Los malos hábitos alimenticios, el tabaquismo, la diabetes, la obesidad, la aterosclerosis y el sedentarismo son factores que elevan el riesgo de sufrir un infarto a partir de los 35 años, por lo que ocho de cada 10 pueden ser prevenibles.

Si se modifican esos factores se puede reducir 44% la mortalidad por un infarto, señaló el cardiólogo del Centro Médico Nacional La Raza, David Flores Anguiano, quien agregó que las personas que abandonan el tabaquismo disminuyen 36% el riesgo de un infarto.

Se estima que para 2030 morirán 26 millones de personas en el mundo por eventos cardiovasculares, alertó el médico en conferencia de prensa.

En 2014 hubo 17.5 millones de defunciones por eventos cardiovasculares, cifra que duplica a los 8.2 millones de muertes ocasionadas por el cáncer.

Las enfermedades cardiovasculares causaron en México 77 mil 284 muertes por infarto y las cerebrovasculares, 31 mil 997 fallecimientos en 2013, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Entre los factores que predisponen a un infarto, Flores Anguiano destacó el síndrome metabólico, presente hasta en 35% de la población mexicana, que consiste en tener un colesterol bueno (HDL) menor de 50 miligramos en mujeres o inferior de 40 miligramos en hombres, padecer hipertensión arterial, sufrir diabetes mellitus o intolerancia a la glucosa.

“El paciente diabético, tan sólo por el hecho de serlo, equivale a que tenga un envejecimiento de 15 años más de los que tiene, esto lo lleva a tener de dos a ocho veces más probabilidades de tener un evento cerebrovascular”, indicó el médico.

Apuntó que el riesgo está presente en los pacientes a los que la cintura les mide más de 80 centímetros, en el caso de las mujeres, y 90 centímetros en el de los hombres.

“Estas características son comunes en la población mexicana y es un riesgo para sufrir un evento cerebrovascular”, por lo que el especialista mencionó que es importante modificar los hábitos alimenticios para que conlleven una dieta balanceada, además de dejar de ingerir sal en exceso y mantener niveles bajos de grasa en la sangre.

Además, ayuda tener un apego al tratamiento médico y un control de la hipertensión arterial y de la diabetes, consultar al médico de manera periódica, hacer ejercicio y, sobre todo, dejar de fumar y beber alcohol con moderación.

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