justiciaysociedad@eluniversal.com.mx

Cuatro mil pesos diarios, resultado de aproximadamente 30 relaciones sexuales por día es lo que Neli Delgado debía entregar a su tratante, al que conoció en un parque, un joven de 25 años que se le acercó para preguntarle su nombre. Ella tenía 18 años, su padre, de oficio campesino, había fallecido, y su madre, dedicada al hogar, tenía problemas personales y económicos. Decidió irse a vivir con una tía materna, y luego con una tía paterna.

Después quiso trasladarse a Cuitláhuac, Veracruz, donde comenzó a rentar un pequeño cuarto con una amiga. Neli quería estudiar turismo. Por las tardes trabajaba para poder obtener ciertos recursos, aunque fueran pocos. Estaba vulnerable; carecía de dinero. Después de conversar y en el momento de despedirse, Alex, su tratante, le pidió su teléfono y le comentó que no tenía dinero para cargarlo. Él le compró tiempo aire suficiente para mantenerse en contacto todos los días y a todas horas con ella. Le dijo que vivía en Querétaro, que trabajaba con un arquitecto como contratista de personal para obras, que acababa de viajar a Nueva York y que tenía departamentos.

El padre de Neli fue un hombre que las maltrataba (con golpes) a ella y a su madre, narra en entrevista. “Alex me cayó bien. Con el paso del tiempo comenzó a pedir que formalizáramos nuestra relación. Le propuse que hablara con mi tía si quería algo más formal.

“Lo hizo. Habló con mi tía. Se presentó. Dijo que trabajaba con un arquitecto, y que era económicamente estable, que tenía varios departamentos propios y que los rentaba. Continuamos saliendo, hablando por teléfono, enviaba mensajes a todas horas a mi celular. Un día me invitó a Córdoba, yo quería terminar la relación, me sentía agobiada, quería continuar con mis estudios, pero me convenció diciéndome que podía pagarme la universidad en Puebla. Me invitó a su departamento en Puebla. Ahí vivía. Yo tenía 18 años. Me pidió mis papeles para comenzar con los trámites de inscripción a la universidad. Me trataba bien. No me hacía falta nada; pero con el paso del tiempo esto empezó a cambiar. No me dejaba salir sola a la calle, y se quedó con mis documentos”, señaló.

Fue en Puebla cuando Alex le propuso que tenía que ayudarlo, pues su trabajo no iba muy bien. “Dijo que había tenido problemas en el trabajo y fue cuando me propuso que me dedicara al sexoservicio, que tenía que ayudarlo, que él daba la vida por mí y yo debía también darla por él. Comentó que tenía un amigo y que su esposa era sexoservidora y les estaba yendo muy bien”, narró.

Neli señaló: “Ante mi negativa total, dijo que no me devolvería mis documentos, ( acta de nacimiento, CURP, certificados de estudio, y que sólo si trabajaba para él, podría devolvérmelos. Me amenazaba diciéndome que si me escapaba del departamento le hablaría a mi familia para decirles que me estaba dedicando a prostituirme.

“Tu trabajo ahora es mío, tus ganancias son mías , dormirás cuando te lo diga, harás lo que yo te diga”, le advirtió Alex. Comenzó el dominio de él sobre Neli , dejándola sin capacidad de disponer libremente de su propia persona y de sus únicos bienes (sus papeles). Le dijo que tenía deudas con él.

Fue así como Neli conoció a Lucero (una amiga de Alex), quien comenzó a enseñarle “todas las posiciones sexuales que podía tener con mis clientes y el costo de cada una. Lo único que les negaba era tener sexo sin condón, ah... y tampoco podían tocarme los senos, esto último porque Alex me lo tenía prohibido.

“Tenía que tomar Flanax todos los días, la inflamación en mis órganos sexuales era total. Cobraba 150 pesos por una relación normal, y si me pedían alguna otra posición eran 50 pesos más. Por sexo anal cobrábamos 500 pesos, pero eso no lo hacía, no me gustaba. Entraban hombres de todo tipo, pocos trajeados. Eran hombres que estaban sucios. Me decían Nayeli, esa era mi nombre para trabajar”, comentó.

Llevada por Lucero a la Ciudad de México, comenzó a trabajar en el Callejón de Santo Tomás. “Viví lo que hoy sé que fueron cadenas invisibles; me enganché, él se aprovechó de mi condición de vulnerabilidad, me tenía amenazada, ejercía violencia sicológica conmigo; me enamoré, al principio me protegía, de algún modo. Se hizo pasar como un hombre de buena posición económica que me protegía; recuerdo un día que me regaló una caja llena de confeti y una carta en la que me decía que yo era hermosa y que era la mujer de su vida, pero tiempo después comenzó a someterme”, dijo la joven.

“Trabajaba en un hotel todo el día, tenía que pagar los condones. Una noche hubo un operativo de la Procuraduría General de la República donde yo trabajaba. Ahí nos pusieron a todas contra la pared, y después de investigarnos nos llevaron a la Fundación Camino a Casa, con cerca de 200 niñas. Ahí estuve un tiempo, después me fui a la Fundación Reintegra. Ahí fue donde logré concluir mi carrera como licenciada en Administración en la Universidad La Salle. Mis estudios fueron solventados por la fundación. Declaré contra Alex, que después supe se llamaba realmente Arturo Galindo Martinez, que era de San Pablo del Monte, Tlaxcala , lo reconocí en la cámara de Gesell y supe que tenía 35 años, y no 25 como me había dicho. A mi tratante le dieron 13 años, 9 meses de cárcel”, explicó Neli.

“Fue una pesadilla pasar lo que pasé con mi tratante, estaba peleada con Dios”, dijo la joven, y finalmente recomienda que ninguna niña se vaya con alguien que intente separarla de su familia. “Aún no he recibido reparación del daño, creo que hasta que quede la sentencia definitiva la recibiré. Rosy Orozco me ha apoyado mucho también” dijo, al señalar que quiere tener una rosticería de pollos y está a días de arrancar una incubadora de negocios. “La Secretaría del Trabajo me va a apoyar con una maquinaria, y otros particulares me van a ayudar con efectivo para poder arrancar pronto”, comentó.

“La gente, la que nos juzga, no entiende lo que son las cadenas invisibles, la cohesión por las amenazas con que le van a hacer daño a nuestra familia y la manipulación sicológica, es muy difícil que alguien comprenda el porque no nos echamos a correr, denunciar o pedir ayuda, pero estando en ese hotel, en ese lugar créeme que no confías en nadie. Un día un federal se acercó conmigo, pero no confié en el. Alex, mi tratante, me decía que yo estaba mal, me hacía sentir en el piso, me decía que yo estaba mal de la cabeza… Lo único que cargaba conmigo era mi IFE para que las autoridades vieran que era mayor de edad. Mi recomendación a partir de lo que viví es que tengan mucho cuidado y mucha comunicación con la familia; una persona que te invita a salirte de tu entorno no te quiere para nada bueno, te va a explotar sexual y laboralmente… yo soy una sobreviviente ”, concluyó.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses