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En los últimos 17 años, la cantidad de mujeres que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se triplicó al pasar de 2 mil en el año 2000, a 9 mil 81 en 2017.

Se espera que la cifra de científicas en esta área llegue a 50% de participación; en la actualidad quienes obtienen el reconocimiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), 36% son mujeres.

El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) fue creado en 1984, para reconocer la labor de las personas dedicadas a producir conocimiento científico y tecnología. Se otorga a través de la evaluación por pares y consiste en establecer el nombramiento de investigador nacional.

“Esta distinción simboliza la calidad y prestigio de las contribuciones científicas. En paralelo al nombramiento se otorgan estímulos económicos, cuyo monto varía con el nivel asignado”, señala el Conacyt.

A propósito del Día Internacional de la Mujer, ese consejo difundió que ha asignado 28 mil 7 becas a mujeres para que continúen sus estudios de posgrado nacionales, estancias técnicas, estancias doctorales nacionales, sabáticas, retenciones y repatriaciones, posgrados en el extranjero, estancias posdoctorales en el extranjero y estancias sabáticas en otros países.

El último informe general del estado de la ciencia, tecnología e innovación que fue hecho público, el Conacyt destaca que: “A pesar de que las mujeres se han agregado gradualmente a los nichos académico y de investigación, aún conservan una presencia menor en comparación a los hombres”.

Ayari Fuentes Hernández, investigadora en biología de sistemas en el Centro de Ciencias Genómicas (CCG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se dedica a investigar los mecanismos evolutivos de la bacteria “Escherichia coli” la cual vive en el tracto gastrointestinal y que puede ocasionar diarreas e incluso la muerte.

Considera que existe una disparidad en la participación de mujeres en la ciencia lo cual está relacionado con que persiste la visión de que no se puede compaginar el desempeño profesional en esta rama con la maternidad.

“El punto es que las mujeres no están dando el siguiente paso. Sigue existiendo esta visión de que la ciencia es demasiado celosa como para compaginarla con la maternidad. No creen que sea un ambiente atractivo para tener familia”, expresa.

“Es una cuestión de visibilidad y reconocimiento hacia las mujeres científicas que existen y no necesariamente se trata de ofrecer más estímulos ni de contar con cuotas de género, iniciativa que, aunque puede ser implementada para resolver un problema momentáneo, podría ser incluso negativa para la ciencia, además no serviría para tener una solución a largo plazo donde hombres y mujeres sean parte de la comunidad”.

Para ella ha sido complicado puesto que durante el embarazo se redujo su productividad y cuando regresó de su incapacidad, después de tener a su bebé, le fue difícil retomar el ritmo de trabajo.

En el programa mediante el cual fue contratada se evalúa anualmente la renovación de contrato y eso significa para Ayari Fuentes una presión, puesto que fue evidente que su rendimiento disminuyó después de tener a su segunda hija.

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