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Puruándiro, Mich.— La Iglesia católica condenó “la marejada de violencia” que se desató en los últimos meses en Michoacán y que entre los sucesos le costó la vida al párroco de Janamuato, José Alfredo López Guillén, que fue hallado muerto a tiros la madrugada del domingo en un predio conocido como Las Guayabas, en este municipio

Se dicen cansados, frustrados e indefensos; unos lloran y otros más, atónitos, ven la urna de quien fuera su consejero, su guía espiritual y que convivió durante los últimos años con ellos, puesto que feligreses y seguidores llegaron desde diferentes regiones de la entidad para despedir al padre Alfredo.

La iglesia de La Santísima Trinidad albergó las cenizas del sacerdote, que junto con la casa parroquial lo vieron por última vez partir. Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, arzobispo auxiliar de la Arquidiócesis de Morelia, fue el responsable de oficiar la misa del presbítero asesinado.

“Estamos viviendo tiempos que no podemos decir que son olas de violencia, son marejadas y es difícil, pero el mal no tiene la última palabra, siempre vencerá el bien”, dijo.

La colonial y arquitectónica iglesia de dos torres fue pintada de blanco y con flores en las manos de quienes le dieron el último adiós al cura, sus cenizas fueron trasladadas después a su tierra natal, Panindícuaro, municipio en el que impera la delincuencia organizada y los grupos del narco se disputan el territorio.

Testimonios de habitantes de esa región colindante con el estado de Guanajuato rezan por la paz, portan claveles y “piden a Dios” que les regrese la tranquilidad y la libertad de decidir el rumbo de sus vidas, no quieren que sea el crimen organizado el que gobierne.

“Esta semana ha sido para nuestra diócesis tiempo de angustia y de dolor”, señaló el cardenal Alberto Suárez Inda, quien dijo que la desaparición del presbítero les consternó.

Pero “la difusión de algunas noticias e interpretaciones maliciosas hacía más dolorosa la situación. Era preferible guardar silencio y esperar, la verdad sale a relucir tarde o temprano. Como suele decirse, contra los hechos no hay argumentos que valgan”.

El cardenal michoacano agradeció las muestras de solidaridad, incluida la mención que hizo el papa Francisco, quien ofreció su “oración por el querido pueblo de México, para que cese la violencia que en los últimos días ha golpeado a varios sacerdotes”.

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