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Animado por sus alumnos de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Alejandro Díaz de León Martínez decidió ser el aspirante número 16 a la Rectoría de la UNAM. Con 18 años de trabajo en la institución, él cambió el procedimiento marcado por la Junta de Gobierno para el proceso de sucesión y se presentó en una de las sedes donde se consulta a los universitarios para entrevistarse con dos de los electores: Mario Luis Fuentes e Irene Cruz-González.

“Les dije que trabajamos con el ánimo de cambiar a la Universidad con una posición incluyente, que si yo soy rector vamos a invitar a los demás candidatos a que participen de este proyecto”, cuenta.

Es el candidato independiente que aspira a llegar a la Rectoría, algunos universitarios empiezan a referirse a él como El Bronquito, pero Alejandro Díaz lo rechaza. El currículum que entregó ante la Junta señala que ha ocupado cargos relacionados con la seguridad pública y el manejo de información de inteligencia en el gobierno federal y del Estado de México.

En 2001 fue llamado a declarar ante la PGR por pertenecer a una banda de espionaje; sin embargo, Díaz de León asegura que todo fue falso, que esos cargos no lo estigmatizan y que la investigación que se inició en contra de él y su hermano Carlos concluyó que no tuvo ninguna responsabilidad. En 2014 trabajó en la Secretaría de Gobernación, en la Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán.

¿Qué lo animó a lanzarse para llegar a la Rectoría?

—Lo primero, el cariño a la Universidad. El día lunes —5 de octubre, fecha límite para entregar sus proyectos ante la Junta de Gobierno— no estaba muy decidido a lanzarme, porque generalmente son grupos muy particulares los que participan del proyecto a la Rectoría de la UNAM, con presencia en todo sentido, y yo sólo soy un profesor de asignatura.

Sin embargo, unos alumnos y consejeros universitarios me dijeron: “Profesor, usted siempre nos ha dicho e impulsado a que participemos, hoy tiene la oportunidad de hacer algo por la UNAM, ¿por qué no lo hace?”, ahí tomamos la decisión, por eso fui el candidato 16, de último momento.

¿Su proyecto de trabajo lo hizo también de último momento?

—No es que haya sido una decisión que no habíamos pensando y reflexionando antes, pero el detonante de esto fueron los jóvenes de la licenciatura, eso fue la razón de entrar.

El proyecto de trabajo es elaborado por mí, lo vine preparando desde hace mes y medio, con algunas reflexiones en conjunto con amigos, alumnos, profesores de otras facultades; fui comentando con ellos sobre las necesidades y problemáticas. Este plan pretende ser incluyente.

Hay notas de 2001 que lo involucran con espionaje, ¿por qué razón se le acusó?

—Yo no tuve nada que ver en ese asunto, no sé las motivaciones que hayan existido en ese entonces para poder manejarme en esa tesitura. No tenemos nada que ver en ese asunto.

Se investigó, ¿cuál fue la conclusión? ¿Cree que se le puede estigmatizar por esta referencia de la indagatoria o sus cargos en el área de seguridad del gobierno?

—La autoridad competente investigó y concluyó que no tuvimos nada que ver con esa situación. No tengo ningún problema en ese sentido, yo soy un hombre que se ha dedicado a la academia, tengo 18 años en eso, nunca la he dejado, ni el amor por la Universidad. Educar y asistir a los salones de licenciatura es ayudar a México, tratar a darle algo al país.

¿Qué reto tiene la Universidad?

—El reto más importante es reforzar las licenciaturas y los dos subsistemas de bachillerato. Necesitamos integrar más los programas de investigación a los estudiantes de todos los niveles, porque es increíble que estas áreas estén viviendo como si fueran islas del conocimiento separadas de la vida de la mayoría de la institución.

También llevar a todos los alumnos internet, en Acatlán no hay. Además, tenemos que impulsar un programa de apoyo en materia de adicciones.

¿Cuáles considera que son los pendientes que debe atender el próximo rector respecto a los profesores de asignatura?

—Mejorar las condiciones económicas y estímulos para todos los académicos. Ello debe permitir que los profesores tengan buenas condiciones de vida, para que a su vez les podamos solicitar mejores clases, actitudes y más tiempo para su cátedra.

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