La expresión lírica y la poderosa presencia del hombre de 19 años, José Muñoz Cota, en uso de la tribuna del Primer Concurso Nacional de Oratoria de EL UNIVERSAL, en 1926, unieron al público en una aclamación y, de esa manera, nació a la vida pública quien fue político, diplomático, escritor, poeta, un obrero del pensamiento que puso granitos de arena a uno de los monumentos del siglo XX en el mundo: el sistema político.

Muñoz Cota, primer campeón de oratoria de esta casa editorial, sirvió al país cuando la Revolución había pasado y la etapa de reconstrucción se desplegaba; a través de los periodos presidenciales “leyó” la historia en voz y actos de los protagonistas: constitucionalistas, líderes en el poder y la oposición.

Aportó esfuerzo a dos opciones de la historia que no fue: Francisco J. Múgica y Miguel Henríquez Guzmán. Pero también, sin saberlo, tuvo una semilla del futuro en sus manos. Gustavo Díaz Ordaz fue su alumno en Oaxaca.

José Muñoz Cota fue maestro de campeones de oratoria y sus sentencias sobre este arte que da forma a la libertad de expresión, madre de los cambios sociales, son lecciones a observar por todo aquél que aspira a persuadir con la fuerza de la palabra. Un día, José Luis Parra, reportero de EL UNIVERSAL, lo topó en la calle, cuando con su esposa doña Alicia Pérez estaba a punto de hincarle el diente a una torta de milanesa:

—¡Señor embajador! ¿Usted por aquí?

—Usted no se va a atrever a publicar lo que ha visto —sugirió con éxito doña Alicia.

Es la historia del campeón de oradores de EL UNIVERSAL.

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