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Cuartos alquilados para pernoctar y renta de azoteas por algunas horas son los preparativos de algunos vecinos de la colonia Guadalupe Inn, en la Ciudad de México, para la visita del papa Francisco, quien en su estadía tendrá como hogar durante cinco días la Nunciatura Apostólica, que se ubica en esa zona.

La noche por el cuarto de una casa, cuyo único mobiliario es una cómoda y una base de colchón, cuesta 600 pesos por persona, pero la oferta incluye una ventana con vista a la calle Felipe Villanueva, cercana a la Nunciatura.

En el inmueble marcado con el número 3, que se localiza en contra esquina a la calle M. Morales, su cuidador, Enrique, quien ofrece el lugar, tímido al principio para negociar tras calcular el valor del espacio, pide: “Sólo déme para el refresco… 600 pesos”.

Si el feligrés busca mayor comodidad, hay otra opción. A unos cuantos pasos, en el número 69, sobre la misma calle —una antes de donde se sitúa la Nunciatura, esquina con Pedro Valdéz Fraga—, podrá alquilar una habitación en una pequeña “casa de huéspedes exprés”, puesto que la apertura será días antes de la llegada de Su Santidad; el costo de una recámara con cama matrimonial con ventana, de casi dos metros de largo por uno de ancho, con vista hacia la calle es de mil 500 pesos la noche por dos personas, con desayuno y pase a la azotea incluido.

Existe la posibilidad de que una tercera persona ingrese a la habitación, en ese caso hay que pagar un costo adicional de 350 pesos y el interesado deberá llevar su bolsa de dormir; si no se pretende pasar toda la noche, se podrán pagar 100 pesos para mirar por la ventana de una de las recámaras o bien tener acceso a la azotea.

Cecilia, la dueña de la próxima casa de huéspedes y de la cafetería que está en la planta baja de la casa, dice que muchas personas se han acercado a preguntar sobre la renta de alguna de las cinco recámaras, ya sea para pasar la noche o tener por lo menos un espacio en la ventana de alguna de las habitaciones, algunos se conformarían con que se les deje estar unas horas en su local “para estar cerca del Papa”.

“Conforme pasan los días, más gente se acerca a preguntar, incluso mi mamá me dijo que va a venir a dormir al local con tal de ver al Papa. Aunque desde aquí no se ve toda la Nunciatura podrá haber varias formas de verlo: en la ventana de una de las recámaras al frente, podrán subir a la azotea o asomarse en la puerta”, explica.

A unos días de que el jerarca católico llegué a México, aún faltan arreglos a la casa de huéspedes, colocar el piso en una de las recámaras de la parte de atrás, amueblar los cuartos y colocar repisas.

La búsqueda para encontrar un lugar para alojar a los feligreses con deseos de ver al sucesor de Pedro en su transitar hacia la Nunciatura Apostólica no es sencilla, sólo preguntando entre los locatarios y los vecinos de la zona se puede dar con estos lugares, puesto que no hay anuncios con letreros que indiquen su oferta.

Cecilia recuerda que durante la última visita de Juan Pablo II, en julio de 2002, la gente sacaba bancos de sus casas para sentarse en las banquetas, sin importar si era de día o de noche con la esperanza de verlo pasar.

El fervor también está presente, adelanta que los vecinos de la colonia planean llevarle marichis al Sumo Pontífice alguna de las noches en las que estará en el país, aunque aún no hay nada en concreto. Ella está emocionada de estar tan cerca del lugar donde dormirá el Santo Padre y espera tener la suerte de verlo.

Cambian actividades. Los vecinos de las calles aledañas a la que será la residencia papal están entusiasmados por la llegada de Francisco, pero también están preocupados debido a que la actividad de la zona se verá interrumpida.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL en esta colonia que se ubica en la delegación Álvaro Obregón, relatan que desde la primera semana de enero acudieron elementos del Estado Mayor Presidencial para pedirles sus datos como nombre, dirección y, en su caso, las placas de sus vehículos, pues sólo se permitirá el acceso a la zona a las personas que vivan o trabajen en el área.

Lucy Ortega, maestra de la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños, situada en la calle Gustavo E. Campa, a espaldas de la Nunciatura, explica que en el colegio les avisaron que desde el próximo martes el acceso será restringido, sólo podrán pasar las personas que se identifiquen como vecinos o trabajadores de la zona; mientras que el 12 y el 15 de febrero, la escuela donde trabaja suspenderá clases.

“Mucha gente viene por esta zona, esta calle es muy transitada, hay escuelas; muchos no vivimos en esta colonia, venimos de otros lugares. Nos dijeron que el acceso con vehículo será controlado con un tarjetón, pero no a todos nos lo van a dar porque es para cupo limitado”, detalla.

José Sánchez, quien tiene un puesto de chicharrones y dulces a la salida de la primaria Guadalupe Victoria, ubicada en la calle Juan Pablo II, donde está la Nunciatura Apostólica, dice que no les dejarán ponerse desde el 9 hasta el 17 de febrero, y su economía se verá afectada.

“No nos van a dejar trabajar en toda una semana. ¿Quién nos va a pagar eso?”, se pregunta molesto.

José, un trabajador de la empresa Mexglobal, que se dedica a la venta de equipos para laboratorio y se localiza frente a la Nunciatura Apostólica, explica que sólo algunos tendrán que asistir para no afectar las operaciones, y otros tendrán que trabajar desde casa.

Eduardo Márquez, vecino de la colonia Guadalupe Inn, quien lleva viviendo 20 años en la calle Miguel Lerdo de Tejada, afirma que la visita papal le generará molestia por el cierre de calles y porque se interrumpirá la actividad.

El contraste es el entusiasmo de Enrique Arroyo, trabajador de “Tortas La Esmeralda”. El negocio está en la esquina de la calle Manuel M. Ponce, una antes de llegar a la Nunciatura Apostólica. A pesar de las restricciones que habrá en la zona, espera que las ventas no se vean afectadas, al contrario, espera que los visitantes y elementos de seguridad sean nuevos clientes.

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