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El Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) buscará llevar a los niños que atiende, regularmente de las comunidades más marginadas del país, a que se integren a la globalización a través del nuevo modelo educativo Aprender con Base en la Comprensión y el Diálogo (ABCD), a partir de este ciclo escolar 2016-2017.

En el marco del 45 aniversario del Conafe, Simón Iván Villar Martínez, director de la institución, alertó que uno de los grandes problemas de los niños que son atendidos por ellos —más de 334 mil— es que están ajenos al proceso de cambio que se vive en el mundo, por lo cual el gobierno federal tiene la obligación de llevarles los servicios educativos.

“Este es un año emblemático, [el número 45], en el que vamos a tener actividades durante todo lo que resta. Son muchos años y es un México distinto al que nos encontramos ahora, globalizado. Esas comunidades y esos niños no están dentro de la globalización, siguen estando en comunidades marginadas con un alto índice de sus padres en el extranjero. Ellos no se van a mover de esas comunidades, ahí se van a quedar; es por ello que el gobierno tiene la obligación de ir allá a dar la educación”, dijo.

El Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) se creó el 11 de septiembre de 1971 como un organismo descentralizado de la Secretaría de Educación Pública. Atiende a 334 mil 919 niños y adolescentes originarios de localidades con menos de dos mil 500 habitantes. Según cifras actualizadas a marzo de este año, los servicios educativos se llevan a través de 41 mil 55 jóvenes que reciben una beca de estudios a cambio de prestar su servicio en un ciclo escolar completo.

En 33 mil 657 servicios comunitarios de aprendizaje a lo largo de todo el país, Conafe es la única opción que tienen los padres de familia para brindar educación a sus hijos y aspirar a que estos tengan un mejor futuro.

“Los retos para estas comunidades escolares son muchos y van desde la infraestructura de las aulas hasta conseguir a líderes educativos comunitarios, puesto que las condiciones de trabajo ocasionan que escaseen los jóvenes interesados en acercarse a las comunidades”, explicó Manuel Mata Romero, presidente de la asociación de padres de familia de la escuela Miguel Hidalgo, en el municipio de Huitzilac, Morelos.

Sus dos hijos estudian en el sistema Conafe (uno en preescolar y el otro en primaria), por lo que él está esperanzado en que la reforma educativa y el programa de Escuela al Centro les ayude a mejorar las condiciones en las cuales estudian sus hijos.

Para Manuel, jardinero de oficio, uno de sus más grandes sueños es que la escuela Miguel Hidalgo cuente con una conexión a internet; no le importa que el plantel de dos aulas no cuente con energía eléctrica (sólo cuando un vecino le permite a la escuela “colgarse” de su conexión), puesto que para él, el hecho de que sus hijos aprendan a manejar una computadora los alejará de la pobreza y les dará mejores perspectivas para su futuro.

“Andamos peleando tener internet, es nuestra mayor inquietud porque estamos muy marginados de todo, de la tecnología. Nos gustaría tener más equidad; a las escuelas públicas grandes les dan todos los servicios, a pesar de que ellos tienen más posibilidades o acceso a internet y otras herramientas. Nosotros no tenemos nada de eso. Tenemos que caminar dos horas para buscar internet, queremos más apoyo para ir a la par.

“Quiero que los niños de la escuela estén más avanzados para que cuando lleguen a una escuela pública no sean de los que no saben manejar una computadora, que les encarguen trabajos y los reprueben porque ellos nunca tuvieron esas herramientas. No les puedo dar lo mejor a mis hijos, pero trato de gestionarlo para todos los niños de la comunidad”, dijo.

A Guadalupe Ramírez Ramírez, de 24 años, trabajar como líder educativa de Conafe le sirvió para afianzar su vocación por la docencia. En su escuela, localizada en una rancheria del municipio de El Marqués, Querétaro, sus jornadas se extienden hasta después de las 18:00 horas, que después de dar clases se queda para hacer reparaciones al plantel, un galerón a pie de un camino rural que no cuenta con ventanas ni baños para proteger a los niños del calor, el frío o la polvareda del tepetate levantado.

“Esto es la mejor experiencia que he tenido en mi vida, pero necesitamos apoyo para la escuela, como para la construcción de baños. No sabemos con quién acudir porque ni el dueño del rancho ni Conafe nos apoyan. El salón es muy pequeño para todos los niños, no tenemos agua ni vidrios; está súper difícil porque el polvo de la carretera se va a la escuela”, dijo.

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