Es la primera vez que un Papa entra a Palacio Nacional.

Francisco fue recibido en el Patio de Honor por el presidente Enrique Peña Nieto. Mientras, en el Patio Central de Palacio esperaba la clase política y los hombres del dinero. Ahí estaba la izquierda de Agustin Basave y la derecha de Ricardo Anaya, un poco más allá al priismo de Manlio Fabio Beltrones.

El entusiasmo de la clase política por la presencia del Papa en Palacio Nacional era evidente, un presidente del Congreso Jesús Zambrano y todo un gabinete presidencial en primera fila.

Pero el entusiasmo de la clase política apenas arrancó una leve sonrisa del Papa. Luego vino el discurso del Pontífice, que provocó rostros serios y la atención total del Presidente de la República.

Hubo gritos, insistentes desde las gradas pidiendo la bendición papal, pero no la hubo. Las únicas sonrisas del Papa fueron para dos niños que le acercaron para saludarlo.

Fue la primera vez de un Pontífice en el corazón del poder político mexicano

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