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En su elección de presidente, el Inai es una vitrina de caracteres, sobrada de cortesías, repujada de reglas y sobre ese andamio se erige el nuevo coordinador del pleno, un veterano del Grupo Oaxaca, Francisco Javier Acuña Llamas, doctor en Derecho con facilidad y, diríase, espontaneidad para las bromas.

Son siete comisionados, cuidadosos en mostrar unidad, aunque votan divididos; animosos para aplaudir al ganador, se da una ronda de parabienes, de los que se concluye que en este instituto abunda el ánimo de trabajo en conjunto.

Esto parece ser una Arcadia, pero no, es el Inai, uno de los órganos constitucionales autónomos del Estado, en el que se abren candados para, entre otras cosas, tener acceso a la información pública, combustible para la democracia.

Cordiales, atentos, educados, los comisionados se congratulan por el relevo institucional y escuchan cuando la única mujer que compitió por la presidencia, la comisionada Patricia Kurczyn Villalobos, dice que es ella la perdedora de la elección y que acepta el resultado, a mucha honra.

Con el aplomo que dan 56 años de trabajo profesional con grados de excelencia, Kurczyn Villalobos reconoce al ganador, con un timbre de voz claro y ecuánime, dice: “Yo fui quien perdió la elección. Paco, doctor Acuña ¡presidente!”.

Javier Acuña Llamas ganó el cargo por los cinco votos mínimos necesarios; los otros dos los obtuvo Kurczyn Villalobos, en una segunda ronda de votación. En la primera dio risa a casi un centenar de asistentes al salón del pleno que sólo un voto para él [el suyo] hubiera sido emitido. Y también rio de buena gana.

Así era la jugada. Los otros tres contendientes se llevaron un par de votos en la primera votación: Rosendoevgueni Monterrey Chepov, Patricia Kurczyn Villalobos y Óscar Mauricio Guerra Ford.

Ximena Puente de la Mora condujo la sesión extraordinaria y declaró abierta la segunda votación; los de Monterrey y Guerra se van al marcador de Acuña, y lo que fueron risas de ternura, las sucede la expresión colectiva de sorpresa.

Los comisionados se irán de dos en dos: en 2018, 2020, 2022, y sólo uno estará hasta 2023, y ese es Acuña Llamas.

Este es el estilo de renovación de un órgano constitucional autónomo del Estado, en tiempos de cambio nacional, así como de efervescencia.

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