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Las sonrisas apretadas de la mañana y las caras largas de la tarde, se transformaron en puños alzados luego de que el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) diera a conocer el conteo rápido que coloca a Alfredo del Mazo un par de puntos por encima de la morenista Delfina Gómez. Ese mensaje, dado a las 21:50 horas, fue el toque de salida, la señal. Hasta entonces salieron los chalecos rojos.

Así, los priístas fueron a la sede de su partido, donde sonó a todo trinar el mariachi, la música de banda y los corridos norteños. La explanada había dispuesto pambazos, tacos dorados, tostadas de papa, tacos de guisado, tlacoyos, tamales, gelatinas, palomitas y totis. También había atole, aguas frescas y refrescos. Ahí fueron llegando, poco a poco, grupos de militantes con chalecos rojos, camisas blancas y pantalones azules. Algunos simpatizantes del partido, que lleva casi nueve décadas en el poder mexiquense, portaban camisas blancas rotuladas: “Del Mazo gobernador”, “Del Mazo. Fuerte y con todo”.

Una hilera de cientos de jóvenes hizo un camino para esperar al mexiquense de 41 años, que arribó al recinto a las 23:10 horas. Su entusiasmada esposa lo acompañaba, al igual que un grupo de sus más cercanos.

Del Mazo pronunció un discurso en el que prometió ser incluyente con quienes lo apoyaron, con quienes lo atacaron y con quienes no participaron. Sumar, cohesionar. Atrás de él, un enorme letrero que combinaba los rigurosos verde, blanco y rojo: “Del Mazo gobernador. ¡Gracias! Ganamos los mexiquenses”. Y llegaron los gritos de “sí se pudo”, “Alfredo, Alfredo”. El candidato otrora contenido habló durante más de 20 minutos y se marchó.

Esta mañana Del Mazo parece tener prisa. La camioneta High Lander blanca se detiene sobre Hacienda del Ciervo, mientras los flashazos apuntan hacia la figura espigada del candidato, quien desciende acompañado de su esposa Fernanda Castillo y dos de sus cuatro hijos. Chaleco azul, camisa blanca. Son las 10:21 horas.

Va abriéndose paso entre las decenas de reporteros y fotógrafos. Boleta electoral en mano, Del Mazo entra a una mampara con uno de sus hijos; su esposa hace lo propio en otra, de la mano del pequeño vástago. Ella se ve feliz, acaso orgullosa. Él luce una sonrisa apretada, posa para las fotos, avanza para dar un mensaje. Recomienda ir a votar y huye a su paso por las escalinatas. “No queremos más PRI”, grita otra quejosa. La mirada enojona de algunos vecinos la inhibe.

Son las 10:31 y el candidato cumple con el deber: votó. Sólo 10 minutos le tomó llegar, sufragar, dar un mensaje e irse. Parecía tener prisa.

Las sonrisas largas. 18:30 horas, el candidato está en el estrado de la sala de prensa apostada en el Hotel Radisson de Toluca. Lo acompaña su esposa y una decena de cercanos colaboradores. Ahora porta un chaleco rojo. Dirá que ha ganado la elección, “por un amplio margen”. Las sonrisas alargadas no muestran el entusiasmo que suele venir acompañado con el triunfo. 18:40 pm, el priísta sale por una puerta trasera que lleva al estacionamiento. .

Un puñado de colaboradores se queda en los pasillos del hotel, alguno dice: “Ésta es una elección de décimas, como la de 2006”. Otro le responderá: “Pero vamos fuerte y con todo”, emulando el lema de campaña de Alfredo del Mazo.

Las encuestas de salida que realizó el PRI del Estado de México, a las que EL UNIVERSAL tuvo acceso, señalaban que la contienda fue harto reñida: dos muestras tomadas en la mañana le daban un punto de ventaja al priísta; las dos mediciones de la tarde colocaban a la morenista 1% por encima. Aquella incertidumbre debió motivar las sonrisas contenidas. Hasta que llegó el anuncio del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM).

Media hora después de la media noche, el PREP dio la vuelta y puso a del Mazo a la delantera.

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