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Javier Duarte de Ochoa

cumplirá 44 años el próximo 19 de septiembre. A pesar de su juventud, es un hombre enfermo que diariamente tiene que ingerir cuatro medicamentos distintos para tratar su depresión, ansiedad, hipertensión arterial sistémica e hígado graso.

Mantenerlo sano y proveer todos los medicamentos que necesita para no colapsar física o emocionalmente costará a los mexicanos entre 17 mil 427 pesos y 26 mil 967 pesos al año , dependiendo si los médicos del sistema penitenciario le administran medicamentos genéricos o de patente.

De acuerdo con la información que se dio a conocer tras su extradición a México proveniente de Guatemala , el ex gobernador veracruzano fue sometido a una valoración médica al llegar al Reclusorio Norte en la Ciudad de México. A su llegada al penal, presentó presión arterial de 140/90, lo que se considera alta.

Ahí se determinó que tiene un antecedente de tres años de depresión en la cual ha seguido un tratamiento con el medicamento Venlafaxina en una dosis diaria de 75 miligramos; durante cuatro años ha sido tratado por ansiedad con Clonazepam en solución, medicamento del cual se le administran 17 gotas diariamente.

Desde hace cinco años ha sido tratado por hipertensión arterial sistémica con 40 miligramos de Telmisartán todas las noches; mientras que desde hace ocho años se le trata con Rosuvastatina para atender su hígado graso.

En una consulta en las principales cadenas de farmacias del país, se encontró que Duarte de Ochoa necesita 19 cajas por año de Velafazina a un costo de cinco mil 966 pesos; 25 frascos al año de Clonazepam con un costo de entre tres mil 850 y cinco mil 75 pesos, de acuerdo con la marca genérica u 8 mil 437.50 pesos en la versión de patente.

El ex funcionario necesita 26 cajas por año del medicamento Telmisartán que puede costar cuatro mil 602 pesos en genérico y nueve mil 555 pesos si es de patente; mientras que las 13 cajas al año que consume de Rosuvastatina tienen un costo aproximado de tres mil 9 pesos.

Durante el gobierno de Javier Duarte, de 2010 a 2016, los episodios de depresión o agresividad que sufría eran un secreto a voces entre sus colaboradores.

Padecía ansiedad y depresión por lo que tomaba antidepresivos, específicamente Tafil, que ayudan a conciliar un sueño reparador y continuo aunque puede generar adicción o tener efectos como somnolencia y respuestas neurológicas lentas, según publicó EL UNIVERSAL el 3 de julio.

Expertos en grafología consultados por EL UNIVERSAL delinearon una personalidad obsesiva-compulsiva, con un alto nivel de estrés, agresividad y mal carácter a partir de los dibujos que realizaba el ex gobernador de Veracruz cuando se reunía con sus funcionarios.

Su brusquedad se contraponía con el ánimo dicharachero y solidario que rayaba en lo dadivoso, recordaron sus allegados, mientras que su firma muestra un hombre resentido que quería dejar atrás el pasado pero que mantenía presente la figura paterna.

lsm/ml

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