el que pudieron llevar a casa a la pequeña Leslie, por un periodo vacacional, para saber qué tanta empatía había y cómo se acoplaba la menor, con sus ahora hermanos.

“El clic fue de inmediato, se llevó bien con los niños, cuando terminó ese periodo y la tuvimos que regresar nos partió el corazón, ella se asumía como parte de la familia, nos pedía que no la lleváramos a la casa hogar, por suerte todo resultó a nuestro favor y ahora tenemos una hija más, no sólo la adoptamos, sino que ella nos acogió como sus papás”, dijo Salvador.

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